
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: A juzgar por las reacciones en redes y en otros medios— no por la lluvia caída, que tenía su lado positivo—, al presidente Luis Abinader esta vez no le habría ido tan bien en Santiago, como en salidas anteriores, con la presentación de memorias de sus dos primeros años de gestión, en el escenario norteño que en su momento utilizaron los expresidentes Juan Bosch y Salvador Jorge Blanco.
Y no sería extraño, a partir de la experiencia de que—coincidiendo con la reactivación de los distintos proyectos político-partidarios con miras al próximo evento electoral—generalmente los gobiernos, por más buenos que resulten y cosas que hagan, al segundo año entran en una etapa de declive y de desgaste, en muchos casos insalvable.
De ahí la premisa de muchos, políticos o no, de que en tiempos de crisis a un gobierno se le hace difícil repetir. De cómo salir a flote y conservar el poder o que otro equipo tome las riendas del pais a partir del 2024, va a depender de la obra y de la aceptación que conserve el gobernante en ejercicio, si busca reelegirse; de cómo sorteé el gobierno las crisis, las críticas y los reclamos progresivos que se presenten en el camino, y de un sin número de factores y circunstancias de por medio. El discurso del presidente Abinader, que, a pesar de la mucha agua, encendió diversas mechas, fue un discurso político. ¿Era la idea? De ahí las comparaciones que desataron el avispero, en especial con lo del Metro y las extensiones de la UASD (¿).
Se entiende que, con la rendición de cuenta, que corresponde los 27 de febrero, también se dio el “banderazo” de arranque de campaña, lo que podría dar pie a que despeguen en concreto los aprestos de reelección. Y esto último, como hay funestos precedentes, pudiera ser foco de distracción que obraría contra el éxito y la sanidad de la gestión gubernamental, porque algunos funcionarios se pasen de contentos y pierdan la perspectiva. De ocurrir, y habría todo el riesgo, terminarían haciendo lo contrario, lo que criticaron, al tiempo de faltar al compromiso ético y de “cambio” con lo que el PRM y el presidente Luis tienen la palabra empeñada con el pais.
Orejeado o no el gobernante de los datos de la última encuesta Research, que ubica a Leonel liderando la oposición con un 47% y con 30% de preferencia, y a él con 29%, en un empate técnico, deja claro en su discurso de Santiago que ve y escoge al líder de la Fuerza del Pueblo como su adversario político con miras al proceso del 2024. Eso se veía venir, por el posicionamiento de Fernández y porque Abinader, pese a pifias y el tema de los “picazos”, conserva buena aceptación, superior a la del PRM.
Como en la muestra de referencia, y en otras en la misma línea de un pasado reciente, Leonel y Luis figuran punteros en las preferencias, incluso mucho a poco, todo apunta a que la contienda y las probabilidades estarían centradas en sus dos figuras políticas de cara a las próximas elecciones. El sector oficial tiene a su favor que está en el poder y puede resolver algunas cosas con la “logística” del Estado, así como “entusiasmar” y atraerse algunos elementos acostumbrados a estar siempre arriba (el diputado Botello le atribuye al senador Genao el andar en esa onda).
El gobernar países como el nuestro tiene en contra, además del desgaste y los ataques propios del ejercicio mismo, que, si no se resuelve lo prometido y lo que demande una población compleja, incomprensible y diversa, la gente pasan factura en las urnas. Por demás, si a una cuesta empinada se suma la eventualidad de que la oposición se una y un amplio segmento poblacional se meta en una ola de voto en contra, las cosas se podrían poner color de hormiga. Sin embargo, a dos años para la prueba electoral—y a pesar del “banderazo” del presidente en Santiago—todavía resulta temprano para adelantar pronósticos.