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Este miércoles se cumplen 56 años de la muerte en combate del héroe nacional Fernández Domínguez

Por Juan Acosta R.

Redacción/elCorreo.do

SANTO DOMINGO: Al cumplirse este miércoles el 56 aniversario de la caída en combate del héroe nacional, coronel E.N. Rafael Fernández Domínguez, seis días después de su retorno al país desde Puerto Rico, al intentar la toma del Palacio Nacional, 19 de mayo de 1965.

La sede del Poder Ejecutivo estaba ocupada por tropas que respondían a los golpistas con el respaldo de soldados de intervención estadounidenses y otros cuatro países del hemisferio.

Su muerte se produjo junto a Juan Miguel Román, Euclides Morillo, José Jiménez e Ilio Capozzi, en la calle 30 de marzo, en la intersección con la calle Abreu, en el sector San Carlos de la Capital.

Muchas y variadas son las anécdotas que relatan acerca del carácter, responsabilidad, visión de futuro y don de mando que adornaron al líder del movimiento conspirativo político cívico-militar y policial, primero a los fines de evitar y golpe de estado contra el gobierno del presidente Juan Bosch y luego para restituirlo.

Entre otras resaltan las del presidente Bosch, quien recordó la llamada que recibió en su residencia de San Juan, Puerto Rico, pasadas las 12 de la madrugada del 20 de mayo de 1965.

Refiere que con esa llamada fue enterado de la noticia de su muerte, al ser alcanzado por balas norteamericanas. “Eran algo más de las 12 de la noche y yo me sentí sacudido de adentro hacia afuera”, recordó.

En su testimonio sobre el acontecimiento, el depuesto gobernante significó que para él “lo que había caído en tierra dominicana no era un hombre, era una estrella; y no lloré porque en las horas de la adversidad los hombres que tienen responsabilidades no pueden llorar”.

“Pedí que se le rindieran honores de general muerto en campaña; después cerré el teléfono y estuve un rato concentrado en mí mismo; luego lo levanté para llamar a Arlette (la viuda de Fernández Domínguez), pero no lo hice”, continuó.

“Fue en la mañana del día siguiente”, agregó, “cuando hablé con ella y le comuniqué que su marido, tan joven y tan gallardo, había muerto en Santo Domingo”, (porque ésta se encontraba igual que Bosch exiliado en la vecina isla).

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“Le transmití la noticia con dolor, pero sin pena. No me sentía apenado porque sabía que para Rafael Tomás Fernández Domínguez, la carrera militar no significaba privilegio sino una oportunidad que le había brindado el destino y que él aprovecharía para servirle a su patria”.

El respeto a la patria

El ex capitán del EN, Lorenzo Sención Silverio, fue el oficial subalterno más próximo al mártir de mayo 1965, narró uno de los muchos acontecimientos de los que fue testigo ocular.

“En los años 50 venían aquí muchos barcos de guerra americanos (estadounidense JAR). A los marinos los tiraban a la calle, hacían toda clase de desórdenes, tropelías y uno de esos, el coronel Fernández Domínguez, que era entonces cadete, pasaba frente a la Puerta del Conde y encuentra un marino americano burlándose del Altar de la Patria y la bandera dominicana, allá arriba”, afirma.

Continuó señalando que “el cadete Fernández Domínguez subió y bajó al marino a patadas limpias. Cuando sus superiores lo llamaron para que explicara su conducta, de un cadete liado (sic) a puños con un marino americano, éste respondió:

“Los americanos tienen la tumba del soldado desconocido y eso es sagrado para ellos. Si el presidente de los Estados Unidos viene aquí a violar nuestra bandera y a burlarse de nuestro monumento más sagrado, yo también lo bajo a patadas”.

El fusil  que perteneció al «Jefe»

Un episodio emocionante es el que se refiere al fusil que siempre le acompañó y con el que cayó la tarde-noche del 19 de mayo. El arma se la había regalado una fábrica de armas al dictador Rafael Trujillo cuando le hizo una venta de armas y a la muerte del “Jefe”, fue a manos de Fernández Domínguez.

Tanto cariño le tomó el militar a ese fusil, que llegó a proclamar que “con este fusil o caigo yo o la República Dominicana será libre para siempre”.

Esas palabras se cumplieron porque con ese fusil cayó en la “Operación Lazo”, como se llamó el intento de tomar el Palacio Nacional, hace 56 años.

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