La virtual inutilidad de la ONU

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) surgió como el ente global que se ocuparía de evitar que estallara otro conflicto de la magnitud devastadora de la Segunda Guerra Mundial.
Fue creada con una arquitectura tan formidable que sus estructuras abarcan todos los ámbitos donde es posible que los seres humanos interactúen.
Sus agencias se ocupan de lo financiero, económico, bancario, sanitario, niñez, mujer, drogas, derechos humanos, comercio, refugiados, migraciones, trabajo, transporte, medio ambiente, en fin, todo.
Tiene un Consejo de Seguridad que debe ocuparse de las cuestiones cruciales, en especial, abordar de forma expedita los conflictos entre dos naciones o entre varias de ellas.
Sin embargo, ese mecanismo para dirimir controversias nació con un mal de origen que se llama derecho a veto, pues los cinco permanentes se torpedean mutuamente las cuestiones de gran envergadura cuando no convienen a sus intereses de potencias.
Es así como los Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido no permiten que nada avance, y muy regularmente hacen que el Consejo de Seguridad sea un espacio para la discusión bizantina.
¿Para qué sirve el Consejo de Seguridad en tales condiciones? Su accionar nos está diciendo que es para muy poco.
Pero más grave aún es que, no solo el Consejo está creciendo de sentido, sino que la propia ONU tampoco.
Dos hechos recientes han puesto a prueba la utilidad de la ONU.
Uno es el asalto que el Gobierno ecuatoriano realizó en la embajada de México en Quito, hecho por el cual ese país ha debido ser sancionado de la manera más severa posible, pues no puede tolerarse que sea el gobierno quien ordene atacar una sede diplomática que goza de privilegios.
Pero la ONU todavía no se pronuncia sobre ese hecho tan vergonzoso como reprochable.
El otro fue el bombardeo efectuado por aviones israelíes contra el consulado iraní en Damasco, capital de Siria, hecho por el cual el país afectado reaccionó atacando con misiles y drones a Israel.
Y estos episodios son tan graves que el mundo ha quedado en vilo, pues no se sabe el momento en que la situación escale a un deterioro del precario equilibrio mundial.
En fin, como la ONU está marcando un preocupante declive de sus orígenes, lo más aconsejable sería emplearse a fondo para reencauzarla o ir evaluando la posibilidad de buscar otro mecanismo.