
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: Una debilidad histórica de nuestro sector profesional es la apatía a participar en actividades formativas, y la desidia es más acentuada si son gratuitas, no se anuncia entrega de certificados y expositores o expositoras carecen de pinta extranjera, pues asumen que los saberes se crean y viven eternamente fuera del perímetro de la isla Española.
Los tramposos lo saben y se las ingenian para marear y hacer dinero. Se inventan “diplomados”, “seminarios” y “talleres”, con “picadera incluida”. Diseñan diplomas sin ninguna validez académica, amaneran el habla y la dinámica gestual, si no pueden improvisar con un extranjero, y cobran montos exorbitantes que ignorantes pagan gustosos.
En la ciudad Santiago de los Caballeros ha sido diferente.
El 30 de octubre de 2021, a media tarde, he compartido con periodistas algunas ideas sobre la emergencia de un nuevo paradigma de periodismo turístico en República Dominicana. Los asistentes a la disertación coparon el salón del hotel Gran Almirante y se interesaron por la propuesta.
Pese a que en los pasillos y otros sitios del edificio desarrollaban atractivas actividades de entretenimiento como parte de la Feria Ecoturística, la audiencia estuvo hasta el final en el primer esfuerzo formativo de la nueva directiva de la Asociación Dominicana de Prensa Turística (Adrompretur), dirigida por Yenny Polanco.
Una brillante señal que aplaca la penumbra. Santiago no es cualquier provincia, es la segunda más importante del país, capital del Cibao, aporta el 14% al Producto Bruto Interno, tiene historia y apuesta por ser destino cultural. Su municipio cabecera, Santiago de los Caballeros, es un atractivo per se.
En aquel escenario he esbozado la urgencia de disrupción con el modelo establecido, como lo he hecho en otras comunidades. En Higüey, al compartir con periodistas del municipio cabecera, Punta Cana, Bávaro y La Romana, zona turística del este. Y en
Pedernales, en el extremo sudoeste, en proceso para convertirlo en destino turístico ecológico sustentable, en opinión del Gobierno.
Sostengo que en el ejercicio del periodismo orientado al turismo subyace un enfoque obsoleto en tanto no responde a las nuevas demandas de este fenómeno social.
Y esa visión, ya miope por vetusta, impide un abordaje informativo integral. Lo ve solo como una actividad económica resultado de una “industria sin chimenea”. Como una máquina de producir dólares. Y punto.
El Periodístico Turístico a la vieja usanza apenas mira cifras más, cifras menos; turistas que ingresan, turistas que egresan. Así se sustrae del contexto y de la característica sistémica del proceso social, escondiendo su complejidad. De ahí la gran cojera.
Muchas de los dolores de cabeza de los polos establecidos son atribuibles al paradigma que les rige. Nacieron y crecieron al margen de la vida de las comunidades receptoras, y esa matriz fue reforzada acríticamente por el periodismo, salvo excepciones. Reparar los entuertos, ahora, sale muy caro, y se toma mucho tiempo. Los daños a los recursos naturales y a las comunidades son graves. Aunque, como dice el adagio: “Nunca es tarde si la vida dura y la dicha es buena”.
La comunidad periodística de aquella pujante provincia norteña establecería un hito si se empoderara y promoviera un nuevo paradigma que facilite la construcción de un destino emergente distante de los costosos errores de otras iniciativas.
La coyuntura actual es oportuna. Puede prevenirle lamentos a su pueblo, si se construye un destino anárquico.
Esta provincia, con poco más de 1 millón 300 mil habitantes, carece de playas, pero el gobierno central ha anunciado que construirá una carretera que la acercará a la costa del primer polo, Puerto Plata, en recuperación de los daños causados por fallas de origen.
Y le sobran ríos, montañas, buen clima, producción cultural, historia, servicios, inversionistas y gente hospitalaria orgullosa de su identidad.
Todo eso, sin embargo, se convertiría en un bumerán si ejecutan proyectos conforme el mismo patrón, mediatizado por un periodismo acrítico que corea y aplaude hasta los cuentos malos de desarrolladores inconscientes.
¡Vamo a haceile!