Farid KuryPerspectiva

Encuentro callejero con libros

Por Farid Kury

Colaboración/elCorreo.do

PERSPECTIVA: Hace como 5 años, salía yo del colegio adventista de La Romana, luego de participar en un conversatorio sobre mi libro «Minerva Mirabal: la Mariposa», cuando me encontré con un hombre parado en la acera del frente, en un parquecito, voceando a todo pulmón: «Vendo libros baratos».

No tenía ni un cliente. Todos pasaban rápido y no miraban al hombre ni a los libros. Yo funciono diferente.  A mí me es imposible no pararme a ver libros, aunque sea solo para verlos y hojearlos.

Antes de subir al vehículo y marcharme decido ver los libros. Me acerco, y de inmediato, descubro un libro que me podía interesar. Se trataba de una autobiografía de Golda Meir, quien fuera una de los fundadores del Estado israelí, y era la primera ministra de esa nación en la guerra de 1973 conocida con el nombre de La guerra de Yom Kipur.

Pregunto por el precio, y el hombre, como quien no sabe lo que está diciendo o vendiendo, me dice, 50 pesos. Obviamente, lo aparté inmediatamente, y seguí buscando. Y me encuentro con el  libro del emperador romano Marco Aurelio, titulado «Meditaciones». Antes de preguntarle el precio, el vendedor vio mi interés y dijo: ese también cuesta 50 pesos. Por supuesto, lo aparté sin decir media palabra.

Sigo buscando y me encuentro con el voluminoso libro de «El conde de Montecristo» del escritor francés Alejandro Dumas. Ese libro lo había leído, pero hacía mucho tiempo, y decido comprarlo. El hombre me dice: ese no cuesta 50 pesos, ese cuesta 200 pesos. A modo de majadería le pregunto: ¿Por qué ese doscientos? Porque ese es grande, tiene muchas páginas, ¿no ves? responde. Ah está bien, ya sé que el asunto es por la cantidad de páginas, le digo.

Por supuesto, lo aparto también. Sigo buscando y cuando ya me iba me encuentro con Edipo Rey del griego Sófocles. El hombre no me deja ni hojearlo y me grita: cincuenta pesos. El asunto es que compré esos cuatro libros por tan solo trescientos cincuenta pesos.

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El primero que leí fue la autobiografía de Golda Meir, y les aseguro que es una verdadera joya. En otro escenario hubiese pagado sin problema por lo menos dos mil pesos por ella. Luego leí Meditaciones, que son inspiraciones filosóficas muy útiles para la vida. Ese, más que libro de lectura, es de consulta permanente.

Corren los años, y hace unos meses me topé con un relato el Nobel de Literatura, el genial Gabriel García Márquez, donde narra un encuentro suyo con el ex presidente Bill Clinton, en el que participó además el escritor mexicano Carlos Fuentes. Se trató de una cena, que el escritor William Styron les ofreció en su casa veraniega de Marta’s Vineyard en agosto de 1995.

Bill era presidente del imperio norteamericano, y por supuesto, hablaron de temas de actualidad, y claro está, entre escritores de esa categoría, no podían faltar los temas literarios. García Márquez le preguntó a Clinton por su libro preferido, y éste dijo que era «Meditaciones». Carlos Fuentes dijo que era «El Conde de Montecristo» y García Márquez que era «Edipo Rey» de Sófocles.

Mi memoria dio vuelta atrás y recordé cómo había comprado en La Romana esos libros con apenas 300 pesos. Así son las cosas de la vida. Cuando leí el bello relato del Gabo me acordé de eso, y me sentí satisfecho. De inmediato fui a la habitación donde están mis libros y empecé a buscar a ver si aún permanecen ahí. Solo encontré la autobiografía de Golda Meir y Meditaciones de Marco Aurelio. No encontré  El conde de Montecristo ni Edipo Rey. A lo mejor se los presté a alguien y ese, sabiamente, decidió quedarse con ellos.

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