
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: El error más común en una contienda política es empezar por las propuestas (leyes, programas), sin antes activar la emoción con amenaza y esperanza. La gente necesita sentir por qué importa antes de escuchar el cómo. El uso de la narrativa no es un adorno retórico, sino el eje que organiza la percepción pública sobre candidatos, partidos y gobiernos.
En la contienda presidencial hacia 2028, tres fuerzas dominan el escenario político en la Republica Dominicana: El PRM, vigente partido de gobierno con fuerte cohesión interna, pero con un desafío sucesorio; por otro lado, la Fuerza del Pueblo (FP), liderada por Leonel Fernández, se ha consolidado como la principal de oposición, y por último el PLD que atraviesa una profunda crisis tras su menor votación reciente.
El PRM sigue una narrativa de continuidad institucional, estabilidad y reforma, su fortaleza principal está en que aún goza del respaldo popular “mantener lo avanzado”, pero el vacío consiste en su falta de voz y que sus aspirantes carecen aún de propuestas narrativas diferenciadas, lo que quiere decir que la narrativa existe como marco (éxitos, gobernabilidad), pero falta que los aspirantes la personifiquen con relatos personales fuertes y diferenciados, ya que en este momento la narrativa del PRM depende demasiado de la figura presidencial.
En la FP, por su parte, se construye desde una narrativa de ruptura y continuidad boschista-patriótica, vinculada al legado histórico bochista, al liderazgo de Leonel Fernández y a su crecimiento. Leonel Fernández ha enmarcado su discurso en el ascenso electoral de su partido, destacando cómo FP pasó de un 3.5 % en las municipales de 2020, a un 15 % en 2024.
Esa evolución se ha presentado como símbolo de un despertar popular y fuerza emergente con una narrativa identitaria fuerte, que apela a la memoria y a la resistencia democrática; pero tiene un vacío narrativo en la necesidad de traducir legado en propuestas concretas y el peligro de generar una tensión entre pasado y futuro. La narrativa puede fragmentarse entre experiencia y relevo sin una transición clara. En este caso, si tiene narrativa consolidada, debe traducirla en agenda programática clara para mantener resonancia.
El PLD busca un reencuentro épico tras su baja votación en 2024. Abel Martínez fue proclamado candidato presidencial del PLD, pero llegó como aspirante en tercer lugar en 2024, con apenas el 10 % del voto, evidenciando la crisis del partido como alternativa viable. Actualmente enfrenta una narrativa vacía. Aunque históricamente era vinculado al progreso y modernidad, hoy carece de un discurso que reconecte con la ciudadanía y lo agrava el hecho de que arrastra desgaste por acusaciones de corrupción y desconexión con las demandas del presente. Su relato tiende a sonar defensivo o nostálgico.
Algo común a los tres partidos es la ausencia como voceros oficiales de sus secretarios generales en el relato, con el agravante que la mayoría de los ciudadanos ni siquiera pueden pronunciar sus nombres.
Como advierte George Lakoff, quien controla el marco del debate lo domina. El PRM mantiene esa posición, pero necesita dotar de voz narrativa a quienes competirán por su nominación. La FP ya tiene marco, le toca ahora avanzar en propuestas que fortalezcan ese relato. El PLD, en cambio, debe reinventarse narrativamente desde la integridad para volver al debate público.
(La próxima entrega versará sobre la narrativa de los aspirantes a candidatos)