Gobierno peruano decreta tres días de duelo por muerte del expresidente Alberto Fujimori

De agencias
LIMA. -El Gobierno peruano decretó desde este jueves un duelo nacional, que se extenderá por tres días, debido a la muerte del expresidente Alberto Fujimori, fallecido el miércoles a los 86 años.
El decreto supremo se publicó poco después de la medianoche en el diario oficial El Peruano y también decide otorgar a Fujimori «las honras fúnebres que corresponde al presidente de la República en ejercicio».
Durante estos tres días, el pabellón nacional se izará a media asta en todos los edificios públicos, instalaciones militares, bases, buques, locales policiales y demás instituciones del Estado, así como en las delegaciones diplomáticas.
Poco después de saber el deceso de Fujimori, el primer ministro, Gustavo Adrianzén, detalló que se había puesto en contacto con los familiares del expresidente para coordinar su funeral, de acuerdo al protocolo oficial.
Fujimori (1990-2000), murió este miércoles a los 86 años de edad, tras un deterioro en su salud durante las últimas jornadas asociado al cáncer que padecía.
«Después de una larga batalla contra el cáncer, nuestro padre, Alberto Fujimori acaba de partir al encuentro del Señor. Pedimos a quienes lo apreciaron nos acompañen con una oración por el eterno descanso de su alma. ¡Gracias por tanto, papá!», reza el mensaje que publicara su hija Keiko en las redes sociales.
El exmandatario, quien estuvo en la cárcel al ser condenado por delitos de lesa humanidad y posteriormente fue excarcelado en diciembre de 2023, falleció rodeado de sus familiares.
Poco antes, fuentes cercanas a la familia manifestaron que su estado de salud se agravó y, por tanto, se esperaba «lo peor». El hombre tenía cáncer en la lengua.
Hasta su deceso, el exmandatario estuvo rodeado de polémicas. Siempre negó los delitos que se le imputaron, aunque, en la mayor parte de los casos, quedaron probados.
Figura polémica
Nacido en Lima en 1938, en una familia de clase media integrada por una pareja de inmigrantes japoneses, Fujimori supo convertirse en una de las figuras políticas más importantes y poderosas en la historia del país.
Y de las más polarizantes, ya que todavía hoy existe un sector de la población que lo defiende y respalda su década de gestión, a pesar de los múltiples casos de corrupción y de las violaciones a los derechos humanos que se llevaron a cabo en esa época.
El argumento que suelen dar a su favor es que «puso orden» y terminó con la violencia política que arrastraba Perú en la década de los 80 con las guerrillas Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) como protagonistas. Pero, a cambio, Fujimori encabezó un régimen que se extendió gracias a un autogolpe de Estado y en el que las autoridades impusieron sus propias tácticas de terror.
Nada de ello podía anticiparse en el joven que en los años 50 se graduó de ingeniero agrónomo y que después se convirtió en profesor de la Universidad Nacional Agraria, luego en rector y, ya en 1987, en presidente de la Asamblea Nacional de Rectores. Parecía que la vida académica sería su destino.
Pero faltaban solo tres años para las elecciones que, contra todos los pronósticos, lo convertirían en presidente.
De las elecciones al autogolpe
En 1990, Fujimori se postuló por primera vez a la Presidencia de Perú. Era un candidato marginal, desconocido. La contienda la protagonizaban el escritor Mario Vargas Llosa, que era el amplio favorito, y Luis Alva, el abanderado del oficialismo que tenía todas las de perder, dado el desprestigio del entonces presidente Alan García.
Pero el rector universitario se erigió como el candidato sorpresa. En la primera vuelta, Vargas Llosa obtuvo el 32,5 % de los votos y Fujimori, el 29 %. Por primera vez en la historia de Perú, se tuvo que realizar un balotaje que se llevó a cabo el 10 de junio.
Fujimori arrasó con el 62 %. No tenía experiencia de Gobierno, ni en la política, ni un programa, ni equipo. Había ganado con la promesa de combatir al neoliberalismo, aunque de inmediato se convirtió en uno de sus representantes más fieles. Ofreció combatir la pobreza y la corrupción y terminar con los privilegios, pero hizo todo lo contrario.
A las mentiras de su campaña le sumó el autoritarismo. El 5 de abril de 1992, apenas dos años después de haberse colocado la banda presidencial, Fujimori encabezó un autogolpe de Estado al disolver, con el uso de las Fuerzas Armadas, el Congreso e intervenir el Poder Judicial. Dejó de ser un presidente para ejercer como dictador con plenos poderes.
Aunque en 1993 se emitió una nueva Constitución, la democracia peruana quedó herida de muerte.
Además, desde el inicio de su mandato, Fujimori contaba con el auxilio de Vladimiro Montesinos, su jefe del Servicio de Inteligencia Nacional, una de las figuras políticas más oscuras de América Latina y quien operó el entramado de corrupción y persecución a todo tipo de opositores. Hoy cumple una pena de 25 años de prisión, desde donde jamás ha dejado de ofrecer sobornos.
En 1992, el Gobierno tuvo dos hitos que dispararon una popularidad en favor de Fujimori que pervive hasta hoy: capturó a Víctor Polay Campos y a Abimael Guzmán, líderes del MRTA y Sendero Luminoso.
Fujimori saluda a guerrilleros de Sendero Luminoso que se rindieron el 19 de noviembre de 1992.
Gracias en parte a estas detenciones, el presidente se reeligió en 1995 con el 64 % de los votos. Es decir, más de los que había recibido apenas cinco años antes.