
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: Uno de los defectos de mayores consecuencias negativas que puede tener un político es la imprudencia. Y por vía de consecuencias, la prudencia es una de las virtudes más positiva, que libra al político de muchos males.
En política la imprudencia es nociva, mientras que la prudencia es un don. El imprudente vive cometiendo errores y labra sus propias derrotas, y el prudente trilla el camino del triunfo.
La prudencia puede resultar la clave para el éxito de cualquier actividad, no importa el índole que sea. Cuando reina la imprudencia viene el derrumbe, el fracaso.
La imprudencia ha llevado a muchos al fracaso y a la muerte. Veamos algunos ejemplos, de tantos que hay:
La imprudencia de los japoneses fue Pearl Harbor y pagaron muy caro esa imprudencia, con dos bombas atómicas y una humillante rendición incondicional.
La imprudencia de Hitler fue atacar a la Unión Soviética en 1941. Ese error lo llevó a abrir un gran frente en el Este, además del que tenía en el Oeste. Tuvo al final que suicidarse junto a Eva Braun, la mujer con la que días antes se había casado, al ver que los rusos iban a Berlín por él. Stalin quería capturarlo y exhibirlo en Moscú.
La imprudencia de Trujillo fue secuestrar a Jesús de Galíndez en territorio norteamericano, y posteriormente, el asesinato de las hermanas Mirabal. El Jefe pagó con su vida esos errores.
La imprudencia de Pedro Santana fue la anexión del país a España. Esa Anexión, lo llevó a ganar el título de traidor, y le trajo muchos inconvenientes con los propios españoles. Algunos historiadores sostienen que días antes de morir fue citado por el ejército español para ser enjuiciado por una corte marcial, lo que le provocó una depresión crónica, y su posterior muerte en circunstancias aun del todo no aclaradas.
La imprudencia de Horacio Vásquez fue primero extender su período y luego reformar la constitución en 1929 para reelegirse. Fue sacado del poder y enviado al exilio acabando con una carrera política que había sido gloriosa.
La imprudencia de Osama Ben Laden fue los ataques del 11 de septiembre del 2001. Ya sabemos donde está Osama, en el fondo del mar.
La imprudencia de Saddam Hussein fue ocupar en 1990 a Kuwait para apoderarse de su petróleo. Esa ocupación desencadenó una serie de acontecimientos que terminaron cuando fue encontrado en un pequeño túnel donde apenas cabía su cuerpo. Fue enjuiciado y ahorcado, que es la más deshonrosa muerte en el mundo árabe.
La imprudencia de Muamar El Gadafi fue ser el autor intelectual del atentado contra el vuelo 103 de Pan Am de la aerolínea norteamericana, donde murieron 289 personas. Meses después, septiembre de 1989, también se perpetró el atentado contra el avión de UTA donde murieron 170 personas. Se comprobó que la inteligencia libia tuvo que ver con esos ataques. Los acusados del criminal atentado contra Pan am se refugiaron en Libia, donde fueron protegidos por mucho tiempo por el líder libio, antes de ser entregados y procesados producto de la presión internacional. Esos atentados nunca fueron olvidados, y cuando llegó el momento, las potencias occidentales cobraron esa deuda, asesinando a Muamar el Gadafi de la peor manera.
Observando la guerra que se está llevando a cabo en Ucrania se me ocurre pensar que tanto la OTAN como el presidente ruso han sido imprudentes. No han obrado con la prudencia debida para mantener la paz mundial.
La OTAN ha sido muy imprudente con querer cercar a Rusia ensanchando sus fronteras con naciones de la ex Unión Soviética. Esa política no fue prudente y debieron saber que en algún momento Putin iba a decir basta ya.
Sin embargo, soy del criterio que eso no justifica la guerra en Ucrania. La puede explicar, pero no justificar.
Putin, invocando argumento de seguridad, ha respondido a la imprudencia de la OTAN con otra imprudencia, porque eso y no otra cosa es la acción de meter tropas en Ucrania.
¿Hacia donde nos conducirán ese derroche de imprudencias y falta de razón?
Definitivamente, la prudencia, que es ese don natural que lleva a las personas a entender hasta donde pueden llegar, o que pueden hacer y que no, muchas veces, es la diferencia entre perder y ganar. Putin, aunque se imponga en Ucrania a sangre y fuego, ya está en el camino de perder.
Ojalá que los actores de esa funesta guerra entiendan que llegó el momento de pasar de la imprudencia a la prudencia. Y la prudencia aconseja que Ucrania desista por un buen tiempo de su propósito de ingresar a la OTAN y Rusia se retire de Ucrania.