Frank NuñezPerspectiva

Nueva narrativa política

Por Frank Núñez

Colaboración/elCorreo.do

PERSPECTIVA: Durante décadas, la narrativa latinoamericana de tema político se consagró a la producción de novelas y cuentos que retrataban de manera crítica el autoritarismo despótico de los dictadores. Fue una de las características del llamado “boom” literario en el continente, con escritores que produjeron obras en esa dirección como Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos; El Otoño del Patriarca, de Gabriel García Márquez; El Señor Presidente, Miguel Ángel Asturias y La Fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa.

Por lo menos en República Dominicana, se observa un interés en los narradores por hundir sus estiletes en los vicios del modelo democrático, que sin las cárceles, exilios y asesinatos  de la dictadura, ha venido a superarla negativamente en cinismo y corrupción. De la crítica al despotismo de los tiranos, como la ejercieron los viejos narradores, se está pasando a la censura hiperrealista a los actores de la llamada democracia, que ven en la política un medio para desfalcar impunemente el Estado.

Con sus textos narrativos más recientes, quedan al desnudo las prácticas corruptas del modelo político vigente, que al parecer forman parte de la cultura local y hemisférica. Es lo que se han propuesto construir, como otro “Boom” de la literatura en democracia, Luis R. Santos, con Sinfonía de las cacerolas; Avelino Stanley, con El fabricador de presidentes y Marcos Rodríguez, autor de Un mediocre exitoso en un país de estúpidos: La insólita historia de un país donde la realidad supera los límites de la imaginación.

Sinfonía de las cacerolas

 Un momento histórico en el que remolinos de sentimientos encontrados zarandeaban la colectividad dominicana, es atrapado con rigor estético por el escritor Santos en su novela Sinfonía de las cacerolas, última entrega de su prolífica producción literaria.

El título sintetiza lo que fueron las noches dramáticas de indignación nacional, en las que junto a la pandemia del coronavirus, que obligaba al encierro, la sociedad debió protestar con cacerolazos contra los intentos de imponer un “Trujillo del siglo XXI”, por encima de un pueblo que enfrentó con los recursos cívicos, la voluntad del dictadorzuelo Dani Nadime, personaje central de la obra.

El lector de la novela se encuentra con nombres y apellidos supuestos pero identificables, como el propio Nadime y Doña Cindy, que pueblan la ecología política dominicana de los últimos años, bajo el predominio del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

En la pasarela desfilan la pareja de Leónidas Hernández y Flor Cerdeño, junto a la que conforman los mercadólogos brasileiros Joao Santana y Mónica Moura. También las estampas de Lito Domínguez, Juan Bosch, González Castillo, José R. Pedralta, Berto R. Barbablanca, Micky V. Malnacido, Elbautista Féliz, Bien Bidó Nadime, Quirino, Mike Pompeo, Tamocles Montés, Lucho Jiménez, Eulalio Cabral, Julio del Foso, Guido Gómez Mazara y Enmanuel Esquea Guerrero, entre otros.

Como si se tratara de un inventario o un ajuste de cuenta moral a una etapa política dominicana, Santos inicia la primera parte con “Sinfonía de las cacerolas en la peor”; la segunda, con “La era de Dani Nadime”; y la Tercera, 2020, el inesperado año de las desgracias y también de la esperanza”

“El día D” fue la fecha esperada por el pueblo para vengar viejos agravios que meses atrás parecían irredimibles. “El día 5 de julio llegó, como llegan todas las fechas del calendario”, relata.

Nadime y su entorno “temían a la derrota más que a la misma muerte”. Y fue lo que se produjo en las elecciones, borrándole al personaje sus ínfulas de Dios. Se trata de una novela bastante oportuna, que la también novelista Emilia Pereyra califica de “osada”.

El fabricador de presidentes

Durante la apertura de la Cátedra Ciudadana de Escritoras y Escritores Dominicanos por el Ministerio de Educación, el 23 de abril, Día Internacional del Libro, trascendió el tema del abordaje narrativo de la corrupción en el que se critica con dominio estético los vicios que acorralan a la democracia, tras varias décadas de vigencia en América Latina, después de prolongadas dictaduras, censuradas por los escritores.

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El fabricador de presidentes, nuevo libro de cuentos del narrador Stanley, fue referido como una muestra en esa corriente neonata en la literatura criolla y probablemente de la región.

En el texto que da título a la colección, Stanley hace un retrato del mercadólogo brasileiro Joao Santana, hoy sometido en su país por corrupción, quien asesorara al entonces candidato presidencial Danilo Medina, hasta contribuir con su ascenso al gobierno en el 2012.

El fabricador de presidentes pasa por momentos difíciles para lograr que su cliente, El Estratega, pudiera prender como candidato, ante su orfandad de carisma. “No prende”, decían con insistencia los primeros consultores. “Ese fue el último presidente que fabricaste. Se trató de un caso muy particular y, por cierto, en el que mejor te fue entre todos tus encargos”, dice el narrador omnisciente.

Personajes de la política brasileira y dominicana interactúan en El fabricador de presidentes, con nombres como El Superior, Los Asesores, rebautizados como Los Ascensores; La Dula, Las bocinas, Maura, El Hijo del Fabricador, Orbe Drecht y La Gran Planta Eléctrica, en alusión a la obra energética que los chinos harían por mil millones de dólares y el presidente Medina prefirió construirla con los brasileiros que cobraban el doble.

Los chinos, que sometería el caso a tribunales internacionales, fueron tranquilizados con el rompimiento de las relaciones con Taiwán para abrirlas con la China Continental.

Nada le valió al fabricador de ocho presidentes corruptos para evitar la cárcel en su natal Brasil. Luego la gran masa, hastiada, “se rebeló contra ese presidente, contra su títere y tu hijo”, lanzándolos “al cesto de la historia”.

El trepador político novelado por Marcos Rodríguez

Un mediocre exitoso en un país de estúpidos: La insólita historia de un país donde la realidad supera los límites de la imaginación, es el título de la última novela del escritor y abogado Marcos Rodríguez, en la que describe el ascenso desde la más espantosa pobreza hasta la cima del poder político de un joven dominicano que, de haber sido abordado por un profesional de la conducta, le habría diagnosticado una esquizofrenia, cumpliendo con los criterios estandarizados del Manual de Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM).

La limitación económica  no es óbice para que logre saltar desde un mugriento recolector de basura hasta vicepresidente de la República, después de pasar por la alcaldía y otros puestos estatales.

La calificación de “mediocre exitoso” que da Rodríguez a su personaje Bonavides Arango va más acorde con la realidad narrada que la expresión “en un país de estúpidos”, ya que en nada está presente la estupidez si vemos que el propio protagonista representa la intrepidez y la osadía del hombre dominicano para superar situaciones miserables y crecer económica, política y socialmente, muchas veces, como es el caso en cuestión, renunciando a los escrúpulos y al concepto de dignidad.

La psicología más actual ve en Arango a un resiliente, que no tomó en cuenta sus oscuros orígenes para luchar por alcanzar un espacio de primera línea en la injusta sociedad que le tocó vivir.

Fuera oportuno que Leonte Brea, calificado politólogo dominicano que ha estudiado con rigor científico la lucha por el poder, le dé un vistazo a los textos de Santos, Stanley y Rodríguez, ya que en sus enjundiosos análisis explica el fenómeno de la “sumisión exitosa”, que es la que ponen en práctica muchos de sus  protagonistas para conquistar la gracia de los líderes, quienes reparten el botín del Estado como si fueran sus propietarios.

El “mediocre exitoso” es el mismo “sumiso exitoso”, condición de la que no se avergonzó Balaguer en sus Memorias de un cortesano de la Era de Trujillo, consciente de que en política no se le tiene asco al tiburón podrido.

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