Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: Fue Don Juan Isidro Jimenes Grullón, escritor, psiquiatra y político dominicano, quien publicó en diversos periódicos del país en los años ochenta del siglo pasado sus tesis sobre “Nuestra Falsa Izquierda”, planteamientos que hoy tienen más vigencia que en los tiempos que el gran intelectual hizo públicas sus certeras y valientes teorías.
Jimenes Grullón, nacido en 1903, murió en 1983, tras una intensa vida de prisiones, exilios, polémicas políticas e intelectuales y romances que se convirtieron en leyendas como el que vivió con la poetisa puertorriqueña Julia de Burgos, del que se ha llegado a cotorrear que fue el detonante de su rompimiento político con Juan Bosch, junto a quien fundó el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1939 en La Habana, Cuba.
El autor “Nuestra Falsa Izquierda” no llegó a vivir el fin de la Guerra Fría, decretada por el derrumbe del Muro de Berlín y la Perestroika del presidente ruso Mijail Gorbachov, quien puso fin al mundo bipolar con el desmantelamiento de la Unión de República Socialista Soviética, bloque de “izquierda” que se disputaba la hegemonía mundial con la “derecha” capitalista, encabezada por Estados Unidos y las potencias de la Europa Occidental.
Ocurre que hoy la “izquierda” en América Latina la encabeza un dictador que responde al nombre de Nicolás Maduro, cuyo régimen ya no lo concibe ni siquiera un izquierdista emblemático como el presidente brasileño Luiz Ignacio Lula Da Silva. Otro caso pintoresco es el de Nicaragua, donde una pareja de esposos “izquierdistas” mantiene una de las dictaduras más aberrantes que conoce el continente.
Los falsos izquierdistas dominicanos mantienen su apoyo al gobierno de Maduro en Venezuela, pese a que dispuso la retirada de los representantes diplomáticos dominicanos, por el hecho de que el presidente democrático dominicano ha expresado su rechazo a sus métodos dictatoriales, al burlar la voluntad popular expresada en las urnas el pasado 28 de julio.
La falta de identidad de la “izquierda” es tan evidente que coinciden con el Partido Demócrata de los Estados Unidos, en contra del Partido Republicano, como si ambas organizaciones no fueran igualmente derechistas y exponentes del modelo capitalista que se diferenció durante décadas de la izquierda que predicaba el socialismo comunista.
Aparte de que las dos veces que República Dominicana ha sido invadida por los Estados Unidos han estado gobernando los demócratas, no los republicanos, habría que establecer con qué criterio es que los “izquierdistas” quieren colocar en estos días a Kamala Harris a la izquierda de Donald Trump. ¿Acaso no es el gobierno de Kamala que acaba de confiscarle el avión en República Dominicana al “izquierdista” Nicolás Maduro?
¿Tiene sentido en el mundo de hoy continuar encasillando a las personas en ideologías supuestamente de izquierda o de derecha como sí podía entenderse antes del fin de la Guerra Fría a finales del siglo pasado? Es un debate que debieran iniciarlo los intelectuales de estos tiempos, reconociendo incluso el hecho de que el concepto “intelectual” también está en cuestionamiento.
Fue en el año 1789, en el inicio de la Revolución Francesa, cuando en París se comenzó a ubicar ideológicamente a los parlamentarios por sus posiciones políticas, debido a que los partidarios de mantener los privilegios a la monarquía encabezada por el Rey se sentaban a la derecha y los que abogaban por su eliminación a la izquierda, en el salón de la Asamblea Nacional.
La etiqueta ideológica podía aceptarse mientras el mundo estuvo dividido entre modelos que luchaban por la preservación o el cambio del sistema capitalista. Los de izquierda aspiraban a derrocar el capitalismo para instaurar el socialismo o comunismo. El poder de los burgueses debía ser reemplazado por la dictadura del proletariado. Lo cierto es que lo poco que se pudo lograr con la meta izquierdista en Rusia y China evolucionó a un “capitalismo” más salvaje que el que se impuso en Estados Unidos y Europa.
La situación política en Venezuela, con la decisión del gobernante Nicolás Maduro de mantenerse en el poder por encima de la voluntad popular ha sumido en un dilema a muchos que lo han apoyado por considerarlo políticamente de izquierda, debido a que su estilo coincide con el de los dictadores de derecha que predominaron por muchos años en América Latina. La izquierda latinoamericana siempre tuvo un discurso anticlerical, y hasta ateísta, mientras Maduro dice que Dios está con él, mientras alardea de sus buenas relaciones con el Vaticano.
Muchos han intentado mantener la división de izquierdistas y derechistas por el apoyo al aborto, el matrimonio homosexual y el proteccionismo de Estado, los primeros, y la oposición a las tres causales, el respaldo a la familia nuclear y el neoliberalismo económico los segundos. Pero no siempre coinciden la economía y la moral.
Es casi imposible dividir hoy a “izquierdistas” y “derechistas” en la decadente “era posmoderna”. Rancios capitalistas de derecha apoyan el matrimonio homosexual y el aborto como lo hacen los pseudo izquierdistas, definidos en todas partes como los progresistas de hoy. República Dominicana necesita que sus hombres y mujeres pensantes desarrollen un discurso en defensa de su cultura y costumbre, como una forma inaplazable de sobrevivir ante las agendas que amenazan con sacarla del mapa de las naciones con espacio geográfico, histórico y político.
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