
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: “Solo una mente educada puede entender un pensamiento diferente al suyo, sin necesidad de aceptarlo”. (Aristóteles).
Como si fuera un guion de novelas en el cual solo se cambia la fecha, en cada proceso electoral en la República Bolivariana de Venezuela, vemos el mismo argumento tanto de la oposición como en el oficialismo, los primeros alegan fraudes y los segundos afirman que fuerzas exteriores pretenden influir en un asunto al cual solo les concierne a los venezolanos.
En su última alocución pública ante los venezolanos, el sábado 8 de diciembre del 2012, Hugo Rafael Chávez Frías pidió a sus partidarios que «en caso de presentarse elecciones presidenciales”, de él no juramentarse (para el periodo 2013-2019) por cualquier eventualidad (en este caso su deceso), escogieran a Nicolás Maduro—vicepresidente en ese momento—como su candidato presidencial, para un eventual proceso electoral, como de hecho así ocurrió, luego del fallecimiento del líder bolivariano el 5 de marzo del 2013 en La Habana, Cuba.
Para el proceso electoral venezolano del 14 de abril de 2013, salió victorioso Nicolás Maduro, en representación del denominado «Gran Polo Patriótico», encabezado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y otros 13 partidos, obteniendo 7,587,579, para un 50.61 %, frente a su principal contrincante, Henrique Capriles Radonski, de la denominada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), quien obtuvo 7,363,980 para 49.12 %.
En aquel proceso Capriles declinó firmar un documento del Consejo Nacional Electoral comprometiéndose a reconocer el resultado (como ahora Edmundo González), al final la oposición alegó fraude.
En las elecciones para el periodo 2019-2025, la misma MUD se negó a participar alegando falta de condiciones para el proceso electoral celebradas el domingo 20 de mayo de 2018, donde Nicolás Maduro recibió 6,248,864 de votos para 67.84 %, mientras que su más cercano contendiente Henri Falcón, de Avanzada Progresista, obtuvo 1,927,387 de votos para un 20.93 %.
Llegamos al 2024
Al igual que en el 2012, la oposición venezolana declinó firmar un documento del CNE comprometiéndose a reconocer el resultado, y de hecho mediáticamente crearon la percepción de que, si el resultado electoral les era adverso, era producto de un fraude fraguado por el oficialismo.
De forma inaudita, muy probablemente nunca visto, el candidato presidencial de la ahora llamada Plataforma Unitaria Democrática, Edmundo González Urrutia, no era quien encabezaba las actividades ni era quien llevaba el mensaje de campaña a sus “seguidores”, sino que la cara visible de eso era y es María Corina Machado, a pesar de estar inhabilitada políticamente por 15 años.
Sin lugar a dudas es quien mueve los hilos de la oposición política venezolana, también ahora se alega fraude, a pesar del CNE haber proclamado a Maduro como el vencedor de este proceso.
Hemos visto imágenes de turbas derribando estatuas del líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, lo que nos recuerda aquellas de ciudadanos iraquíes derribando y arrastrando estatuas de Sadam Hussein, algo que no me pareció nada casual ni espontáneo, sino más bien algo planificado con previo aviso e intención.
Por cierto, dentro de los países que reconocen la victoria de Nicolás Maduro, se encuentra Irak, al parecer esos aires de libertad del pueblo iraquí que quisieron vender en el 2003, no eran reales.
En conclusión: aparentemente, los venezolanos no se pondrán de acuerdo, menos aún con una comunidad internacional dividida entre uno y otro, donde cada quien le brinda su apoyo a su socio momentáneo, y los actores de cada proceso se acusan mutuamente de que el otro es el malo.