Frank NuñezPerspectiva

El termómetro del Año Nuevo

Por Frank Núñez

Colaboración/elCorreo.do

 PERSPECTIVA: Entre los matices que reflejan los períodos navideños, con los fines y principios de años incluidos, está la observación de los cambios que va registrando la sociedad, confirmando el ritmo ambivalente de la Historia del que habló el filósofo católico francés Jacques Maritain, quien planteó hace unos años que avanzamos por un lado y retrocedemos por el otro.

Lo primero que se observa es el tipo de fenómenos que provocan el interés de las mayorías, mientras el desinterés crece en asuntos que otrora preocupaban a la población. Ocurre que en la sociedad actual los ciudadanos abandonaron esa condición para convertirse en consumidores.

Dos o tres décadas atrás, los resúmenes de fin de año que producían los medios de comunicación se referían a temas políticos, económicos y sociales, ahora todo se concentró en el beso que le dio una fanática al bachatero Romeo, lo que decretó el divorcio con el esposo de la susodicha.

En un país donde una decisión del Tribunal Constitucional, en la que se establece el mecanismo de llevar candidaturas independientes a los cargos electivos, poniendo en peligro el sistema de partidos, los medios convencionales y las redes sociales dan mayores espacios al contrato millonario del pelotero Juan Soto, cuya hazaña económica opaca los méritos acumulados de todos los dominicanos que ya se encuentran en el Salón de la Fama de Cooperstown.

Hay que preguntarse, ¿en qué está el Congreso Nacional? Primero el Tribunal Constitucional le anula leyes como la que creaba la nueva Dirección Nacional de Investigaciones (DNI) y ahora aprueba una “legislación” que permitirá que los “independientes” desplacen a los actuales diputados y senadores que lo componen.

De igual manera, asuntos que deben ser conocidos por los legisladores previo a la aprobación de nuevas leyes se tratan como hechos consumados, resaltándose las fusiones y eliminaciones de instituciones oficiales creadas por ley, lo que obliga a la creación de nuevas legislaciones, para derogar las existentes con la consiguiente promulgación del Poder Ejecutivo.

Los teóricos de la posmodernidad, como Mario Vargas Llosa, que defirió la actual como la Sociedad del Espectáculo, han sido superados por la realidad en el caso dominicano. Un país con tantas amenazas, por asuntos migratorios, climatológicos y de crisis familiar, exhibe un desinterés patético por los temas que determinan su existencia.

Intereses particulares, como el del Colegio Médico Dominicano (CMD), que ocupa “militarmente” la sede del Sistema Nacional de Salud exigiendo que les aumenten los sueldos a los profesionales de la medicina, compiten con los de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), que por cualquier quítame esta paja se van a huelga, dejando si clases a los hijos de los pobres.

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Ocurre que cuando usted investiga los salarios que se paga en las clínicas y los colegios privados a médicos y profesores están por debajo de los que se perciben en el sector público. Y ahí no hacen huelga los médicos del CDM ni los profesores de la ADP. Puedo afirmar sin la menor vacilación, que, desde el punto de vista ético, esos sindicalistas de la salud y la educación, ni son médicos ni son profesores.

El más triste espectáculos se observa en los partidos políticos, que prácticamente han dejado sin orientación a sus militancias, cada vez más desinteresadas en lo que antes se conocía como doctrina o ideología. En el caso del gobernante Partido Revolucionario Moderno (PRM) no se observa una defensa a la gestión de su presidente Luis Abinader, en tanto que la oposición lo único que hace es criticar lo que hace el gobierno sin plantear soluciones a los problemas, con una visible ignorancia sobre los asuntos que suelen censurar.

El desinterés ciudadano por los temas nacionales es peligroso. La falta de pasión política, lo que se está trasladando incluso a la religión y los deportes puede conducir a que se extinga la nación. El 2024 fue un año electoral que con la abstención mostró el lado oscuro del desinterés.

Ezequiel Molina, al encabezar la Batalla de la Fe de este primero de enero, en el mismo lugar que la fanática le dio el beso a Romeo, dijo que por cada mujer exitosa, laboral o empresarialmente, hay un hogar abandonado. El octogenario predicador protestante, a quien he criticado en ocasiones anteriores, coincide esta vez con el católico Maritain en que la Historia tiene una marcha ambivalente, que avanza por un lado y retrocede por el otro.

Molina ahora, como Maritain en su tiempo, se vieron obligados a coincidir con Jesús de Nazaret, cuya natividad celebramos en diciembre, en que “no solo de pan vive el hombre” y en que de nada le sirve al hombre ganar el mundo y perder el alma. El alma se pierde cuando dejamos de apasionarnos por algo, lo que se refleja en el desinterés por los temas trascendentales de la Nación. Estamos a tiempos de provocar un despertar ciudadano.

franknunez463@gmail.com

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