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Juan Bosch: el destino

Por Farid Kury

Colaboracion: elCorreo. do

Perspectiva: Rafael Leónidas Trujillo, el dictador dominicano por excelencia, siempre quiso captar para su gobierno a académicos e intelectuales. Muchos con gusto colaboraron, y los menos, no lo hicieron. Juan Bosch fue de los que no le agradó la idea de colaborar, por lo cual debió marcharse hacia Puerto Rico.

A través de Mario Fermin Cabral, el dictador le propuso ser diputado. Aquella tentadora oferta perturbó a Bosch. No deseaba integrarse al gobierno, pero por negarse podía ser considerado desafecto al régimen con consecuencias funestas.

Entonces, astutamente, se inventó que su esposa estaba enferma y que debía llevarla a Puerto Rico. El tirano, que tenía fama de conocer al vuelo las intenciones ocultas de los hombres y que desconfiaba hasta de su sombra, no vio nada extraño en eso, y autorizó el viaje. Un viaje que duró 23 años.

En Puerto Rico Juan Bosch estaba a salvo de las garras del tirano. Pero debía sobrevivir dignamente con su modesta familia, y eso lo llevó a buscar empleo. Fue entonces cuando tuvo la dicha de conocer, en la biblioteca La Carnegie, a Adolfo de Hostos, hijo del ilustre Eugenio María de Hostos, quien pretendía recopilar las maravillosas obras de su padre para editarlas en ocasión de su centenario.

Aunque Bosch lo ignoraba, sus cuentos se conocían y eran bien ponderados en Puerto Rico. Adolfo de Hostos había leído sus cuentos y otros escritos suyos, y conocía su calidad de escritor, lo que explica su decisión de proponerle dirigir la recopilación de las obras de Hostos.

Juan Bosch aceptó la propuesta. Eugenio María de Hostos era un humanista y patriota boricua, que amó con toda su alma la República Dominicana, donde vivió un buen tiempo y fundó la Escuela Normal, una institución encargada de formar y educar a los ciudadanos en base a preceptos morales y académicos sólidos, que habrían de convertirlos en los arquitectos de una nueva educación.

Bosch conocía los trabajos del gran Maestro antillano. Pero su nueva función le proporciona la facilidad de conocer a fondo y en detalle su gran obra moral y social. Le permite entrar en su alma, sus sentimientos y sus convicciones morales respecto a lo que debe ser el nuevo hombre. El impacto que causa en él el pensamiento humanista de Hostos es decisivo; tan decisivo que en 1976 escribió: “El hecho mas importante de mi vida hasta antes de cumplir 29 años fue mi encuentro con Eugenio María de Hostos, que tenía entonces casi 35 años de muerto…Eugenio María de Hostos, que llevaba 35 años sepultado en la tierra dominicana, apareció vivo ante mí a través de su obra, de sus cartas, de papeles que iban revelándome día tras día su intimidad; de manera que tuve la fortuna de vivir en la entraña misma de uno de los grandes de América, de ver cómo funcionaba su alma, de conocer en sus matices más personales el origen y el desarrollo de sus sentimientos. Hasta ese momento yo había vivido con una carga agobiante de deseos de ser útil a mi pueblo y a cualquier pueblo, sobre todo si era latinoamericano, pero para ser útil a un pueblo hay que tener condiciones especiales, ¿Y cómo podía saber yo cuáles condiciones eran ésas, y como se las formaba uno mismo si no las había traído al mundo, y cómo las usaba si las había traído?”.

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Definitivamente, en Hostos Bosch encuentra la respuesta de cómo ser útil a su pueblo. Su alma queda tan impactada por su filosofía moral que se abraza a ella como se abraza la uña a la carne. Y ese abrazo fue por siempre. En todas las actividades que habría de participar a lo largo de su vida siempre el aspecto moral estuvo por encima de cualquier otro. Incluso, hasta en la actividad política donde por lo general la moral es arrollada, Bosch nunca, nunca, la vio divorciada de la moral. Para él siempre fue claro que política sin moral era algo deleznable que jamás aceptaría. Claro, hay que decir también que el apego a la moral en la política varias veces afectó sus planes políticos. Pero para el profesor eso nunca fue un problema.

Por eso, tiempo después, hizo esta conmovedora afirmación: “…Si mi vida llegara a ser tan importante que se justificara algún día escribir sobre ella, habría que empezar diciendo: “nació en La Vega República Dominicana, el 30 de junio de 1909, y volvió a nacer en San Juan de Puerto Rico a principios de 1938, cuando la lectura de los originales de Eugenio María de Hostos le permitió conocer qué fuerzas mueven, y cómo lo mueven, el alma de un consagrado al servicio de los demás”.

Sumergido todo el tiempo en la tarea de recopilar los escritos originales de Hostos cuando una mañana conoce a Enrique Cotubanamá Henríquez. Cotú, como le decían sus amigos, era hijo del segundo matrimonio del doctor Francisco Henríquez y Carvajal, y por tanto, hermano de Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña. Aunque no le conocía personalmente, sí había leído sus cuentos que se publicaban en la revista Carteles, y advertía en él una sensibilidad social, unida a su gran facilidad de comunicación. Cotú deseaba proponerle a Bosch formar y encabezar un partido político, parecido al Partido Revolucionario Cubano, fundado a finales del siglo XIX por el Apóstol José Martí, para encabezar la lucha contra Trujillo.

Pero a Juan Bosch no le interesaba la política, y a decir verdad, sentía aberración por ella. La política que conocía era la de la República Dominicana, caracterizada por la intriga y el chisme. En firme rechaza la propuesta, pero sugiere al doctor Juan Isidro Jimenes Grullón para esa tarea. En un segundo viaje de Cotú a Puerto Rico le presenta a Jimenes Grullón, y con lo cual piensa que se quedaba exento de participar en política. Pero su destino no estaba en sus manos, sino en las de Adolfo de Hostos, a quien se le ocurrió la idea de enviarlo a Cuba a dirigir la edición de las obras completas de Eugenio María de Hostos. Quería ser escritor y no político. En verdad, su vocación es escribir, y no la política. Pero en Cuba las circunstancias lo llevarían no sólo a formar el partido propuesto por Cotú, sino además a ser su líder y el líder más importante del exilio antitrujillista. Por ese partido fundado en la Habana en 1938, muerto ya Trujillo, sería incluso candidato presidencial en las elecciones de 1962 y presidente de la República. El destino, que es esa fuerza misteriosa que a veces empuja a los hombres a hacer lo que no quieren hacer, lo estaba empujando a una actividad por la cual no sentía vocación ni pasión, y a la que consagraría toda su vida.

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