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El papa Francisco oficia la misa del Domingo de Ramos

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CIUDAD DEL VATICANO (AP) — Con un largo abrigo y pese a la voz ronca, el papa Francisco ofició la misa del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano ante decenas de miles de fieles, al día siguiente de recibir el alta tras una hospitalización por bronquitis.

El sol asomó entre las nubes durante la misa, una de las más largas del calendario eclesiástico, mientras Francisco, con ropajes rojos sobre el abrigo, se sentaba en una silla bajo palio en la plaza.

El papa ocupó su lugar tras seguir en el papamóvil, con una palma trenzada en la mano, a la larga y solemne procesión de cardenales, prelados y fieles. Cada participante llevaba ramas de oliva o palmas.

Francisco, de 86 años, recibió antibióticos por vía intravenosa durante su estancia de tres días en el hospital. Había aparecido por última vez en la Plaza de San Pedro para su audiencia semanal del miércoles, antes de ser conducido a la Policlínica Gemelli de Roma ese mismo día por encontrarse mal.

El papa Francisco oficia la misa del Domingo de Ramos

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El papa Francisco bendice a los fieles con ramas de olivo y palma antes de la misa del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el domingo 2 de abril de 2023, al día siguiente de ser dado de alta del Hospital Universitario Agostino Gemelli en Roma, donde fue atendido por una bronquitis. (AP Foto/Filippo Monteforte, pool)
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CIUDAD DEL VATICANO (AP) — Con un largo abrigo y pese a la voz ronca, el papa Francisco ofició la misa del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano ante decenas de miles de fieles, al día siguiente de recibir el alta tras una hospitalización por bronquitis.

El sol asomó entre las nubes durante la misa, una de las más largas del calendario eclesiástico, mientras Francisco, con ropajes rojos sobre el abrigo, se sentaba en una silla bajo palio en la plaza.

El papa ocupó su lugar tras seguir en el papamóvil, con una palma trenzada en la mano, a la larga y solemne procesión de cardenales, prelados y fieles. Cada participante llevaba ramas de oliva o palmas.

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Francisco, de 86 años, recibió antibióticos por vía intravenosa durante su estancia de tres días en el hospital. Había aparecido por última vez en la Plaza de San Pedro para su audiencia semanal del miércoles, antes de ser conducido a la Policlínica Gemelli de Roma ese mismo día por encontrarse mal.

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Su voz sonó firme al inicio de la ceremonia, aunque más tarde se resintió. Pese a la ronquera, Francisco leyó un discurso de 15 minutos y en ocasiones añadió comentarios improvisados para hacer hincapié en algo o recalcó sus palabras con gestos de la mano.

La homilía se centró en los momentos en los que la gente siente “dolor extremo, amor que fracasa o se ve rechazada o traicionada”. Mencionó a “niños que se ven rechazados o abortados”, matrimonios fallidos y “formas de exclusión social, injusticia y opresión (y) la soledad de la enfermedad”.

Desviándose del discurso preparado, Francisco habló sobre un hombre alemán sin techo que murió “solo, abandonado” bajo la columnata que rodea la Plaza de San Pedro, donde a menudo duermen personas sin hogar.

“También yo necesito que Jesús me acaricie”, dijo Francisco.

La preocupación por el abandono marcó su homilía. “Pueblos enteros son explotados y abandonados, los pobres viven en nuestras calles y miramos a otro lado. Los migrantes ya no son rostros, sino números, los prisioneros son desheredados, la gente es descartada como problemas”, dijo Francisco.

El papa también se refirió a los “jóvenes que sienten un gran vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor” y que “no encuentran otro camino que el suicidio”.

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