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Asesinato de Kirk y la inquisición “progresista”

Por Frank Núñez

Colaboación/elCorreo.com.do

 PERSPECTIVA: Desde un tiempo a esta fecha hemos acuñado por este medio y otros en los que colaboramos la expresión “inquisición progresista”, para referirnos a las descalificaciones que sufren las personas tildadas de “conservadoras”, por resistirse a las agendas negadoras de los valores tradicionales como la familia nuclear, en oposición a las llamadas “ideologías de género”, que propugnan por el matrimonio gay, la legalización del aborto y la “educación no sexista”.

El asesinato del comentarista cristiano evangélico Charlie Kirk el pasado miércoles en un recinto universitario de Utah, Estados Unidos, es muy probable que guarde relación con las campañas contra los llamados “conservadores”, por identificarse con las costumbres que han servido de fundamento durante siglos de la familia humana.

Los mismos cables de prensa extranjera y las versiones de las redes sociales presentan al asesinado Kirk como “un conservador”, como si con ello se justificara el crimen, por oponerse a las posiciones “progresistas” o de “izquierda”.

Pero ocurre que el padre de familia de 31 años, casado con una esposa con la que llegó a procrear dos niños, era un gran admirador de Martin Luther King, líder negro también asesinado, pese los ataques que le hacen los “progresistas” por un supuesto racismo y “discurso de odio”.

En tiempos pasados se perseguía a la gente por razones religiosas hasta quemarla con sus libros en una hoguera. Hoy, los llamados “progresistas” queman a quienes no comparten sus criterios en las llamas de las redes sociales, con epítetos y descalificaciones.

Los progresistas en la actualidad asumen la postura de los defensores del comunismo marxista en los tiempos de la Guerra Fría, cuando todo el que no militaba en esa corriente era acusado de cavernario, hasta el punto de que cualquier semianalfabeta de sus agrupaciones se consideraba más avanzado que un intelectual como el argentino Jorge Luis Borges, por sus planteamientos conservadores, en respaldo a dictaduras como la del chileno Augusto Pinochet.

A finales del año pasado  los insultos “progresistas” se renovaron con la aplastante victoria del “conservador” candidato Donald Trump, en los Estados Unidos, ante la vicepresidenta de esa nación, Kamala Harris, abanderada de la nueva inquisición.

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Los “progresistas” de hoy tienen en común con los “comunistas” de ayer el ateísmo. El argumento de unos era que “la religión es el opio del pueblo” y que Dios no hacía nada en contra de las injusticias en contra de los “oprimidos”. Ahora el asunto es que esas creencias van en contra de los transexuales y hasta de las mujeres, bajo el entendido de que han sido víctimas del “patriarcado machista”, debido a la “tara” del embarazo.

Desde las últimas tres décadas del Siglo XX los “progresistas” tomaron el control de los movimientos artísticos y literarios, con el mismo ímpetu de los vanguardistas surgidos entre finales del XIX y comienzo de la centuria.

Hoy se entiende por progresista estar de acuerdo con el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y lo que llaman “educación no sexista”, promovida por las organizaciones feministas y los denominados grupos LGTB.

Toda organización o persona que se manifieste en contra de los postulados “progresistas” es considerada reaccionaria y anticuada, sin derecho a ser valorada, reconocida o premiada, por entender que va contra las corrientes en boga, diametralmente opuestas a los valores del cristianismo.

Desde los tiempos del intelectual español Julián Marías se habla de que Occidente ha entrado en la “era postcristiana”, por lo que todo lo que se identifica con el cristianismo es visto como decadente.

Mucho poder económico y político hay detrás de los “progresistas”, tanto, que han cooptado a las izquierdas del hemisferio. La manzana con el mordisco, ícono de la informática, es una acusación permanente a la cultura que mantuvo el cuestionamiento a las posiciones de los “progresistas”.

Se pretende que el nuevo mártir que mordió la fruta con cianuro sustituya al que murió en el calvario crucificado entre ladrones.

Todo líder o comentarista cristiano, independientemente de su denominación, protestante o católico, debe entender que lo ocurrido a Charlie Kirk puede pasarle en cualquier momento. El asesinado es un tipo de Jesús en esta desoladora “Era Posmoderna”, para muchos también “postcristiana”. Mientras tanto, hay que esperar el curso de las investigaciones, para ver si las mismas arrojan luz sobre el vil asesinato.

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