
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: Una exhaustiva investigación podría arrojar si se encuentra entre las secuelas de la pandemia de Covid-19 la recuperación de la memoria por parte de muchos dominicanos en torno a fenómenos ancestrales que parecían ignorar, o ante los cuales, como dice el pueblo, “se hacían de la vista gorda”.
La memoria es uno de los temas capitales de la psicología, hasta el punto que la ha delimitado para su estudio en varias categorías, que van desde las memorias mediata, inmediata, espacial y selectiva, entre muchas otras. Del dominicano se ha dicho que es un pueblo olvidadizo, lo que el fenecido psiquiatra Antonio Zaglul llegó a interpretar como un mecanismo de defensa ante los desaciertos históricos en que se ha conformado el ser nacional.
Ocurre que en los últimos dos años, quien sabe si por la pandemia o por el cambio de gobierno, mucha gene ha comenzado a recordar lo que tenía olvidado, como es el caso de la familia que 115 años después está reclamando la propiedad de los terrenos donde se levanta el Palacio Nacional.
Desde el 1907, año en que los terrenos fueron donados por Pedro Antonio Lluberes Saviñón para la construcción de un recinto universitario, el asunto se había mantenido olvidado, y es ahora, en el gobierno de Luis Abinader, que los nietos, tataranietos y choznos quieren que el Estado les entregue sus dividendos.
Epidemias cutáneas, con irritaciones en la piel, que solían afectar a la población dominicana en tiempos de calor, ahora han sido dadas como novedades, y ocurre ahora es que vienen a recordar lo que bautizaran con nombres como rasquiña, viruliña o saranana, que se combatía con una pomada que vendían las guagüitas anunciadoras.
Está el caso emblemático del presidente de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), Eduardo Hidalgo, quien culpa al Estado Dominicano, especialmente a los ministerios responsables de la educación básica y la superior por la mala calidad de los docentes.
Hidalgo es miembro del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), partido que gobernó el país de manera consecutiva 16 de los últimos 18 años, y es ahora que viene a recordarse que lo profesores dominicanos tienen deficiencias que les impide cumplir de manera eficiente con la formación de los educandos.
La memoria ha sido recuperada por muchos que han descubierto la pobre preparación de los policías dominicanos, y observan que es ahora, en estos últimos dos años que propinan golpizas en los cuarteles a ciudadanos indefensos, y que, al servicio del sicariato, matan a jóvenes sindicalistas del transporte público, como ocurrió con uno de los sobrinos más queridos de quien esto escribe en enero del 2015.
De manera que en medio de la crisis que viven el país y el mundo, primero con la pandemia de Covid-19 y ahora con la guerra entre Rusia y Ucrania, el gobierno de Abinader pudiera atribuirse la gloria de haber logrado curar uno de los defectos que siempre se le criticara al pueblo dominicano, que es la falta de memoria. Ojalá que las nuevas terapias curativas del olvido crónicas tengan un efecto duradero, para una sociedad más saludable y enterada.