
Colaboracion/elCorreo.do
PERSPECTUVA: Asistí ayer con cierto resquemor a un acto en Palacio en que el presidente Luis Abinader encabezó el lanzamiento de un diplomado en periodismo ético.
Me resultaba chocante que la Presidencia de la República auspiciara una iniciativa de esa naturaleza.
Previo al inicio de la ceremonia, le comenté al periodista Adalberto Grullón que en mis clases de Derecho de Prensa dejo claro a los alumnos que el periodismo se ejerce contra el poder.
¿Cómo conciliar, entonces, el esfuerzo del Presidente con este predicamento? Le dije a mi interlocutor: “El periodismo se ejerce contra los que gobiernan, de lo contrario será cualquier cosa, menos periodismo”.
Luego reflexioné sobre un artículo que escribí en esta misma columna, en el cual relaté los convulsos acontecimientos de marzo de 1815, cuando Napoleón Bonaparte había desembarcado en Portoferraio con una legión de hombres para derrocar la monarquía borbónica y retomar el poder luego de un año de exilio en Alba.
Cuando en París se dieron noticias del avance de su pequeño ejército, la prensa leal a Luis XVIII emborronaba cuartillas diciendo: “el monstruo escapó de su lugar de destierro”.
En la medida en que el Emperador avanzaba hacia la metrópolis, esa misma prensa afirmaba que Bonaparte tenía que ser conducido a la capital francesa en jaula de hierro.
El diario opositor Le Moniteur titulaba día tras días: “el monstruo ha avanzando hasta Grenoble”, “el tirano está ahora en Lyon”, hasta que, en el transcurso de los días Bonaparte logró intimidar a los periodistas, y el mismo diario ya cooptado publicaba; “ayer por la tarde su Majestad, el Emperador, hizo pública entrada en las Tullerías. Nada puede exceder el regocijo universal”.
El patetismo de ese episodio cuenta cuál es el designio de una prensa que se arrodilla ante el poder.
“Sólo la prensa independiente puede denunciar al monstruo que se escapa”, pensé mientras me preparaba para escuchar impertérrito al Presidente.
Tras de un par de superlativos, “excelentísimos”, el mandatario tomó la palabra: “como Presidente y como ciudadano, siempre estaré en contra de toda intervención que coarte las libertades, que imponga opiniones o marque líneas rojas a los profesionales del periodismo y a los medios de comunicación”, dijo el gobernante tras desarrollar una línea argumentativa en ese sentido.
Después de sus palabras comprendí que hay en Luis Abinader un interés de diferenciarse de la triste aventura por el poder de Danilo Medina y su pervertida relación con una prensa que cooptó.
Como dijeron Mercedes Castillo, presidenta del Colegio de Periodistas (CDP), y Persio Maldonado, hay que darle un voto de confianza al presidente Abinader en la tarea urgente de adecentar la relación del poder con el periodismo.