Más acción y menos retórica en Haití

Lo que era un secreto a voces, como se suele decir, ha sido revelado por el propio primer ministro haitiano, al afirmar que la cooperación ofertada por los países amigos de Haití ha fluido con una lentitud que hace inviable la tarea inicial.
Cuando el señor Barry Conille afirma que en Haití se necesita un apoyo “sin adornos”, significa que la promesa de una amplia colaboración ha sido agua de borraja.
Mucho discurso y mucha retórica se convierte en simple papel mojado cuando no se pasa de las palabras—y de las promesas—a los hechos que permitan que la lucha contra los criminales sea real y efectiva.
Hasta donde se ha podido saber, el despliegue de las fuerzas prometidas, que es de unos 2,500 efectivos formados por los agentes policiales de Kenia y de algunos miembros del Caricom, apenas llegarían a unos 600 en la actualidad.
Y queda claro que con esa fuerza, por muy bien entrenada, armada y dispuesta que esté, es poco probable que tenga éxito en un ambiente desconocido, cuando hay decenas de localidades de todo el territorio haitiano que están tomadas por los forajidos violentos y criminales.
El Gobierno interino del señor Conille abriga la esperanza de que en la próxima Asamblea General de las Naciones unidas que se inaugura en septiembre, se pueda definir de manera inequívoca, el apoyo total a Haití para poder quebrar a las bandas.
Mientras eso sucede, en la República Dominicana se siguen tomando medidas para evitar la incursión de los violentos haitianos, para lo cual se tiene la determinación de nuestras Fuerzas Armadas que controlan la zona fronteriza de una manera férrea, conforme señalan sus jefes.
No podemos cejar un palmo en esa tarea, pues sabemos que una vez los pandilleros se vean acorralados, su probable lugar de escape es hacia la parte oriental de la isla.
Y eso bajo ninguna circunstancia será permitido, sin importar el precio que haya que pagar.