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La región Andina sería más volátil y al resto de América Latina le impactaría su política migratoria si gana Trump

Fuentes externas

WASHINGTON. -Los países andinos mantienen vínculos económicos y de comercio estrechos con EE.UU., pues este país sigue siendo el socio comercial principal de la región, en especial con Colombia y Ecuador.

Analistas prevén que los escenarios económicos sean más volátiles con una victoria del expresidente Donald Trump, aunque con Kamala Harris de presidenta tampoco habría cambios significativos.

Los vínculos de la región Andina con EE.UU. van más allá de los económicos. La cooperación en materia de seguridad y la influencia del país por su rol predominante en la economía global tienen un peso clave en estos países.

Se citan Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Venezuela, Guyana y Surinam, aun cuando el rol de China sigue en crecimiento en la región.

Una victoria de Donald Trump no necesariamente sería perjudicial para la región Andina, sino que este escenario implicaría mayor incertidumbre y mayores riesgos de un deterioro en las relaciones, explicó Theodore Kahn, director asociado de la consultora Control Risks, a Bloomberg Línea.

¿Qué otros escenarios se vienen para la región andina tras las elecciones en los Estados Unidos?

Impacto para toda la región

Pero los analistas no abordan solo el tema de la región andina, sino que otros enfoques se refieren en conjunto a toda Latinoamérica, particularmente con el tema migratorio.

Al respecto, prevén que la región más afectada por otra presidencia de Trump sería América Latina. No hay que olvidar que los inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos son el chivo expiatorio favorito de la política de Trump, el “otro” perfecto para sus “estadounidenses verdaderos”.

El diario El Economista recuerda que, nueve años después de un discurso inaugural de candidatura en el que insultó a los mexicanos tratándolos de “narcotraficantes, delincuentes, violadores”, a Trump todavía le encanta usar esos términos para describir a los migrantes de la región.

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En su discurso ante la convención nacional republicana en Milwaukee, no sólo despotricó contra Venezuela (lo que era predecible), sino también contra El Salvador, gobernado por un caudillo de derecha, Nayib Bukele, quien tiene en prisión al 2% de la población adulta y se considera amigo de Trump. Pero, en opinión de Trump, la merma de asesinatos en El Salvador se debe a que está enviando a sus criminales a Estados Unidos.

Además, muchos republicanos han comenzado a avalar la propuesta de bombardear instalaciones de los cárteles mexicanos para cortar el flujo de fentanilo en dirección norte.

Según el compañero de fórmula elegido por Trump (J. D. Vance), el presidente de los Estados Unidos debe tener autoridad para ordenar el despliegue de militares estadounidenses contra cárteles de la droga en territorio mexicano.

A esto hay que sumar la obsesión central de Trump, que estuvo muy visible en la convención republicana en la forma de carteles que rezaban: “DEPORTACIÓN EN MASA YA”. Trump prometió que si gana, una de sus primeras medidas será ordenar una redada contra migrantes indocumentados, a los que se detendría en campos de internación en la frontera con México para su posterior expulsión del país.

Las estimaciones varían, pero el Instituto de Política Migratoria calcula que en Estados Unidos hay unos 11 millones de inmigrantes indocumentados, entre ellos 5 millones de mexicanos, 2 millones de centroamericanos y otro millón procedente de varios países sudamericanos.

Las dificultades legales, logísticas y organizativas de semejante medida serían monumentales; pero eso no impedirá que Trump lo intente, sobre todo ahora que la Suprema Corte ha dictaminado que el presidente goza de inmunidad por casi cualquier cosa que haga en ejercicio del cargo.

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