Frank NuñezPerspectiva

Reflexiones a mitad del cuatrienio

Por Frank Núñez

Colaboración/elCorreo.do

 PERSPECTIVA: Poco ha cambiado en el panorama político dominicano desde que analizáramos hace un año la correlación de fuerzas entre la oposición, compuesta por los otrora dueños del poder, y el gobierno, que encabeza el presidente Luis Abinader, líder del Partido Revolucionario Moderno (PRM).

En agosto del 2021, decíamos que el primer año de la administración Abinader se había caracterizado por tener como prioridad el enfrentamiento de las crisis sanitaria y económica, secuela de la pandemia de Covid-19, que aún no le sacaba el guante de la cara a todo el mundo y a República Dominicana en particular.

Las encuestas de mayor prestigio arrojan que Abinader y el PRM no han perdido el brillo con el que llegaron al gobierno el 16 de agosto del 2020, año que marcó a la humanidad y que a los dominicanos les golpeó con tanta contundencia que pareció hacerles despertar del sueño con que le mantenía adormecido un somnífero de factura perredeísta por casi un cuarto de siglo.

Nos seguimos preguntando, ¿a qué político astuto se le ocurre declararle una guerra sin cuartel a un gobierno que enfrenta una crisis sanitaria, con calificaciones indiscutibles comparadas con las de otros países del mismo nivel de desarrollo, mientras combate la megacorrupción del régimen anterior, por la que se encuentran detrás de la reja y perseguidos familiares y colaboradores cercanos del gobernante saliente?

Reconocemos como prudentes a los opositores que se han manejado con la debida cautela, convencidos de que combatir con ataques desenfrenados al gobierno que enfrenta la pandemia y la corrupción al mismo tiempo, deja muy pocos dividendos.

Insistimos en que el PRM y Abinader, más que ganar las elecciones del 2020, le sirvieron a la población para vengarse del PLD y los excesos de la corrupción, que se incrementó hasta el descaro, en los últimos ocho años de Danilo Medina.

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Si bien es cierto que la tradición impone que a los gobiernos se les dieran tres meses, o cien días de luna de miel, las circunstancias justificaban que a la administración que entró el 16 de agosto del 2020 se le otorgara un tiempo mayor, para facilitarle la recuperación del marasmo encontrado en las instituciones oficiales, debido al desfalco evidente, mientras daba prioridad a la salud de los ciudadanos.

Cumplidos los dos primeros años, hay mucha gente que comienza a exigir algo más que enfrentar la pandemia y combatir la corrupción.

Una cosa está clara. Y es que en perspectiva se percibe en lo que queda del cuatrienio que el hoy opositor Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se empeñará en demostrar que ahora las cosas están peor a como el partido morado la dejó el 16 de agosto del 2020.

En cuanto al partido Fuerza del Pueblo (FP), es lógico que trabaje convencido de que su posibilidad de crecer y ganar el gobierno dependerá de que no se le vea como un nuevo PLD, sino como una oferta diferente. También deberá demostrar que es la segunda fuerza de la oposición por encima del viejo partido.

La convocatoria a una reforma constitucional en el 2021 por parte de Abinader quedó rezagada con relación al año anterior, planteada a pesar de que la misma establece que no puede hacerse en medio de un estado de emergencia, situación que permaneció durante casi 24 meses.

Esperamos, en este emblemático agosto, limítrofe entre las dos mitades del cuatrienio, que el gobierno seguirá jugando su papel de gobernar para bien de toda la población, y que la oposición cumplirá con el suyo con críticas constructiva a las cosas que entiendan deben corregirse o mejorarse en la administración pública.

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