
Colaboración/elCorreo.do
PERSPERCTIVA: Este abril comenzó y terminará con los nombres de pastores evangélicos en la palestra, miembros de una comunidad que hace pocas décadas apenas tenía presencia en los escándalos políticos y sociales de la República Dominicana.
El asesinato de una pareja de pastores en Villa Altagracia a manos de policías al comenzar el mes conmovió profundamente a la mayoría de los que se enteraron del hecho, dentro y fuera del país. La conmoción ahora de los dominicanos tiene que ver con dos pastores, pero involucrados en supuestos actos de corrupción por miles de millones de pesos junto a un general del Ejército.
Los pastores Joel Díaz y Elisa Muñoz, lo mismo que Jesús, el maestro en cuyo nombre predicaban el evangelio, derramaron su sangre en el cumplimiento de su misión en la tierra, víctimas de los poderes de un sistema que parece no tener más dios que el dinero, sin importar los recursos a emplearse para obtenerlo.
En cambio, los pastores Rossy Guzmán y Tanner Flete han sido piedra de escándalo al ser apresados junto al mayor general Adán B. Cáceres Silvestre, jefe de seguridad personal del ex presidente Danilo Medina, envueltos en la “Operación Coral”, ejecutada por la Procuraduría Especializada en Persecución a la Corrupción (Pepca), dependencia del Ministerio Público. Les acompañan el coronel policial Rafael Núñez de Aza y el teniente coronel Raúl Girón.
La vieja dicotomía entre el plomo y la plata volvió a reeditarse. A los pastores continuadores de Jesús les sigue tocando el plomo de la muerte, mientras a los que “se hacen ricos con la fe”, como canta Ricardo Arjona, la corrupción del mundo les premia con la plata.
Se cuenta que el pastor Flete es hijo de la pastora Guzmán, y que juntos han podido disfrutar de las “grandes bendiciones” supuestamente derramadas por Dios bajo la sombra del general Cáceres Silvestre, jefe del cuerpo de Ayudantes Militares de la Presidencia durante los ocho años de gobierno de Medina.
Sin ser especialistas en teología o hermenéutica bíblica, una serena reflexión lleva concluir en que las prédicas de Jesús de Nazaret, el Maestro de Galilea, base de lo que luego se conoció como “el cristianismo” o “la cristiandad”, no les garantizaban a sus seguidores poderes ni riquezas mundanales, porque el mismo mesías, el Dios hecho hombre, proclamado hijo del Creador, aclaró que su reino no era de este mundo.
Jesús predicaba que, como ocurrió con los pastores asesinados en una supuesta confusión policial, los suyos deberían hacer tesoros en el cielo con el comportamiento que adopten en la tierra para bien de sus conciudadanos.
Los pastores arrestados el sábado, acusados de pertenecer a una asociación de malhechores junto a un general, parecen haber preferido “dejarle el cielo a las palomas y el reino de los cielos hacerlo en la tierra”, como escribió Andrés L. Mateo en El Portal del Mundo, uno de sus poemas juveniles.
A manera de tragicomedia, la sociedad dominicana de este convulsionado y pandémico siglo XXI puede mirarse en el espejo de dos modelos de pastores evangélicos. Por un lado, el de los que en medio de una vida modesta son víctimas del poder corruptor, y por otro, los que se asocian a las fuerzas del mal para disfrutar de sus fortunas y privilegios.
Probablemente los mártires de Villa Altagracia y los afortunados de Colinas del Oeste, donde se encuentran las lujosas residencias de los pastores arrestados, no se imaginaran en sus trayectorias misioneras lo que representan sus ejemplos, en una sociedad vapuleada por la desesperanza, con suicidios enmascarados en el consumo de alcohol adulterado, sin que se hable de barriadas bajo el predominio del microtráfico, con muertes de jóvenes que no aparecen en las estadísticas de Salud Pública.
El Papa Francisco, al asumir su ministerio universal como jefe de la Iglesia Católica, dijo que prefería una iglesia pobre con pastores que olieran a ovejas. Como jesuita, el Pontífice debe ser militante del ecumenismo, por lo que su inquietud debe tocar a los evangélicos. Y eso, que nadie debe satanizar la riqueza sino bendecirla, cuando la misma es producto del trabajo y la dedicación. Que no es el caso, por lo que se ve, de los pastores envueltos en un escándalo de corrupción, junto a un general y otros dos oficiales.