Hay que sacar las manos de Venezuela
La nación venezolana tiene un largo trecho de confrontaciones políticas que han dividido la sociedad de manera muy grave, a partir de que los sectores en pugna parecen cada vez más distantes de ponerse de acuerdo.
Es lógico que la lucha por el poder genere todo tipo de confrontaciones, pues como se ha afirmado sistemáticamente, «el poder no se entrega, se arrebata».
Desde esa perspectiva, el que detenta el poder político, en este caso el chavismo, luchará a brazo partido para conservar; mientras la oposición, arma de la misma lógica, empleará cuantas armas sean necesarias para conquistarlo.
En este caso, lo correcto es que uno y otro se aferren a las armas que establecen los mecanismos democráticos para la conquista del poder.
Sin embargo, esa confrontación debe ser dirimida entre los propios venezolanos, sin injerencia extraña, pues cada vez que elementos ajenos se han involucrado, solo se ha conseguir crear más dificultades.
El reconocimiento otorgado por más de 50 país a un dirigente que se autoproclamó «presidente encargado» en una calle de Caracas, cuanto logró fue generar más conflicto que afectó sensiblemente a los venezolanos.
El mejor servicio que los demás países pudieran prestar a los venezolanos sería ayudarlos a resolver sus diferencias sirviendo como mediadores, de forma que se logren avenencias en beneficio de la mayoría de ese país.
Lo otro es arrojar leña a un fuego demasiado vivo. Ayudemos a que Venezuela salga de la crisis y no imitemos las acciones callejeras de la muchachada barrial que suele lanzar arena sobre perros envueltos en una pelea y estos se desgarran.
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