
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: Al escribir sobre el Canal Nizaíto, primero he querido hacer un corto recorrido por lo que es parte de la historia de esta importante obra hidráulica. Para cumplir con ese propósito inicio diciendo que en el gobierno sietemesino del profesor Juan Bosch de 1963, es cuando se habla por primera vez de la necesidad de construir un canal de riego para irrigar toda una extensa área de tierras cultivable que circunda los municipios de Enriquillo y Oviedo en las provincias de Barahona y Pedernales, respectivamente. Estamos hablando en términos aproximados de unas 4 mil hectáreas (63 mil 600 tareas).
Después de ese primer intento, fue en el gobierno del presidente Antonio Guzmán (1978-1982) cuando nuevamente se reactiva un movimiento encabezado por la Asociación de Enriquillenses Ausentes y de la que un servidor formaba parte.
Aprovechando mi condición de empleado del INDRHI, en la época, nos reunimos con el ingeniero Sergio Martínez Howley, hermano del malogrado periodista Orlando Martínez, y quien se desempeñaba como encargado de diseño del INDRHI. Fue así que por instrucciones del extinto ingeniero Leandro Guzmán, que había sido designado por Don Antonio director ejecutivo del INDRHI, en sustitución del ingeniero Andrés María Aybal Nicolás, se iniciaron los estudios y diseños del canal, que debe su nombre a que su principal fuente de agua lo sería el río Nizaito enclavado en las montañas del municipio de Paraíso, provincia Barahona. Dado la cantidad de tierra apta para la producción y la poca agua, siempre se pensó en un sistema de riego por goteo.
Pero es justo decir que en la postrimería de los 12 años de Balaguer, siendo el laureado ingeniero José Farías Cabral director ejecutivo del INDRHI, se hicieron tanteos para iniciar la obra, pero según una información a la que tuve acceso, el proyecto no pasó el análisis de la factibilidad económica, lo que en buena administración significa que la inversión no era rentable; o dicho en lenguaje de economistas, que la inversión tendría, incluso a largo plazo, una tasa de retorno negativa.
Se dice que cuando al presidente Antonio Guzmán le hablaron de la no factibilidad económica del proyecto, dio instrucciones para que se descartara ese enfoque y que se echara a andar la obra, pero ya con un criterio de “inversión social’’.
Y fue bajo esa tónica que en 1980 el doctor José Francisco Peña Gómez, en una alocución por el programa del PRD, “Tribuna Democrática’’, le anuncia al país que en las próximas semanas se le daría inicio a la construcción del canal Nizaito. En verdad que para los días la lucha por la importante obra crecía y en ese tenor el histórico dirigente del PRD y entonces ministro de Salud Pública, José Rodríguez Soldevila, organizó en el parque de Enriquillo una gigantesca concentración anunciando también los inicios de los trabajos de la construcción del canal.
No sé si por asuntos de presupuesto, o tal vez por el afloramiento de las incipientes diatribas políticas entre el prócer Peña Gómez y Don Antonio, los trabajos del canal nunca arrancaron. De las razones nunca se habló, pero lo que sí teníamos en nuestras mentes era que nuevamente el sueño de progreso de los moradores de esa paupérrima zona del país se desvanecía.
Concluidas las dos administraciones perredeístas de Don Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco, llega en 1986 al Palacio Nacional nuevamente el doctor Joaquín Balaguer y nombra por segunda vez al ingeniero Farías Cabral como director del INDRHI). Tanto fue el interés de Balaguer en el proyecto de Nizaíto que a tan solo 3 meses de su juramentación el 16 de agosto, ya el nuevo funcionario estaba convocando una reunión en los salones del Ayuntamiento de Oviedo, provincia Pedernales, para anunciar el inicio de los trabajos de la importante obra. Ese histórico día fue de júbilo para toda la región.
Por mis relaciones con el ingeniero Farías Cabral, me tocó el honor de trabajar junto a Saturnino Molina (Nino) en la organización del histórico encuentro, conjuntamente con el recién estrenado diputado Elpidio Ramírez Moquete (Alide), ya fallecido, y quien se había constituido en un gran promotor del proyecto.
En el histórico discurso pronunciado en Oviedo, Farías Cabral habló de lo difícil de la topografía del trazado del canal y que solo era comparada con la topografía del ya existente canal José Joaquín Puello en San Juan de la Maguana. En verdad que la decisión del presidente Balaguer fue bastante valiente, pues estábamos hablando de que en tan solo 50 kilómetros de longitud que tiene el trazado del canal, la accidentada topografía obligaba a construir 48 puentes, o flume como también se le llama; agregar a esto el uso de explosivos tipo dinamita, más un total de 2 kilómetros de túneles; un extenso sifón y 15 más pequeños; centenares de pequeñas obras de artes como alcantarillas, bermas, pasos para animales, etc. Desde mi punto de vista, la construcción de esa obra fue una verdadera hazaña en materia hidráulica y que solo la firme decisión del presidente Balaguer pudo haber puesto en marcha.
El autor es ingeniero civil