
Redacción/elCorreo.do
SANTO DOMINGO: En San Cristóbal, cuna de Rafael L. Trujillo Molina, no quieren dejar que su memoria muera con el cuerpo del “generalísimo doctor, benefactor de la patria y padre de la patria nueva”.
“Salve San Cristóbal/cuna de Trujillo…”.
Un comité anunció una misa este 30 de mayo con la intención de pedir que los restos de Trujillo sea trasladado a la ciudad donde nació en el 1891, y a la cual se dirigía aquella noche cuando una lluvia de plomo acabó con su existencia física.
Dicho comité se ha activado con la cercanía del 63 aniversario de la muerte del dictador de más largo predominio en la República Dominicana y uno de ellos en todo el continente americano.
Los restos de Rafael Leónidas, quien nació en San Cristóbal el 24 de octubre de 1891, se encuentran en un mausoleo de la familia Trujillo en El Pardo, España, la misma zona donde está sepultado otro sanguinario tirano, el generalísimo Francisco Franco, dueño absoluto de la vida española de 1939 a 1975.
La misa se concelebrará a las 7:00 de la tarde este viernes 30 en la parroquia Nuestra Señora de la Consolación en la ciudad sureña.
En el sótano de esa iglesia existe un mausoleo adonde fueron llevado los restos de Trujillo para su sepelio tres días después de su asesinato.
Sin embargo, el hijo mayor del tirano, general Rafael L. Trujillo Martínez “Ramfis”, se llevó el cuerpo de su padre cuando abandonó el país el 18 de noviembre de 1961, poco después de asesinar a la mayoría de los sobrevivientes del complot que terminó con la muerte del dictador.
Aquel día fueron ejecutados Pedro Livio Cedeño, Salvador Estrella Sadhalá, Luis Manuel Cáceres Michel, Huáscar Tejeda y Roberto Pastoriza.
Ellos habían participado directamente en la persecución y muerte de Trujillo Molina en la autopista luego denominada 30 de Mayo, cuando, cerca de las 10:00 de la noche, se dirigía a San Cristóbal.
Los demás complotados fueron Antonio de la Maza, Amado García Guerrero, Juan Tomás Díaz, Luis Amiama Tió y Antonio Imbert Barrera, estos últimos únicos que sobrevivieron hasta su muerte por causas naturales, muchos años después del magnicidio.
Los promotores del traslado de los restos de Trujillo creen que contribuir a dinamizar el turismo en la ciudad de San Cristóbal, declarada recientemente como provincia ecoturística.