Editorial

Haití no espera más…

El esperado despliegue de tropas multinacionales para fortalecer la seguridad en Haití ha entrado en el terreno de aquella fábula del lobo y el pastorcillo, que anunciaba con tanta frecuencia la presencia del animal que cuando ocurrió realmente nadie le creyó.

Han sido tantas las ocasiones en que los actores fundamentales de este esfuerzo lo han anunciado, que ya los propios haitianos se muestran escépticos.

Lo que sí tiene la verdad sobrada es el deterioro de la seguridad y la vida de los haitianos, cuya existencia física depende de las bandas criminales armadas hasta los dientes, que ejercen un dominio tal en el territorio que se sobreponen a las autoridades.

La más reciente y deleznable acción de esos grupos criminales fue el asesinato de dos trabajadores sociales estadounidenses y un asistente haitiano atacados a balazos cuando concluyeron una de sus labores en beneficio de los más necesitados de ese país.

Aunque el presidente de Kenia se reunión en Washington con el mandatario estadounidense Joe Biden para ultimar los detalles, lo cierto es que han sido tantas las veces que se ha hablado del despliegue keniano, que no se tiene segura la llegada.

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¿Cuántas muertes más deben producir las bandas armadas para que se agilice la llegada de las tropas extranjeras?

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