Perspectiva

Franklin Almeyda in memoriam

Redacción/elCorreo.do

PERSPECTIVA: Mi comunismo, arraigado al culminar la gesta patriótica del 24 de abril de 1965, tal vez impidió que me convirtiera en fundador del Partido de la Liberación Dominicana, aquel diciembre de 1973 cuando el profesor Juan Bosch y Gaviño fundara ese partido político.

Era octubre de 1969 cuando, impulsado por la fina visión de mi madre, llegué al populoso barrio de Los Mina en lo que ya era la calle San Vicente de Paúl, próximo a lo que sería, años después, «el puente de la 17». Mi equipaje era sencillo: una caja de cartón como maleta y una cama de hierro tipo «colombina». El propósito era único:  estudiar Ingeniería Civil en la UASD.

La lejanía hacía difícil la llegada a la Universidad, que se hacía en las siempre «llenas» guaguas de la institución académica, pagando 5 centavos en las destartaladas guaguas públicas, 15 centavos en carro público o «pidiendo una bola» a un conchista miembro de UNACHOSIN.

 Al entrar al Colegio Universitario (llamado CU), mi afición por la Física rápidamente me relacionó con el profesor de la materia, ingeniero civil José Aponte, quien al no tener monitor se hacía auxiliar de un servidor que le ayudaba a la evaluación de exámenes y pruebines.

Franklin Almeyda Rancier, director del CU.

Iniciado el segundo semestre, me tocó nuevamente, en Física 012, tener como profesor al ingeniero Aponte, quien me recomendó ante la dirección del CU como monitor de esa asignatura. Así entré en contacto con el joven abogado y catedrático, Franklin Almeyda Rancier, pues era la vía administrativa para entrar como monitor de Física, materia ésta que era una especie de terror para la gran mayoría de los estudiantes.

Al entrar por primera vez «al cuartico», desde donde despachaba el director del CU, quien me abrió la puerta fue el gran—después patriota y guerrillero, ingeniero civil Hamlet Hermann. Ya ante Franklin, y luego del saludo de rigor, comenzó a hacerme preguntas, que bajo el «temblar de piernas» yo fui respondiendo.

De hablar pausado, llano y sencillo, lo que más me sorprendió fue su juventud para un cargo tan importante. Me lució, que, a mediados de 1970 cuando la entrevista, no llegaba a los 30 años de edad. Por lo menos 3 veces a la semana me entrevistaba con el Dr. Almeyda Rancier y fue así que al formarse el PLD en diciembre de 1973, fui contactado por él y por el Dr. Juan Bosco Guerrero para que formara parte del nuevo partido. Había conocido a Bosco Guerrero, quien era director de Bienestar Estudiantil de la UASD, y en esa calidad me ayudó a conseguir un crédito educativo cuyo monto era de 40 pesos mensuales.

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Para la cristalización de la nueva iniciativa de Juan Bosch, no fui conquistado, pues mis ideales seguían siendo acorde con el pensamiento de Lenin, Mao Tse Tung y Ho Chi Ming.

Otra vez Franklin…

Si mal no recuerdo, para 1986, siendo Almeyda Rancier Rector de la UASD, se creó la extensión de la academia en Neiba. Al año siguiente, 1987, fuimos designados como encargado de Inapa, para esa región, con asiento en Neiba.

La extensión de la UASD en Neiba estaba bajo la dirección de mi difunto amigo, ing. Agrónomo Freddy Mariano. Fue así que en ese mismo año 1987, 14 años después de mi último contacto con Franklin, una noche el profesor Mariano me invitó al casino de Neiba a una reunión pautada con el Rector Magnífico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Dr. Franklin Almeyda Rancier.

Terminada su exposición sobre sus propósitos para con la Universidad del Estado en Neiba, el director de la extensión uasdiana trató de presentarme ante el rector como un buen prospecto para profesor de Física y Matemáticas en la extensión de Neiba. No había terminado el ing. Mariano mi presentación, cuando Almeyda lo interrumpió para decirle: «Ese es Castillo Garó, me imagino que estudió Física porque él, en mi gestión como director del Colegio Universitario (CU), fue designado monitor de Física». Esa fue la última vez que tuve el privilegio de tener contacto directo con ese gran ser humano y político dominicano, quien falleció el pasado viernes a la edad de 83 años.

¡Descanse en paz, profesor Almeyda Rancier!

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