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Fallecimiento de Pérez y Pérez revive una vieja pregunta: ¿tuvo el recio militar algo que ver con la muerte de Orlando Martínez?

Por Abel Reynoso

Redacción/elCorreo.do

SANTO DOMINGO: Si bien el presidente Joaquín Balaguer siempre tuvo dominico de las actuaciones de los jefes militares-policiales y hasta fomentaba la discordia entre ellos, a través de los mayores generales Enrique Pérez y Pérez y Neit Nivar Seijas, para ser el árbitro, el asesinato del periodista Orlando Martínez Howley a manos de seguidores de uno de estos, provocó su expulsión del poder años después.

Conforme los señalados culpables del homicidio, se interpretó que éstos eran afines al sector liderado por el recién fallecido general Pérez y Pérez, ya que el entonces jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, Salvador Lluberes Montás, formaba parte “de la cuadra” de los “militares de mano dura».

La condena fue un ejemplo de perseverancia de los padres, hermanos y camaradas del asesinado periodista, durante casi tres décadas.

Un preámbulo

Como antiguo colaborador de la tiranía trujillista, Balaguer tenía gran ascendencia entre los mandos castrenses y policiales que fueron relevando los que ejercían al momento del magnicidio.

Si bien Balaguer se desempeñaba como “Presidente de la Republica”, carecía por completo de poder para decidir nada, sin la anuencia del Generalísimo Trujillo.

No obstante, durante los meses de transición de la dictadura a la democracia, teniendo a Ramfis como Comandante en Jefe del Aire, Mar y Tierra, Balaguer se la ingenio para heredar el liderazgo militar abandonado por los Trujillo.

Tras su regreso del breve exilio que vivió en Estados Unidos, fue “el hombre ideal” para representar los intereses de la gran nación del Norte, luego de invadir militarmente el suelo dominicano.

Así, contando con el respaldo estadounidense, Balaguer “se impuso” en las “elecciones” del 1 de junio de 1966, sobre el derrocado presidente Juan Bosch, líder y fundador del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Instalado como presidente el primero de julio de ese año, Balaguer supo desde el principio cuál era el papa de su gobierno, respecto a los excombatientes

Eso ocurrió en los primeros años cuatro (1966-70) de su administración que se prolongó hasta 1978.

De 1974 al 78, cuando la mayoría de los soldados y civiles constitucionalistas estaban muertos, en el exilio o en las cárceles, la represión fue dirigida contra los jóvenes izquierdistas de todas las tendencias, así como los líderes opositores moderados.

La nefasta década del 70

Así pasó en los ocho primeros años de la década de los 70, en las que cayeron acribillados decenas de estudiantes y profesionales desafectos al régimen.

Muchos periodistas sufrieron esos embates, entre ellos periodistas que cuestionaban la manera de dirigir el país, como Orlando Martínez, cuyo asesinato generó mayor repulsa, por tratarse de un crimen de odio político.

A la hora de su fallecimiento Orlando tenía 36 años y ya desempeñaba las funciones de director ejecutivo de la Revista Ahora, y autor de la columna Microscopio, que publicaba en el vespertino El Nacional de Ahora!, considerada como la más leída del país.

El inicio de su fin

Se afirma que los últimos de su existir comenzaron el 25 de febrero de ese 1975, cuando el comunicador, indignado ante la actuación, horas antes, de militares dominicanos contra su amigo, camarada y pintor Silvano Lora, se le impidió la entrada al país.

Ese 25 de febrero, Orlando publicó aquel famoso artículo, dirigido al Presidente de la República, Joaquín Balaguer, que termina así:

“En caso de que su amistad con los Estados Unidos sea más estrecha de lo que sospechamos, ¿Por qué no le pide al Pentágono un cohete último modelo con el objetivo científico de crear una colonia de calieses en la Luna?”

Y continuó: ¿Por qué no desaparece de la vista de los dominicanos honrados, que son la mayoría, a todos los vagos que en este gobierno cobran sin trabajar? ¿Porqué, tómelo en cuenta, no deposita en un cómodo asiento de primera a los funcionarios irresponsables que se las dan de Fouché contemporáneos y a la hora de la responsabilidad no dan la cara?”.

“Y mi recomendación final: Si es inevitable que esta situación continúe, si es imposible evitar actos indignantes y miserables como el que presencié el domingo en el aeropuerto, ¿por qué, doctor Balaguer, no se decide usted a subirse en el avión o el barco y desaparecer definitivamente de este país junto a todos los anteriormente mencionados?”.

No pasó un mes para que los esbirros “cobraran la afrenta” del comunicador. Al atardecer del 17 de marzo de 1975, la mala nueva del asesinato de Orlando recorrió en pocas horas el territorio nacional y gran parte del mundo.

En la funeraria La Altagracia, en Santo Domingo, fueron velados sus restos, luego de ser entregados a sus familiares doloridos e indefensos para reclamar justicia, porque las autoridades se lavaron las manos como Pilatos.

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Primera mentira

Como en ese tiempo Orlando había escrito varios artículos críticos en contra el naciente Partido de la Liberación Dominicana (PLD), fundado en diciembre de 1973 por profesor Juan Bosch, desde el gobierno se puso a circular la especie de que había sido de ese litoral político que había salido la agresión.

Varios dirigentes de la entidad fueron detenidos y otros tuvieron que pasar a la clandestinidad, incluso el propio Bosch, al que no escatimarían esfuerzo ni escrúpulos para si era posible, también quitarles la vida.

Entre otros, los peledeistas “investigados” y encarcelados estuvieron Cheché Luna y el abogado y catedrático Euclides Gutiérrez Féliz, semanas después fueron liberados por los tribunales tras comprobarse se nada tuvieron que ver con el horripilante asesinato.

El presidente Balaguer escribió en un libro llamado «Memorias de un Cortesano de la Era de Trujillo», el cual contiene una página que hace alusión al asesinato de Martínez, en la cual –maliciosamente- aparecen el malogrado periodista y el profesor Bosch.

Los investigados

Entre los primeros señalados como probables autores materiales de la emboscada que le tendieron había militares y civiles encabezados por el mayor (FAD) Joaquín Pou Castro, Freddy Lluberes (Freddy Social Balazo o Freddy Social Pistola o Lluberito), Isidoro Martínez el ex sargento Mariano Durán Cabrera y los civiles Rafael Lluberes Ricart y Luis Emilio de la Rosa.

En una sumaria del juez de la Instrucción Juan Miguel Castillo Pantaleón, fueron acusados del crimen los generales Salvador Lluberes Montás, Joaquín Pou Castro (ya fallecido)

Los hechos

La primera versión de los hechos, ocurridos en la calle Cristóbal de Llerenas, una de las vías laterales de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), cerca de la cual residía la víctima.

El grupo ejecutor le tendió una emboscada y le bloqueó su vehículo para que no pudiera evitar el atentado, dizque con el propósito de “darle un escarmiento” por haberle faltado el respecto al presidente Balaguer en el artículo antes citado.

Según un artículo publicado hace casi seis años por ya fallecido periodista Felipe (Lipe) Collado en el periódico Acento, “en la noche del miércoles 19 de marzo de 1975, apenas 48 horas después del asesinato de Orlando Martínez, un familiar de uno de los dos participantes que citamos en el artículo anterior –Joaquín Pou Castro (Ñoñó) y Freddy Lluberes (Freddy Social Balazo o Freddy Social Pistola o Lluberito)- me reveló los pormenores del abominable hecho con lujos de detalles en el curso de una fiesta en una casa de la calle Delmonte y Tejada casi esquina callejón Abreu, de San Carlos.

“Me dijo que lo hacía por encomienda del implicado, quien se había escondido desde la noche del crimen porque lo querían matar debido a que “armó un escándalo dentro del carro después que le dispararon a Orlando”, alegando que lo habían engañado diciéndole previamente que la misión consistiría en “darle una agolpiá a Orlando”.

“He aquí los pormenores relatados. El confidente y asimilado militar Freddy Lluberes había amistado y ganado una relativa confianza con Orlando Martínez, desde cuando éste era dirigente del Partido Comunista Dominicano (PCD), a quien le suministraba informaciones sobre las pugnas militares internas.

“Días antes, por instrucciones de su jefe inmediato, el entonces teniente Joaquín Pou Castro (Ñoñó), había contactado a Orlando en interés de informarle “algo gordo”, por lo que acordaron reunirse “cerca de la UASD” a prima noche del 17 de marzo.

Larga espera y sentencias

Como ha de suponerse, el crimen se mantuvo impune durante muchos años hasta que el fiscal del Distrito Nacional Guillermo Moreno dirigió la reapertura del caso, acusando sólo a cuatro hombres, de pertenecer a un escuadrón de la muerte que le disparó después de que criticó “al gobierno del entonces presidente Joaquín Balaguer”.

En el 2000, los cuatro hombres recibieron una condena de 30 años de cárcel por sus vínculos con el asesinato.

Durante el juicio, veinticinco años después del homicidio, fueron condenados los generales Lluberes Montás y Pou Castro (este último logró ascensos de teniente a general, durante los gobiernos de Balaguer, Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco).

En el 2007, la Cámara Penal de la Corte de Apelación de San Pedro de Macorís, condenó a 30 años de prisión a Mariano Durán Cabrera y Lluberito. En tanto que al también imputado Pou Castro le impuso una pena de 20 años de prisión.

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