Perspectiva

Duarte: entre la Independencia y la Restauración (1 de 3)

Por Farid Kury

Colaboración/elCorreo.do

PERSPECTIVA: Quiero empezar mis palabras expresando mi gratitud al Ministerio de Educación por seleccionarme para exponer ante ustedes esta charla titulada: “Juan Pablo Duarte: entre la Independencia y la Restauración”. El tema es apasionante, como lo es todo lo relativo al padre fundador de la República. La Independencia, por supuesto, es el acontecimiento más importante en la historia de una nación. Y la guerra de La Restauración es, como dice el ilustre profesor Juan Bosch, “la página más notable de la historia dominicana”.

Pero, lamentablemente, es también la página más ignorada. Ese acontecimiento, que fue una guerra de independencia y una guerra social, fue un extraordinario esfuerzo colectivo donde las masas dominicanas, pusieron de manifiesto, de forma elocuente, su coraje contra el ejército español, veterano de mil batallas, y lo obligaron a abandonar derrotado el suelo dominicano.

El pueblo dominicano debe conocer a fondo, y si es preciso, en detalle, lo que fue esa guerra, y en el caso que nos ocupa hoy, debe conocer también, el papel del patricio Juan Pablo Duarte, tanto en la Independencia como en la Restauración. En esta última, el fundador de La Trinitaria, estando alejado en Venezuela, no perdió tiempo en demostrar, una vez más, su profundo amor por la patria. Tan pronto supo lo que ocurría en la patria mancillada regresó al país y se puso a disposición del gobierno restaurador, dispuesto a combatir y a morir por la restauración de la independencia usurpada.

Orígenes de Juan Pablo Duarte

Hijo de Juan José Duarte y de Manuela Díez Jiménez, Juan Pablo Duarte nació en Santo Domingo el 26 de enero de 1813. Gobernaba esta parte de la isla España, que, a raíz de la batalla de Palo Hincado de 1808, en la cual el caudillo Juan Sánchez Ramírez venció las tropas napoleónicas, había sido llamada para volver a dominarnos. Fue el período bautizado por el ingenio popular como “La España Boba”, en razón de que, teniendo que enfrentar en otros lados vientos independentistas, no se interesó por nosotros. Años después, en febrero de 1822, Haití, independizada en 1804, y dirigida en la ocasión por Jean Pierre Boyer, nos invadió, con lo cual puso fin a la pretendida independencia dominicana, proclamada el 1 de diciembre de 1821 por el Lic. José Núñez de Cáceres, y adscrita a la Gran Colombia de Simón Bolívar, conocida como “Independencia Efímera”.

Muchos dominicanos vieron con agrado la llegada de los haitianos, pero entre los que le desagradó estuvo el padre de Juan Pablo Duarte, quien tuvo el valor de negarse a firmar un documento de apoyo a esa ocupación. Juan Pablo Duarte fue creciendo junto a su familia en las calles de la amurallada ciudad de Santo Domingo, específicamente en el barrio de Santa Bárbara. Pero a los 17 años, fue enviado a España a estudiar, donde duró 2 años y pudo conocer los movimientos de independencia que soplaban por Europa. Al regresar al país se entregó en cuerpo y alma a la causa independentista, fundando el 16 de julio de 1838 la organización La Trinitaria, a través de la cual fue aglutinando el sentimiento patriótico y el deseo de separarnos de Haití. El mérito de Duarte es enorme. Pese a la escasa base humana y pese a que la clase social dominante era incrédula respecto a lograr la independencia, Duarte tuvo la fe de que era posible separarnos de Haití y al mismo tiempo lograr la anhelada independencia.

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Pero además de tener fe en la independencia, tuvo la visión de ejecutar pasos concretos para ese fin, haciendo alianza política formal con un sector haitiano llamado “los reformistas” que se oponían a Jean Pierre Boyer, y también produjo otra alianza con los hateros, que era el sector social dominante, y sin cuya participación era casi imposible lograr la independencia. Esas dos alianzas nos permiten afirmar que el patricio dominicano no sólo era patriota, y tenía visión y mucha fe en el porvenir dominicano, sino que además era un brillante exponente de la táctica política.

Del primer exilio a la Independencia

El 27 de febrero de 1844 encuentra a Juan Pablo Duarte exiliado en Curazao. El 10 de julio de 1843 el presidente Charles Hérard, al mando de un numeroso ejército entró al país e inició una persecución implacable contra los trinitarios, y específicamente contra Duarte. Hérard había derrocado a Boyer y se había quedado al frente del Estado haitiano con el triunfo del movimiento reformista en enero de 1843, pero obviamente no quería facilitar la independencia dominicana, que era el propósito de Duarte y los trinitarios.

Con los reformistas haitianos Duarte había decidido aliarse consciente de ello, pero entendía, y los hechos posteriores le dieron la razón, que sacado Boyer del poder se producirían acontecimientos importantes que ayudarían la independencia dominicana. Y exactamente así fue. Con el triunfo de La Reforma, muchos dominicanos, que al principio eran bastante escépticos, adquirieron conciencia de la importancia y la valía del movimiento trinitario, lo que le insufló confianza y optimismo, elementos imprescindibles para el éxito de cualquier empresa, máxime si se trata de la independencia de una nación.

Tan pronto se supo que aquí se agitaban los espíritus separatistas, Hérard vino con su ejército dispuesto a sofocarlos. Algunos trinitarios, como Matías Ramón Mella, fueron apresados, otros se escondieron, y otros, como Juan Pablo Duarte, hubieron de salir al exilio. El 2 de agosto de 1843 junto con Pedro Alejandrino Pina y Juan Isidro Pérez, de manera clandestina, Duarte embarcó hacia Venezuela, y el 15 de diciembre salió de Venezuela hacia Curazao.

Pero la forzosa salida de Duarte no detuvo la lucha independentista. La noche del 27 de febrero los trinitarios proclamaron la independencia, formando al otro día una Junta Central Gubernativa presidida por Sánchez que de inmediato envió a los pueblos del interior representantes para propagar la noticia y lograr la adhesión. Pero el 1 de marzo se formó otra Junta, esta vez presidida por Tomás Bobadilla, que de inmediato envió una comisión a curazao para informar a Duarte de los acontecimientos y traerlo de regreso a la patria. Efectivamente, el 8 de marzo, salió de curazao y la noche del 14 arribó al puerto de Santo Domingo, siendo recibido por Francisco del Rosario Sánchez y los sacerdotes de la capital, junto a una gran multitud, que lo proclamó como el Padre de la Patria.

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