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Pese a que la Constitución entró en vigencia en el 2024, algunos atizan por lo bajo otra reforma habilitante

Por Nelson Encarnación

-UN ANÁLISIS-

Redacción/elCorreo.do

SANTO DOMINGO: A pesar de que la Constitución fue promulgada apenas este año tras la reforma motorizada por el presidente Luis Abinader, en las sombras abundan los partidarios de que se busque la vía de habilitar al mandatario para optar por la continuidad en 2028.

Aunque es poco probable por la decisión del jefe del Estado, en las periferias del Partido Revolucionario Moderno se mueven esos hilos, si bien existe el temor de que se repita la experiencia del Partido de la Liberación Dominicana.

En el año 2015, una crisis interna en el PLD forzó a la dirigencia de esa organización a impulsar una reforma constitucional para habilitar al presidente Danilo Medina, quien había sido elegido en 2012 mediante una carta magna que prohibía la reelección consecutiva.

Medina estaba habilitado para intentar regresar en 2020, es decir, después de un periodo, modalidad aprobada en la reforma de 2010, viabilizada mediante el llamado “pacto de las corbatas azules” suscrito entre Leonel Fernández y Miguel Vargas Maldonado, que a su vez sustituía el estatuto de dos periodos y nunca más aprobado en la reforma de Hipólito Mejía, que, por su lado, reemplazaba la no reelección de 1994.

Como puede apreciarse, el párrafo anterior retrata de cuerpo entero lo que ha sido el eterno ir y regresar constitucional, reflejando la arritmia que ha caracterizado la vida de la carta sustantiva de la República Dominicana de los últimos sesenta años.

En realidad, el único modelo que se pudo mantener por un tiempo relativamente importante (1966-1994) fue la reelección indefina que le permitió a Joaquín Balaguer reeditarse en el poder por 22 años.

El caso es que se pensaba que la reforma de 2015, surgida para arreglarles las cosas a Medina y Fernández, tendría una mejor suerte, haciéndola de alguna manera permanente por algún tiempo, pero esto resultó en un sueño de una noche de verano, en razón de que no pasaron dos años para que los propios peledeístas que habían firmado el estatuto fundamental, empezaran a pisotearlo con el propósito de extender la vigencia electoral de Medina, a través de una reforma que le habilitara para un tercer periodo en 2020.

Es oportuno recordar que aquel intento por rehabilitar al presidente Medina provocó un choque de liderazgo en el entonces partido oficialista, que derivó en un enfrentamiento con repercusiones nacionales, al involucrarse al Congreso Nacional con la movilización de tropas militares y policiales hacia ese recinto de la democracia.

…Y vino la famosa llamada—intromisión pura y dura en los asuntos dominicanos—del entonces secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, para bajar a Danilo y sus seguidores del intento de la re-reelección.

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…Y luego sobrevino la debacle en la parcela morada tras las primarias del 6 de octubre de 2019, que marcó el principio del fin de la unidad, aunque a veces precaria, en la parcela fundada por el expresidente Juan Bosch en 1973, producto de otra ruptura partidaria.

¿Abinader estuvo claro, pero no tanto?

Al asumir la presidencia de la República en agosto de 2020, Luis Abinader estaba claro de que fue elegido por una constitución que le permitía buscar la reelección en 2024, y nunca más. Sin embargo, esta claridad no le dejaba satisfecho, por lo cual se empeñó en que a la Carta Sustantiva se le adicionaran otros elementos de fortaleza para impedir una eventual modificación con facilidad.

Fueron los llamados “candados” que, en la consideración del jefe del Estado, terminarán con la mala costumbre del liderazgo político dominicano de acomodar la Constitución a sus particulares intereses y ambiciones de poder. En ese sentido, no parecería haber espacio para la duda de si Abinader pudiera buscar una vía de que esos “candados” pudiesen ser abiertos en 2028 para intentar una re-reelección.

Sin embargo, en el Partido Revolucionario Moderno han surgido comentarios en la vía de sembrar dudas sobre la determinación del mandatario, con el eterno alegato de que “el presidente es un hombre joven todavía que no debería jubilarse”, entre otros alegatos y opiniones interesadas.

Y aunque el Tribunal Constitucional ha ratificado lo establecido ya en la ley fundamental, estos comentarios se detienen. Ahora bien, para que los argumentos tengan viabilidad, lo primero sería contar con la aprobación del presidente, lo cual no parece ni remotamente posible, a juzgar por lo que ha sido su comportamiento y convicción al respecto.

¿Por qué juegan esos dirigentes a la irresponsabilidad política, si están conscientes de que el presidente Abinader no les seguirá el juego? Hay los que concluyen que se trata de globos de ensayo para medir la reacción del jefe del Estado.

Por lo bajo se comenta en el PRM que la intención de buscar un bajadero para un tercer intento se deriva de la preocupación de que siendo el presidente la figura más popular del partido oficialista y de todo el espectro político dominicano, no se tiene certeza de que cualquiera de los aspirantes declarados pueda competir a su nivel con la oposición.

La realidad del PRM es que puede olvidarse de la figura del presidente Abinader, pues es un hecho fuera de toda duda que su tiempo como candidato concluirá en 2028, puesto que no parece existir posibilidad alguna que la situación cambie.

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