
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: Una democracia no puede ser auténtica sin un gobierno fuerte y transparente, vigilado en sus actuaciones por una oposición que aporte críticas sensatas, sustentadas en datos confiables, de esos que en nuestra época son producto de la investigación científica y el análisis objetivo. Esa es la aspiración de la ciudadanía que desea vivir en paz, en un ambiente próspero, seguro y esperanzador.
Una observación al comportamiento de la oposición dominicana frente al actual gobierno deja mucho que desear, con una evidente pobreza crítica de la primera frente al oficialismo, dando de lado a las estadísticas y apreciaciones de los organismos internacionales y locales competentes, lo mismo que a las encuestas de prestigio que publican los diarios nacionales.
Esta vez no hablaremos de partidos políticos, sino de gobierno y oposición, de manera que sea el ciudadano lector, que alejado de la politiquería barata, saque sus conclusiones, y medite en la necesidad de que la competencia por el poder se desenvuelva en un marco de respeto a la inteligencia de los demás.
Lo primero es que ninguna crítica es válida, si no toma en cuenta el contexto que se plantea. Y el contexto actual es de una crisis mundial, por motivos de una pandemia que puso al mundo de rodillas, y ahora de una guerra que incide en los precios de los combustibles.
Debiera preocuparle al ciudadano común, que aspira a vivir en una auténtica democracia, que mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) habla de un buen manejo de la economía por parte del gobierno dominicano, con un crecimiento económico que lo devuelve a la etapa de la prepandemia, voces opositoras afirmen que la administración de Luis Abinader no ha dado pie con bola en materia económica.
Esos mismos opositores que hasta hace poco dirigían la cosa pública, también hablan de que el gobierno actuó con deficiencia en la forma que enfrentó la crisis sanitaria de la Covid-19, mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) congratula al presidente Abinader por el manejo de la pandemia en República Dominicana.
Y qué decir de la recuperación de la llamada industria sin chimenea en República Dominicana, reconocida por la Organización Mundial del Turismo (OMT), que puso al país como un modelo internacional.
Los opositores, diferentes en la forma pero iguales en el fondo, han denunciado que el gobierno lleva una política que pone en peligro a los productores dominicanos de alimentos, y ese mismo sector, de manera prácticamente unánime, le reconoce al jefe del Estado que su política ha fortalecido a la agropecuaria.
Una encuesta publicada este lunes por el periódico el Nuevo Diario revela que un 50 por ciento de los dominicanos entiende que la situación económica del país es regular. Si bien es cierto que no la ve muy buena, lo que ni siquiera afirma el gobierno, tampoco la percibe tan mala como dicen verla algunos opositores.
La generación que se crio presenciando debates de altura sobre temas nacionales, en los tiempos de Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, debe saberle a nada la pobreza del discurso opositor en estos momentos, que apenas se limita a decir que el gobierno lo hace mal, sin aval estadístico, sin datos de organismos internacionales autorizados, sino por repetir expresiones para consumo de infelices votantes.
Peor aún, los teóricos opositores no hacen recomendaciones realistas y lógicas en torno a lo que debe hacerse frente a los problemas que aquejan a la población, ante los que, en su turno al bate, no mostraron la destreza que ahora le exigen a los que gobiernan.
Fuera bueno que la oposición dominicana sepa que la comunidad pensante, muy especialmente la que no milita en partidos políticos, la ve con mucha preocupación, debido a que demuestra no tener argumentos para jugar el importante papel que le asigna la democracia.
El colmo de los colmos de esa oposición es cuando cuestiona el crecimiento económico y la estabilidad que revelan los informes del Banco Central de la República Dominicana. Ocurre que ese organismo mantiene como gobernador a Héctor Valdez Albizu, el mismo que ejerció el cargo durante los veinte años de gobierno de los que ahora ponen en duda sus datos estadísticos. ¿Es que el hombre que cuando esa oposición gobernó hablaba verdades ahora es un mentiroso?
El mismo gobierno necesita de una oposición que juegue su rol con la debida calidad, para él mismo sentir que tiene de frente gente capaz, que puede advertirle que alguien lo vigila, y así evitar los desaciertos del pasado reciente.
El pobre discurso opositor que se ha escuchado en los últimos meses, podría convencer a los dominicanos pensantes de que sus voceros no tienen nada qué decir, y que al hablar, lo hacen solo por mantener vigencia en los medios y las redes sociales. Y eso da pena, sinceramente.