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La reelección: un tema tabú

Por Frank Núñez

Colaboración/elCorreo.do

PERSPECTIVA: Tema tabú es el que se trata al margen de lo racional, bajo pretextos prejuiciados, cargados de fanatismos, sin atender a lo que imponen las realidades y las necesidades en tiempos y espacios específicos.

Por un mero tabú alimenticio una persona es capaz de morir de inanición, ante prohibiciones que puedan imponerle sus costumbres, cultura o convicciones religiosas. Lamentablemente, ese ha sido el manejo que se ha pretendido dar histórica y políticamente, al tema de la reelección en la República Dominicana.

En Estados Unidos, primera nación que tuvo como gobernante a un presidente, el concepto que conocemos hoy, se permite constitucionalmente a los gobernantes repostularse una vez. De ganar, adquiere derecho a gobernar un nuevo cuatrienio; si pierde, se retira “al hogar, dulce hogar”. En ninguno de los casos puede insistir en una nueva repostulación.

George Washington, que fue ese primer presidente desde el 1789 hasta el 1797, renunció por su propia voluntad a un tercer período, pese a que se lo demandaban sus conciudadanos, quienes sin discusión alguna lo proclamaban Padre de la Patria. No faltaron los que quisieron coronarlo Rey de la gran nación americana. El gobernante rehusó esos propósitos con el argumento  de que había llegado al nuevo continente combatiendo las monarquías y los totalitarismos europeos y era el menos indicado para reproducirlos en América.

La actitud de Washington no respondía a ninguna prohibición constitucional, ni por estatutos de partido y menos por “una cuestión de principios”, como alegan algunos. El Padre Fundador actuó con la coherencia de un racionalista y como hombre de sentido común. De ahí que fuera imitado por los gobernantes siguientes sin necesidad de que la reelección estuviera prohibida en la Carta Magna de los Estados Unidos, lo que se agregó mucho después.

Sencillamente, los norteamericanos entendieron que nadie era más grande que el Padre de la Patria, y por tanto, era despreciable el que quisiera superarlo en períodos gubernamentales.

Pero para que se vea que en República Dominicana la reelección es un tema tabú, lo que no ocurre en Estados Unidos,  hay que referir el caso excepcional de Franklin Delano Roosevelt, quien por la situación dada con la Segunda Guerra Mundial, pudo gobernar durante cuatro períodos, entre 1933 y 1945. Se impusieron la racionalidad, el tacto y el criterio de actuar de acuerdo con las exigencias de una coyuntura histórica, de la que la gran nación del Norte emergió como la primera potencia del mundo.

Aquí se mezclan los conceptos “reelección” y “repostulación”, que por su fundamental diferencia deben delimitarse. Mientras el segundo define la voluntad de un gobernante en seguir en el puesto, el primero es la decisión del pueblo de imponer con su voto el continuismo. Aquí caben dos ejemplos dominicanos. Joaquín Balaguer, después de tres períodos consecutivos, se repostuló en 1978 y perdió la reelección. Hipólito Mejía, en medio de un cuatrienio traumático, se repostuló en el 2004,  y también fracasó.

Diferencias de Balaguer y Mejía

El Joaquín Balaguer que se repostuló y perdió en 1978 jamás militó en un partido que asumiera la lucha contra la reelección como “un asunto de principios”, lo que ocurrió con Mejía. Fiel a sus convicciones despóticas, galvanizadas en más de tres décadas como hombre de principalía en la dictadura trujillista, tan pronto se juramentó en la presidencia en 1966 le “permitió” a sus acólitos que modificaran la Constitución del 1963 para dejar la reelección abierta de manera indefinida.

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La Constitución permitía la reelección en el 1982, con Antonio Guzmán como presidente, pero ni siquiera intentó buscar un segundo período porque estaba prohibida en los estatutos del viejo Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Lo mismo ocurrió con Salvador Jorge Blanco en el 1986. De ahí que el candidato frente a Balaguer fuera Jacobo Majluta, quien salió derrotado por el eterno adalid de la reelección.

La misma situación se mantuvo hasta el 1994, cuando por la crisis surgida tras lo que se dio como un fraude electoral contra el candidato presidencial del PRD, José Francisco Peña Gómez, se le recortó el período en dos años a Balaguer, se prohibió la reelección consecutiva y se aprobó el sistema  de doble vuelta en las elecciones.

En el 2000 estaba vigente el sistema aprobado en 1994, por lo que el entonces presidente Leonel Fernández permitió que el candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), al que pertenecía, fuera su ministro de la Presidencia Danilo Medina.

Por una ironía de la historia, y para confirmar que no se trataba más que de un tema tabú, quien elimina la prohibición de la reelección consecutiva es el presidente Mejía en el 2004, considerada su actitud como apostasía y herejía dentro del PRD, el partido que satanizó  la repostulación como “un asunto de principios”.

El presidente Fernández, quien derrotó a Mejía en el 2004, no tenía impedimento constitucional para repostularse en el 2008, lo que le permitió reelegirse y gobernar hasta el 2012, cuando volvió a estar prohibida la reelección consecutiva, por la Constitución del 2010 que él mismo promulgó. Leonel se había beneficiado de la reforma de Hipólito, sin intentar modificar nuevamente la Constitución para repostularse en el 12, lo que permitió el advenimiento de Danilo a la Presidencia, como candidato del PLD por segunda vez.

Danilo, como Hipólito, eliminó la prohibición de la reelección consecutiva de la Constitución del 2010, para lograr mantenerse en el poder hasta el 2020, año en que intentó volver a modificar la Carta Magna para seguir hasta el 2024, aspiración frustrada por la Gran Potencia del Norte. Y si no, pregúntenle a Mike Pompeo y hasta al propio Leonel Fernández.

Hoy, a tres años de las elecciones, el tema tabú vuelve a ponerse sobre el tapete, y no faltan quienes hablan de modificar los estatutos del Partido Revolucionario  Moderno (PRM), que como el viejo PRD de donde salió, prohíbe la reelección, algo que está permitido por un segundo período en la Constitución vigente.

Lo que la Constitución permite, explican los constitucionalistas, no puede prohibirlo ninguna ley, y menos el estatuto de un partido. Toda norma, incluida las que rigen los partidos políticos, deben someterse a lo que establece la Constitución y de lo contrario “es nula de toda nulidad”, insisten.

De manera que lo que deben hacer todas las agrupaciones políticas, incluido el PRM,  es adaptar sus estatutos a la Constitución. Y en cuanto a si el actual presidente Luis Abinader puede o no reelegirse, eso depende de lo que digan los votantes, por lo que debe concentrarse a realizar una gestión gubernativa que satisfaga las expectativas creadas cuando fue candidato.

Repostularse no sería difícil para Abinader, puesto que la Constitución de la República no se lo prohíbe, aunque se lo prohíba su partido “por una cuestión de principios”, pero para reelegirse debe decidirlo el pueblo dominicano, que es el único soberano de esta nación.

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