Nueva y peligrosa escala

Los líderes globales, los que presumen de tener la mayor hegemonía en el discurrir mundial, han tomado con mucha tranquilidad lo que debería ser una gran preocupación por la paz.
Nos referimos, en primer lugar, al sorpresivo y gran ataque militar de Israel contra Irán, el cual le causó al país persa un enorme daño a su infraestructura militar y civil, causándole la muerte a decenas de personas, entre ellas varios altos mandos de sus fuerzas armadas y científicos.
El gobierno israelí justifica la acción como “un ataque preventivo”, sin que haya podido presentar pruebas de que los iraníes tenían planes de atacar el territorio hebreo.
La reacción de los principales líderes mundiales fue de una cautela marcadamente irresponsable, una especie de mirar para otro lado.
En respuesta al ataque, el ejército iraní lanzó hacia Israel una lluvia de misiles que impactaron también sobre estructuras militares y en edificios comerciales y civiles, causándoles también fuertes daños.
La situación ha seguido escalando a puntos que deberían generar una movilización global para detener el conflicto y déjalo en el golpe por golpe que ha prevalecido hasta ahora.
Si Israel atacó primero con una ferocidad despiadada, lanzó hacia Teherán y otras ciudades iraníes hasta 200 aviones cazas, misiles y otro armamento; y luego Irán responde con gran fuerza, pero sin la misma magnitud que el ataque recibido, lo lógico es que el mundo luche porque el conflicto quede en ese punto.
Sin embargo, hay aliados de Israel que entienden que el enfrentamiento debe seguir escalando “hasta que Irán sea neutralizado por completo”, sin darse cuenta que la República Islámica se ha venido preparando militarmente hasta alcanzar una capacidad de fuego que occidente desconoce.
Lo mejor sería luchar para frenar el enfrentamiento, y no pretender echarle gasolina apostando a la “superioridad bélica” de Israel. No jueguen con más candela.