Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: Si hay una cualidad hermosa a la que el ser humano nunca debe renunciar es a la gratitud.
La gratitud es un valor del alma, propia de las personas íntegras, humildes y con principios éticos bien definidos.
Es un sentimiento de reconocimiento y de estima que una persona siente hacia otra.
Es cuando se tiene la humildad y al mismo tiempo la grandeza de reconocer que determinado logro se obtuvo con la ayuda y el concurso de otra persona. Es entender que sin ese concurso ese logro no hubiese sido una realidad. Se hubiese quedado en sueños.
Entonces, se debe tener un sentimiento de gratitud, que se traduce en estima y afecto hacia esa persona.
Con razón se ha dicho que la gratitud es el recuerdo del corazón. Cuando se siente gratitud hay que expresarlo. Eso es grandeza y nobleza. Pero la gratitud no debe limitarse a las palabras. Debe ser, además, acompañada con hechos. Y no se trata de pagar un favor. No. Se trata de no olvidar, de tener siempre presente, de no hacerte el loco.
Ser agradecido con alguien es acompañar esa persona, sin importar las circunstancias. Es, estar presente, en las buenas y en las malas, en las tragedias y en las alegrías, en la abundancia y en la escasez. Presente siempre.
Abundan los motivos para una persona sentir gratitud. El solo hecho de estar vivo es un poderoso motivo.
Y en el transcurrir de la vida de una persona se producen millares de hechos, que merezcan sentirse agradecido.
Lo que ocurre es que las tantas cosas buenas que nos pasan pronto se nos olvidan. Somos más proclives a almacenar en el corazón las cosas malas.
Dicen que las ofensas no se olvidan, pero los favores sí. Pues tenemos que cambiar la ecuación. Ahora hay que hacerlo al revés.
Es mil veces preferible olvidarse de las ofensas y siempre tener presente los favores. Eso conduce a la gratitud.
Se trata de no olvidar las cosas buenas. Se trata de no olvidar que en momentos de apuros usted recibió la ayuda generosa de alguien. Que en un dificultoso momento alguien le extendió las manos.
Un proverbio chino dice: «Cuando bebas agua, recuerda la fuente».
Nunca se arrepienta de agradecer, que si hay un exceso en el mundo que es bueno, es el exceso de gratitud, sobre todo en estos tiempos donde lamentablemente abunda, hasta la exageración, la ingratitud.
