Venezuela y París como termómetros globales
Por Frank Núñez
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: Nuestra época no escapa a la tendencia histórica de que acontecimientos que ocurren en cualquier latitud del planeta señalan el camino hacia donde se enrumba la Humanidad. La Revolución Francesa que se inició un 14 de julio de 1789 pronosticó lo que vendría como era moderna por unos 200 años. Lo mismo se repitió con el derrumbe del Muro de Berlín que dio inicio a los que denominan “era posmoderna”. Esa vez la crisis postelectoral venezolana y las polémicas “de género” en los Juegos Olímpicos de París, capital de Francia, son el punto de partida para los debates que deberán aclarar el ambiente de cinismo y ambigüedades en que ha vivido la sociedad global, después que el mercado ha impuesto su “moral”, enemiga de la ética social.
Las elecciones venezolanas del pasado 28 de julio dejaron en evidencia que el monstruo del chavismo, con todo y su “socialismo del siglo XXI”, tenía pies de barro y ya nadie lo salva del derrumbe total. Los argumentos para justificar la miseria en que vive la otrora próspera Venezuela, no lo repiten ya ni siquiera los aliados del proyecto iniciado por Hugo Chávez y continuado por el flamante dictador Nicolás Maduro. Las posiciones de los gobernantes Ignacio Lula, de Brasil; López Obrador, de México y Gustavo Petro, de Colombia, pese a su amistad con el chavismo, piden una auditoría a las votaciones para que el resultado sea transparente, antes de proclamar a un ganador.
El gobierno de Maduro, tras programar la victoria de su reelección, denunció “declaraciones y acciones injerencistas” por parte de Argentina, Chile, Costa rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay, exigiendo el retiro, “de manera inmediata” de su personal diplomático. El “socialismo del siglo XXI”, es solo reivindicado en la región por dictaduras como la de Díaz Canel, en Cuba y Daniel Ortega, en Nicaragua, quien acaba de expulsar de su país al embajador de Brasil, por este no asistir a un acto oficial al que estuvo invitado.
Debe tomarse en cuenta el llamado a respetar el triunfo de la oposición en Venezuela mediante comunicado firmado por 29 ex presidente de América Latina y España, entre los que figura el dominicano Hipólito Mejía.
La agonía del chavismo podría ser larga, pero su muerte es segura, mientras el discurso de lo que hoy denominan “izquierda”, cada día es más ambiguo e insulso. Son las llamadas “izquierdas progresistas” que han salido a defender aberraciones como las competencias de hombres “transexuales”, como mujeres auténticas, cuando la biología, como ciencia, demuestra que el enfrentamiento es desigual. De ahí que Venezuela y París estén marcando la pauta de los debates que procuren aclarar las confusiones en que han introducido el hemisferio occidental en las últimas tres décadas.
Pese a que el Comité Olímpico Internacional (COI) aceptó que la “boxeadora” argelina Imane Khelif era un hombre, que con sus golpes varoniles hizo abandonar la pelea a la mujer italiana Ángela Carini, en vez de suspender a la agresora lo que hizo fue acusar de “discurso de odio” a todo el que protestó frente a esa injusticia. Como muestra de que estamos en una etapa cínica de la humanidad, ninguno de los movimientos pseudo defensores de las mujeres salieron en defensa de la ciudadana italiana abusada por un hombre ante la mirada cínica e indiferente del mundo.
Los abanderados de las ideologías diabólicas, con el feminismo y otras diabluras que llaman “progresistas”, celebraron la medalla de oro ganada por el hombre disfrazado de mujer que vapuleó salvajemente a sus rivales mujeres, como era de esperar a juzgar por las diferencias biológicas o naturales. El otro lado de la moneda lo constituye el oro ganado dignamente por la atleta dominicana Marileidy Paulino, una auténtica mujer que nos llenó de orgullo, muy especialmente por proclamar que todo cuanto ha logrado ha sido posible por la ayuda de Dios, en quien dice creer con una biblia en sus manos.
Definitivamente, Venezuela y París han hablado. Las posiciones antidemocráticas están representadas por Maduro y otras expresiones de la supuesta “izquierda”. Los abanderados de lo antinatural y anti biológico, son los que defienden que hombres disfrazados se enfrenten a mujeres y las atropellen de manera desigual ante un mundo indiferente y cínico. Los demócratas debemos unificarnos en la lucha contra la dictadura venezolana para que a esa nación retorne la democracia. De igual manera debemos defender a la mujer de los abusos auspiciados por los llamados “progresistas”, con la defensa al predominio de las diferencias que consagraron la familia nuclear, entidad forjadora de seres humanos equilibrados, para una sociedad decente, donde impere la sana convivencia.
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