
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: “Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien”. Víctor Hugo.
En la continuación del relato sobre el comportamiento de Danilo Medina y nuestro razonamiento sobre su ocaso gris, debemos remontarnos al comienzo de lo que vendría a ser el descalabro (aunque dilatado), del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
El 7 de noviembre de 2006, el entonces todopoderoso secretario de la Presidencia anuncia su renuncia de ese cargo, alegando que «se dedicará a labor partidista», obviamente para nadie era secreto que lo hacía para competir nuevamente por la candidatura presidencial del PLD, esta vez frente a Leonel Fernández.
Pero como todo cínico consumado, en ese momento «rechazó referirse al lanzamiento de su precandidatura presidencial en el PLD», les puedo asegurar, pues lo viví en primera persona en aquel momento en mi condición de miembro de ese partido, que los seguidores del presidente Fernández, y que ocupábamos algún puesto en el gobierno (no importa cual fuera), éramos víctimas de retaliaciones, persecución y hostigamientos de parte de las hordas danilistas en todo el país, pues como escribimos al inicio de estas líneas, Danilo se adueñó de ese partido, y ahí ya no había líneas partidarias, era “ordene y mande”.
Llegó el domingo 6 de mayo del 2007, día que se celebraron las internas del PLD, y como todo indicaba, y a pesar de las «situaciones relatadas ocurridas en ese proceso con la militancia peledeista», Leonel ganó fácilmente esa contienda interna al obtener 403 mil 577 votos, equivalentes al 71.55%, frente a los 160 mil 505 votos, para un 28.45%.
Irónicamente al momento de «reconocer» su derrota, este se encaramó sobre una jeepeta, para utilizar su famosa frase de que “el Estado se impuso”.
Para el proceso de campaña del 2008 prácticamente no participó en nada; recordemos que el 28 de octubre y el 11 de diciembre de 2007, nuestro país fue azotado por dos fenómenos meteorológicos, las tormentas Noel y Olga, en las cuales murieron 73 personas y otras 43 resultaron desaparecidas, mientras miles fueron evacuadas o rescatadas.
En ese momento trágico para el país y donde más se necesitaba de la unidad y trabajo del liderazgo político nacional, Danilo Medina salió del país rumbo a Panamá, es decir «arréglenselas como ustedes puedan», y para cerrar con «broche de oro» en el proceso del 2008, no fue hasta a última hora que se apareció a votar, es decir, cuando todo indicaba que Leonel Fernández estaba ganado por mucho, como para decir “voté y miren por quién”.
Su tortuoso camino a la presidencia
Pasamos a los eventos del domingo 26 de junio, donde nuevamente el señor de Arroyo Cano participa por tercera ocasión en busca de la candidatura presidencial del PLD, en la que le fue muy bien, ya que según los cómputos de ese proceso interno, Danilo Medina se alzó con la victoria con 907,015 votos (87.18%); José Tomás Pérez, 52,190 (5.02%); Francisco Domínguez Brito, 44,967 (4.32%), y Radhamés Segura, 36,176 (3.48%). Aunque todos sabemos los «arreglos entre compañeros» que se hacen para inflar esas cifras.
Obtenido el triunfo interno, había un serio problema, al igual que el 2000: la población votante no asimilaba a Medina como opción electoral, y en agosto del 2011, Hipólito Mejía aventajaba a Medina con casi 15%, pues Gallup-Hoy en aquel entonces daba Hipólito 47.9% y a Danilo 33.4%.
Tuvo Leonel que emplearse a fondo para levantar aquella carga tan pesada, y entre otras cosas, el 27 de noviembre del 2011 anunciar como candidata vicepresidencial a la entonces primera dama, Margarita Cedeño de Fernández, la creación de tres frentes de campaña, con el agregado a su favor de varias «hipolitadas» cometidas por su contrincante, lo que dio paso a la obtención de su codiciado sueño y trofeo: ser presidente de la República.