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En Haití no hay petróleo

RELEVANTES/ Bienvenido Checo

Colaboración/elCorreo.do

PERSPECTIVA: “La hipocresía del Tío Sam: Ciego ante Haití, portaaviones frente a Venezuela”.

Haití sangra todos los días y a nadie le importa, Venezuela, en cambio, recibe la atención militar y política de Washington con el disfraz de la “democracia” la “lucha antidrogas”, la diferencia no está en la geografía, sino en lo que yace bajo tierra.

La geopolítica del Tío Sam siempre ha tenido un olfato particular para detectar petróleo, gas, coltán o cualquier otro recurso estratégico, no necesita brújula ni mapas: basta con que haya riquezas bajo tierra para que aparezcan buques de guerra, portaaviones, helicópteros Apache y hasta discursos inflamados sobre “democracia” y “derechos humanos”.

Por eso nadie debería sorprenderse de que en las costas caribeñas de Venezuela haya más acero flotante estadounidense que sardinas en el mar, ¿La excusa oficial?: La eterna y manoseada “lucha antidrogas”, una narrativa que suena tan gastada como un long play o cassette viejo, pero que sirve para justificar el despliegue de un arsenal militar digno de la Guerra Fría.

Mientras tanto, a unas millas náuticas de distancia, Haití se desangra en silencio, bandas armadas, con fusiles que según todas las pistas provienen de los puertos de Miami, han convertido a ese parasitario terruño en un matadero humano a cielo abierto, niños, mujeres y ancianos caen todos los días en balaceras que no ocupan titulares globales ni generan resoluciones urgentes en el Consejo de Seguridad, ¿Y saben por qué? Porque en Haití no hay petróleo.

Haití es un parasitario terruño expoliado, saqueado históricamente, exprimido hasta dejarlo seco, Francia lo ordenó durante más de un siglo con la extorsionadora y asquerosa “indemnización” más vergonzosa de la historia, Estados Unidos ocupó, manipuló, manejó sus gobiernos como fichas de dominó, y las grandes corporaciones internacionales hicieron lo propio.

¿Resultado?, pues hoy, ya en Haití no queda nada que valga la pena extraer, por eso lo abandonaron, hasta la mierda llamada ONU se lavó las manos y lo soltó en banda.

¿La solución mágica del norte global para Haiti?; mandar tropas de Kenia, es decir; (aunque suene sarcastico), que los negros vayan a poner orden entre negros, la versión moderna del “divide y vencerás”, una jugada que huele a desprecio racial y a descarada negligencia.

En cambio, Venezuela, con las mayores reservas probadas de crudo del planeta, merece toda la atención, allí hay que instaurar “orden constitucional”, derrocar “dictaduras” y proteger “la libertad”, qué casualidad que la libertad siempre esté ligada a los pozos petroleros, qué coincidencia que la democracia solo sea defendida cuando fluye el oro negro.

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Y en ese mismo guión tragicómico aparece la congresista republicana María Elvira Salazar, anunciando con una sonrisa, que pronto, la Chevron y demás petroleras estadounidenses estarán en Venezuela para llevar “progreso y alegría” a los venezolanos, «Progreso y alegría», ¡vaya los ovarios de esta dama!, como si el crudo viniera con reparto gratuito de sueños en alta definición, nos venden la fantasía de que, con el desembarco de las transnacionales, Venezuela volverá a ser aquel país de telenovelas, frivolidades y centros comerciales, el país de RCTV, Venevisión, Globovisión y demás infusiones aromáticas para la clase media globalizada, es decir; el petróleo convertido en anestesia cultural, como en los viejos tiempos.

La doble moral de Washington no necesita explicación, se explica sola, en el Caribe, Haití, es hoy el mejor espejo de esa hipocresía, un país destrozado, sin recursos, es abandonado a su suerte, mientras otro país un poquito más al sur, pero con petróleo, es amenazado, hostigado y satanizado.

En Haití no hay petróleo.

Por eso no hay Marines, ni portaaviones, ni bases militares con el sello de las barras y las estrellas, lo que sí hay es un asqueroso silencio cómplice, armas que entran como mercancía de contrabando por puertos «bien vigilados» y una condena tácita a desaparecer en la violencia.

La gran verdad

Los muertos haitianos no cotizan en Wall Street, la congresista republicana María Elvira Salazar hace de vocera de las petroleras de USA, con disfraz de defensora de la democracia y libertad, vendiendo la ilusión de que el barril de crudo es la lámpara de Aladino, ocultando en su relato que, Chevron es una transnacional, la intenta vender como la hada madrina que convertirá la miseria en glamour y la escasez en telenovela, el maldito cinismo hecho discurso, la desfachatez convertida en política exterior.

Porque no nos engañemos: Salazar y esa trulla no hablan en nombre del pueblo venezolano, hablan en nombre del barril, para ellos, el petróleo es la Biblia, y la Chevron su dios.

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