Las acciones que está llevando a cabo el presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, respecto del conflicto en Ucrania, no es nada distinto a lo que prometió el candidato Trump.
Es decir, el mandatario estadounidense dijo en campaña que si regresaba a la Casa Blanca pondría todo su empeño, desde el mismo día de su investidura el 20 de enero, para que termina la guerra Rusia Ucrania, que este mismo mes de febrero cumple tres años.
Si embargo, lo que no estaba previsto era que ese empeño alcanzase los niveles a los que ha llegado, cuando en su determinación ha tocado unos límites de agresividad contra el gobernante ucraniano que han dejado perplejos a aliados y adversarios de los Estados Unidos.
Su reciente embestida contra el señor Zelenski no ha podido ser más despiadada.
Desde comediante mediocre, dictador y aprovechado de los recursos facilitados por los aliados de Ucrania, no faltaron descalificaciones.
Conociéndose el talante del mandatario estadounidense, quedan pocas dudas de que logrará su objetivo de terminar la guerra sin siquiera preguntarles a Zelenski y su estado mayor.
Como buen comerciante, el presidente Trump tiene muy pendientes los resultados, es decir, que al final del día las cuentas cuadren.
Por esto, en su andanada contra el gobernante ucraniano resalta la abultada cantidad de casi 300,000 millones de dólares que Estados Unidos ha proporcionado a Ucrania, los cuales de antemano se sabía que eran arrojados a la basura, pues a nadie en sus cabales se le pudo ocurrir que era probable una derrota militar a Rusia.
La asimetría bélica estaba más que demostrada desde el principio de las hostilidades, las que en ningún momento pudieron equilibrarse ni aun con el torrente de ayuda occidental.
¡Ah, y nada desdeñable! El secretario del Tesoro estadounidense desembarcó en Kiev con un contrato en el que Ucrania cedía el 50% de sus recursos de tierras raras, como una factura para solventar la “ayuda” recibida para combatir frente a Rusia.
Pero el “comediante mediocre” que engatusó “al dormilón” Biden se negó a recibir la factura, y Washington montó en cólera. Pero de que Ucrania perdió hace rato, ni dudarlo.
