«Nuestros gobernantes no tienen idea de lo que están haciendo»: la crisis de fertilizantes y los efectos adversos de las sanciones antirrusas
EE.UU. se volvió "más dependiente de las naciones que pretendía invadir", mientras las élites de sus partidos "abogaban por el 'libre comercio' y las 'guerras de la democracia'".

RT
WASHINGTON.- A medida que los precios de los alimentos, la energía y los fertilizantes se disparan, las sanciones antirrusas siguen llegando y con ellas, consecuencias adversas que son cada vez más evidentes.
Es el ejemplo de la potasa. EE.UU. importa el 93 % de este nutriente clave para la fabricación de fertilizantes, mientras Rusia y Bielorrusia son responsables del 40 % del suministro mundial del mismo, señala en un artículo Michael Warren Davis, editor colaborador de The American Conservative.
«Naturalmente, las personas que decidieron hacernos dependientes de las importaciones de fertilizantes son las mismas personas que decidieron bloquear a Rusia», resalta el autor en referencia a la «clase dominante».
Además, critica que aquellos que buscan salvar el mundo creando una alternativa de carne a base de plantas e incluir en «la lista negra» a la industria ganadera por medio de impuestos al metano son las mismas personas que «al sancionar a Rusia, […] dificultan el cultivo de las plantas que se utilizan para hacer esos sustitutos de la carne».
Asimismo, destaca que, si bien la dependencia de una nación a las importaciones de fertilizantes es «una idea especialmente mala cuando esa industria está dominada por un poder hostil», EE.UU. se volvió «más dependiente de las naciones que pretendía invadir», mientras las élites de sus partidos «abogaban por el ‘libre comercio’ y las ‘guerras de la democracia'».
En opinión del autor, «las teorías de la conspiración son tonterías», fantasías inventadas «sobre una élite omnisciente y omnipotente, porque la verdad es mucho más terrible: nuestros gobernantes no tienen idea terrenal de lo que están haciendo».
En relación al déficit global de fertilizantes, Warren explica que los países competirán entre sí por los suministros, y unos resultarán vencedores mientras que otros se arruinarán: los países en desarrollo.
«Nuestro imperio neoliberal es malo para los estadounidenses; para el Tercer Mundo, es absolutamente devastador, y no por primera vez», concluye.