Política

Novedad y anti fujimorismo favorecerían a Pedro Castillo, el desconocido ganador de la primera vuelta en Perú contra toda lógica

Por Nelson Encarnación

Colaboración/elCorreo.do

SANTO DOMINGO: Luego de las elecciones en primera vuelta del pasado domingo, los peruanos entran en una compleja situación: el candidato más votado, Pedro Castillo, sustenta ideas de izquierdas y su competidora para el balotaje, Keiko Fujimori, representa un pasado sombrío del que han rehuido durante las dos ocasiones anteriores en que ella ha competido en segunda vuelta.

La líder de Fuerza Popular ganó la primera vuelta con más del 35% de los votos en 2011, pero Ollanta Humala logró aglutinar a todo el anti fujimorismo y la venció en la segunda convirtiéndose en presidente.

En 2016 volvió quedar en primer lugar con el 37 por ciento, pero nuevamente el anti fujimorismo cerró filas, esta vez con Pedro Pablo Kuczynski (PPK), quien ganó la presidencia, la que no pudo terminar por acusaciones de corrupción relacionadas con la empresa brasileña Odebrecht.

El domingo, Keiko alcanzó el segundo lugar de manera precaria al desplazar al economista Hernando de Soto, una personalidad no política de amplio reconocimiento nacional e internacional por sus aportes al estudio de diversas variables económicas y macroeconómicas.

Con apenas el 14% de los votos, Fujimori va a competir el 6 de junio contra el ganador de la primera vuelta, el maestro de escuela Pedro Castillo, la sorpresa electoral peruana, ya que dos semanas antes de los comicios las encuestas lo situaban muy lejos en la larga lista de 18 aspirantes. Alcanzó poco más del 19% de los votos.

Según los datos de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), Castillo, el candidato de Perú Libre, cuenta con el 19,1% de los votos, seguido de Fujimori, de Fuerza Popular (13,33%); Rafael López Aliaga, de Renovación Popular (11,67%); Hernando de Soto, de Avanza País (11,65%), y Yonhy Lescano, de Acción Popular (9,10%).

El porcentaje restante se dividió entre todos los demás aspirantes, entre ellos Verónica Mendoza, quien obtuvo el 7%, y su partido ha anunciado que tiene coincidencias muy cercanas con las ideas de Castillo.

Pero el fraccionamiento político y electoral del Perú es de tal magnitud que nadie puede garantizar lo que vaya a suceder en la segunda vuelta.

Y es ahí donde los analistas sitúan el anti en un país que demostró el domingo tener pocos pros.

¿Cuál pesará más el 6 de junio para inclinar uno de esos pros o para frenar uno de esos contras? Es difícil de adelantar.

Por de pronto, los anti Fujimori son tantos que si salen a votar no lo haría a favor de Pedro Castillo sino en contra del recuerdo de Alberto Fujimori, el gobernante que llegó en 1990 montado en un tractor, quizá simbolizando el hecho de ser el rector de la Universidad Agraria, o tal vez adelantando que representaba tierra arrasada.

Al final de su mandato se había impuesto lo de tierra arrasada, pues Fujimori disolvió el Congreso, canceló de facto a todos los magistrados de la Suprema Corte de Justicia, encarceló a opositores, se declaró dictador y encabezó uno de los regímenes más duros y corruptos de la historia peruana y latinoamericana.

Aún se encuentra encarcelado cumpliendo una condena de 25 años por todos esos hechos, muchos de los cuales fueron dirigidos a través de su brazo derecho, Vladimiro Montesinos, también preso hace años.

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Pedro Castillo

Sin embargo, los antis que persiguen al candidato Pedro Castillo a lo mejor no sean tan radicales como los de Keiko, pero por igual son muchos.

No vinculado a hechos del pasado, el maestro de escuela de Chota, en la región andina, tiene muchas cartas en contra, la principal sus ideas de izquierda, en una sociedad conservadora desde su nacimiento.

A esa desconexión con el pasado turbulento de la corrupción es que se atribuye el hecho de que en la última encuesta divulgada por las firmas más acreditadas, el dirigente magisterial figuraba en sexto lugar, con menos de un 7%, y apenas señalaban que no se podía ignorar su ascenso de la nada a ese posicionamiento.

Entre el porcentaje de las encuestas más generosas con su posicionamiento y la votación final del domingo, Castillo remontó casi 14 puntos porcentuales.

Los analistas en Perú y fuera de allí consideran que en favor de Castillo juega el deterioro de la imagen política, tomándose en cuenta de los últimos seis presidentes electos, uno cumple condena firme, tres tienen procesos penales abiertos y uno se quitó la vida.

El sexto no electo directamente (Martin Vizcarra), quien como vicepresidente sustituyó a PPK, fue destituido por el Congreso con acusaciones diversas, aunque no ha sido juzgado penalmente. De hecho, fue electo congresista por Lima el domingo pasado.

Todos los análisis alrededor de Castillo lo presentan como anti estatus-quo, no concuerda con las élites limeñas, con la gran empresa ni con los sectores que han oprimido a los peruanos desde el día siguiente en que Simón Bolívar abandonó Lima en medio de una conspiración para asesinarle.

La gran prensa limeña y europea, que le ignoró durante toda la campaña mientras él cabalgaba en su yegua con su sombrero de paja, lo presenta como un radical de izquierda, a lo que el candidato reacciona señalando que su visión es la defensa de los intereses de su país y sus habitantes, nacionalizará recursos naturales, disolverá el Congreso si no le apoya, convocará a una Asamblea Constituyente para derogar la Constitución de Fujimori, invertirá el 10% del PIB en educación, entre otras reivindicaciones en favor, principalmente de los pobres, que rondan el 25% de la población.

El maestro rural luchará contra esos grandes intereses, confiado en dos premisas: los pobres y clase media son más que los ricos, y el anti fujimorismo tiene un peso enorme que gravitará, nueva vez, contra Keiko Fujimori.

Al menos eso creen el candidato y sus asesores.

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