Panorama

Redes sociales recuerdan este 31 de mayo firma del Frente Patriótico de 1996 que llevó a Leonel Fernández al poder

Redacción/elCorreo.do

SANTO DOMINGO: La red social Twitter sirvió de escenario virtual para que los usuarios recordaran este 31de mayo la firma del Frente Patriótico que permitió al entonces candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Leonel Fernández ganar por primera vez la Presidencia de la República con el respaldo del otrora presidente Joaquín Balaguer, líder del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).

Fernández había quedado en segundo lugar en las votaciones del 16 de mayo, con un 38 por ciento de los votos, en tanto que José Francisco Peña Gómez, líder del Partido Revolucionario dominicano (PRD), había ganado el primer lugar con un 47 por ciento. El tercer lugar correspondió a Jacinto Peynado, del gobernante PRSC, con un 14 por ciento.

Luis Córdova, uno de los usuarios de Twitter que refiere la fecha que se conmemora este martes, dice que el “31 de mayo de 1996, los líderes de los partidos Reformista Social Cristiano (PRSC) y de la Liberación Dominicana (PLD), Joaquín Balaguer y Juan Bosch, suscriben el pacto para el Frente Patriótico”, de respaldo -en segunda vuelta-, al candidato Leonel Fernández”.

Investigadores del tema político estiman que el Frente Patriótico fue el punto de partida para el surgimiento del nuevo liderazgo político dominicano, en el que Fernández ha jugado un rol determinante, con tres períodos constitucionales como Presidente de la República.

Antecedentes históricos del Frente Patriótico

Con la firma de lo que se conoció como el “Pacto por la Democracia” el 10 de agosto de 1994 que entre otras cosas se acordó acortar el período del Presidente Joaquín Balaguer a dos años, prohibir la reelección y convocar a nuevos comicios para el 16 de mayo de 1996, quedaba sellado el fin de una era y el nacimiento de otra en la vida política dominicana.

Con uno de los salones del Palacio Nacional como escenario, el Presidente Balaguer y el candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), José Francisco Peña Gómez junto a dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) anunciaron que se había “convenido y pactado” sancionar en la Asamblea Nacional los resultados ofrecidos por la Junta Central Electoral (JCE).

Originalmente, el nuevo gobierno sólo permanecería hasta el 27 de febrero de 1996, lo que se varió posteriormente, dejándolo hasta el 16 de agosto de ese año. “Los legisladores, Senadores y Diputados, electos en los comicios de 1994, y llamados a elaborar las reformas constitucionales previstas en este pacto, permanecerán en sus funciones hasta el 16 de agosto de 1998. Asimismo, los síndicos y regidores permanecerán también en sus funciones hasta el 16 de agosto de 1998”, dice el párrafo Uno.

Un elemento trascendental hacia el cambio a una nueva era en el que hacer político dominicano fue el acordado en el acápite 4 del segundo párrafo que establece “el sistema electoral de doble vuelta, el cual consiste en el hecho de que si en una primera ronda electoral ninguno de los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República obtuviese más de la mitad de los votos emitidos, se procederá a una segunda ronda o vuelta cuarenta y cinco días (45) días después de haberse celebrado la primera ronda, en la que sólo participarían los dos candidatos que hubiesen obtenido la mayor cantidad de votos en la primera ronda”.

Este último ingrediente sería determinante en el resultado del proceso electoral de 1996, en el que se ensayó por primera vez con el sistema de doble vuelta.

Orígenes del Pacto por la Democracia

Desde que comenzaron las impugnaciones al resultados de las elecciones del 16 de mayo de 1994 se observó que el poder norteamericano daba plena credibilidad a las denuncias de fraude por parte del doctor Peña Gómez, candidato del opositor PRD. El New York Times, periódico de mayor prestigio de los Estados Unidos, definió como “dudosa” la victoria de Balaguer y pidió a las autoridades de ese poderoso país que usara su influencia para garantizar resultados sin fraude.

En su libro Campañas y Crisis Electorales: la Experiencia Dominicana, la periodista Angela Peña refiere la posición del rotativo neoyorquino cuando sostenía que “si las versiones de fraude persistían y seguían siendo creíbles, debía informarse a Balaguer que los resultados no serían reconocidos por la comunidad internacional”.

Entre los argumentos más socorrido para descalificar las elecciones estuvo el alto número de personas que se quedó sin votar pese a tener sus cédulas de identidad y electora, que, sin embargo, al llegar a sus centros de votación descubrían que otro individuo había ejercido ese derecho en su lugar. Fue la que se llamó la suplantación del padrón.

El embajador saliente Pastorino, de los Estados Unidos figuró entre los diplomáticos que justificó abiertamente los alegatos del candidato opositor Peña Gómez, posición asumida también por su sucesora Donna H. Hrinak, quien plasmó sus objeciones públicamente, calificando el proceso como decepcionante, de acuerdo con declaraciones ofrecidas al  reportero Frank Núñez  para el vespertino ULTIMA HORA.

La actitud de Pastorino y de Hrinak fueron definidas como injerencia extranjera en los asuntos domésticos por el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, pronunciamientos que fueron respondidos al prelado mediante carta que fue del conocimiento público.

Con la ironía y la mala leche característica en Pastorino, le enrostró a López Rodríguez que un carguero norteamericano surto en el puerto de Santo Domingo se disponía a desmontar el sábado 25 de julio 321 contenedores con muebles y electrodomésticos para el Hogar de Ancianos San Francisco de Asís y las Hermanas de la Caridad, y que le gustaría saber si esa ayuda era también una acción injerencista.

El embajador yanqui dice textualmente al religioso dominicano: “de acuerdo con declaraciones previas de su Eminencia Reverendísima, el envío de este cargamento puede interpretarse como una injerencia en los asuntos internos de la República Dominicana. Mi pregunta es: Su Excelencia, deberíamos dejar a la República Dominicana sola en este caso y no brindar esa ayuda?”.

La embestida de Pastorino encontró la respuesta de López Rodríguez con otra carta que también fue de conocimiento público. Entre los reproches más contundentes al embajador, el Cardenal le dice que “su carta no me ha extrañado en absoluto, porque viéndole actuar como diplomático en nuestro país me pregunté en más de una ocasión, a qué institución privada o gubernamental dominicana Usted pertenecía para permitirse tantas libertades y moverse por la geografía nacional haciendo muchas veces declaraciones claramente reñidas con su investidura”.

Y agrega López Rodríguez que hasta llegó a pensar que el accionar de Pastorino “es un nuevo estilo diplomático, rarísimo por cierto, que está estrenando su poderoso país”.

El cruce de filípicas entre dos figuras preponderantes del mundo local en internacional quedó como uno de los tantos incidentes que en pocos meses escandalizaron la vida política dominicana. Lo cierto fue que todos esos enfrentamientos obligaron a la salida negociada que constituyó el Pacto por la Democracia.

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El veterano periodista Juan Bolívar Díaz, en un libro publicado bajo el título Trauma Electoral, sostiene que con el Pacto por la Democracia que recortó el período electoral de Balaguer se puso fin a las maniobras fraudulentas desde el poder para burlar el voto de los dominicanos.

Tras valorar el papel de la embajada norteamericana en ponerle fin al balaguerato, Díaz decía, refiriéndose al nonagenario estadista, que al juramentarse por séptima vez como Presidente de la República, la “historia le dará crédito por sus extraordinarias facultades para mantenerse en el poder, fruto de su talento político y de su capacidad para administrar la miseria material y moral que afectan a una parte considerable de los dominicanos”.

Concluyó el autor en que “los historiadores también deberán consignar que en 1994 fue la primera vez que se le puso límite a la trampería electoral. Aunque fuera con ayuda de la comunidad internacional”.

Un hecho que en ese período sombrío llenó de luto al país fue la desaparición el 26 de mayo del profesor Narciso González (Narcisazo), quien había pronunciado un discurso en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en el que calificaba de fraudulentos los recién celebrados comicios.

La periodista Peña, en su libro citado más arriba, dice que “el discurso en la UASD fue filmado y difundido por Teleantillas”, y en el mismo, “el profesor lanzó serias acusaciones contra funcionarios del régimen, por lo que fue socorrida la sospecha de que colaboradores del gobierno estuvieron vinculados a la misteriosa y nunca esclarecida pérdida”.

La periodista Peña dice también que días antes “Narcisazo había publicado un artículo en una revista de Nagua, La Muralla”, en la que afirmaba que Joaquín Balaguer “es lo más perverso que ha surgido en América”.
Narcisazo era paciente epiléptico, lo que en principio hizo pensar a su familia que había sido víctima de un ataque en la calle. Después de tres días de intensa búsqueda, se le consideró desaparecido hasta el día de hoy.

La nueva composición política con miras al 1996

En apenas dos años, entre 1994 y 1996, la ecología política dominicana se transformó completamente, creando un ambiente de recomposición de fuerzas y de negociaciones antes insospechadas en la lucha por el poder.

Nuevo Panorama político

Una leve pincelada muestra el nuevo panorama surgido en menos de 24 meses. Balaguer, eterno candidato reformista, quedó constitucionalmente impedido de participar en los comicios de 1996, mientras Bosch, líder y candidato del PLD, renunció a la actividad política el 19 de junio de 1994 mediante carta al Segundo Pleno Nacional de Dirigentes, tras considerar que había cumplido la misión patriótica y responsable “que nos impusimos en diciembre de 1973 cuando fundamos el PLD. Esa misión consistía en elevar los conocimientos y la conciencia política del pueblo dominicano”.

“Ahora, en estos momentos, podemos afirmar que el Partido de la Liberación Dominicana ha cumplido una parte importante del compromiso que nos impusimos, que fue el de luchar para completar la obra patriótica y republicana de Juan Pablo Duarte”, señalaba el político y escritor en su carta.

El Comité Central del PLD aceptó la renuncia de Bosch y decidió proclamar a su líder histórico Presidente Advitam, posición que acogió, mientras conservaba el aprecio de la dirigencia y militancia que orientara durante décadas.

El 27 de octubre del mismo año, los 28 senadores presentes en la sesión de ese día escogieron los miembros de una nueva Junta Central Electoral (JCE), presidida por el doctor César Estrella Sahdalá. Como miembros fueron seleccionados los juristas Rafael Vallejo Santelises, Juan Sully Bonelly, Aura Celeste Fernández y Luis Mora.

Como suplente del presidente se designó al doctor Jorge Subero Isa, junto a Francisco Díaz Morales, Luis Arias, Margarita Gil y Rafael Cáceres Rodríguez, con el mismo puesto para los demás miembros.

Decesos de importantes figuras políticas contribuyeron a cambiar el escenario, como fueron las de Luis Homero Lajara Burgos, el 24 de diciembre de 1994, presidente del Partido Demócrata Popular (PDP), y del licenciado Jacobo Majluta, el 2 de marzo de 1996, presidente del Partido Revolucionario Independiente (PRI).

Los principales partidos competidores, PRD, PLD y PRSC escogieron tempranamente sus candidatos presidenciales, en las figuras del doctor Peña Gómez, el doctor Fernández Reyna y el licenciado Jacinto Peynado Garrigosa, a la sazón vicepresidente de la República. Tuvieron como compañeros de boleta a Fernando Alvarez Bogaert, Jaime David Fernández Mirabal y Maribel Gassó.

La competencia llegó hasta el 16 de mayo de 1996 sin grandes incidencias ni novedades. Peña Gómez, el más veterano de los competidores, mantuvo un primer lugar en la preferencia del electorado, pero sin llegar al 50 por ciento más uno que exigía la ley electoral para ganar en la primera vuelta; Fernández Reyna, en un consolidado segundo lugar con gran ventaja sobre Peynado Garrigosa, quien fue dejado en la gatera, por el poco aliento que daba a su candidatura el presidente y líder de su partido.

Por más esfuerzos que hicieron los grupos en competencia, la tendencia no varió hasta llegar el día de las votaciones el 16 de mayo de 1996. Los cómputos de aquella prestigiosa JCE arrojó: Peña Gómez, Un millón 270 mil votos, para un 47 por ciento; Fernández Reyna, Un millón 76 mil 872, para un 38 por ciento, y Peynado Garrigosa 420 mil 560, un 14.9 por ciento, con una abstención estimada en un 20 por ciento.

Como establece la misma ley electoral, el 30 de junio había que volver a las urnas en una segunda vuelta, con la sola participación de los candidatos que ocuparon el primero y el segundo lugar. La gran tarea para Peña Gómez y Fernández Reyna consistió en procurarse los votos del descalificado Peynado Garrigosa y tratar de convencer al mayor número de indecisos que no acudieron a votar el 16 de mayo.

Como todos recordarán, fue una competencia de titanes que atomizó por completo la vida nacional, en el que se disputaron el poder dos poderosas coaliciones partidaria, por un lado el ya conocido Acuerdo de Santo Domingo, con Peña Gómez de candidato, y el creado en el proceso bajo el nombre de Frente Patriótico, con Fernández Reyna en la boleta presidencial. El resultado de ese choque de trenes trajo como resultado la nueva era política de la que hablaremos en lo adelante.

 

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