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¿A quién beneficia el crimen?

Por Frank Núñez

Colaboración/elCorreo.do

 PERSPECTIVA: De manera cíclica, cada vez más frecuente, la sociedad dominicana reacciona consternada por un vil asesinato cometido por miembros de la Policía Nacional. De la pareja de esposos evangélicos en Villa Altagracia caímos en la joven arquitecta en Boca Chica, para recalar en el homicidio del joven David de los Santos, en el destacamento del ensanche Naco, Distrito Nacional.

Es una pena que gente despistada quiera politizar un tema como el de los abusos en los cuarteles, que debiera tratarse con objetividad y rigor científico. En todos los gobiernos que ha tenido la República Dominicana postrujillista han caído personas de la población civil, víctimas de los excesos policiales en los destacamentos y en las vías públicas.

Las estadísticas están ahí, desde los 12 Años de Balaguer, pasando por las administraciones de Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, en el retorno de Balaguer, el primer período de Leonel Fernández, el cuatrienio de Hipólito Mejía, de nuevo Leonel con ocho años, los ocho de Danilo Medina y ahora los casi dos del presidente Luis Abinader.

Tal vez un “suizo” se confunda y piense que es ahora que a un jefe policial lo bautiza con el mote de “El Cirujano” o que la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos pide sancionar al país por las llamadas ejecuciones extrajudiciales.

De manera sistemática hemos visto en medios convencionales y redes sociales tratar el horrendo caso del joven David de los Santos como si se tratara de un crimen de Estado, lo que podría contribuir a que el mismo no sea debidamente esclarecido, hasta llegar a las verdaderas causas del hecho y descubrir a cualquier posible autor intelectual, al que el fenecido habría perjudicado material o sentimentalmente.

Muchas familias, incluida la de quien esto escribe, han perdido miembros a manos de agentes policiales, desde que el sicariato se instauró en el enfermizo cuerpo social dominicano.

Y viene la pegunta con la que nos hacían reflexionar los viejos maestros del Derecho en la materia de criminología. Los expertos afirmaban que todo investigador de un homicidio, al iniciar sus pesquisas, lo primero que debía preguntarse era, ¿a quién beneficia el crimen? Existe la especulación de que la muerte de las Hermanas Mirabal pudo haber sido planificada por enemigos del régimen trujillista de manera que la imagen del dictador llegara a deteriorarse tanto que su poder se volviera insostenible.

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Como ocurrió con el caso de la pareja de evangélicos en Villa Altagracia, el de la joven arquitecta en Boca Chica y ahora con David de los Santos en el destacamento del Naco, los policías acusados han sido enviados a la cárcel, suspendidos y cancelados. Un crimen contra un ciudadano jamás podría beneficiar a un gobierno, por el contrario, le perjudica.

Pero como nunca falta un “suizo”, hay que recordar que un problema viejo ha estado siendo presentado como si hubiera comenzado con el gobierno de Luis Abinader, lo que es una manipulación y una irresponsabilidad. Hay que resaltar que el sicariato ha estado utilizando agentes policiales y de los cuerpos armadas para eliminar ciudadanos.

Como ocurre siempre, la invocación a la reforma policial ha sido una constante en estos días, como si esa iniciativa del jefe del Estado fuera la panacea, ante un crimen en el que también participaron civiles, partiendo de un incidente escenificado en una plaza comercial de la zona céntrica de la ciudad capital.

De verdad que hay que reformar la policía para adecuarla a los nuevos tiempos. Pero también hay que poner algún freno a la politiquería barata con ese tema. Si hay un gran perjudicado de crímenes como el que aquí comentamos es cualquier gobierno que, sin tener participación en el hecho, está obligado ante la ciudadanía a investigarlo y castigar a los verdaderos culpables.

¿A quién beneficia el crimen? A nadie, pese a que tal vez voceros de la oposición pudieran pensar que saldrían gananciosos. Debemos concluir que en la historia reciente de la República Dominicana hay más de un crimen por aclarar como consecuencia de la politización del suceso. Ojalá no pase lo mismo con el joven David de los Santos, cuya muerte nos enlutece a todos.

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