Redacción/ ElCorreo.do
SANTO DOMINGO: En la búsqueda incansable y a oscuras por no saberse qué arma tomar para enfrentar el terrible enemigo invisible del virus COVID-19, también los dominicanos han dado rienda suelta a buscar y aplicar todo tipo de “soluciones” que le llegara, sin importar lo absurdo que pareciera.
Pero como probando es que guisa, el 12 de abril recién pasado, el entonces alcalde de la capital, David Collado, anunció y presentó a la entrada del mercado público de Villa Consuelo lo que se conoce como “túnel sanitizante”, como paliativo a la creciente presencia intangible de la enfermedad.
Fue toda una novedad que se ha venido reproduciendo en otros escenarios, lo que si bien es un aporte al intento de por lo menos controlar el contagio, constituye un gran peligro, porque el portador por entrar al túnel no queda libre del virus.
La peligrosidad del uso se fundamenta en el hecho de que al “presentar” su aporte, el ex alcalde lo mostró como una forma de proteger a los usuarios del centro de abasto “contra virus y bacterias”.
“Teníamos varias semanas buscando un modelo de túneles que estén certificados en el combate de coronavirus y me siento contento que ya la ciudad cuenta con los primeros diez, con el apoyo de varias empresas del sector privado”, dijo el ya ahora ex funcionario.
Los ciudadanos que pasaren por ellos deben permanecer entre 10-20 segundos adentro “y así estarán protegidos de contraer cualquier tipo de virus por hasta doce horas”.
Las OPS/OMS
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Honduras no recomiendan el uso de túneles desinfectantes o sanitización porque “no existe evidencia sobre la eficacia” como una medida de prevención para la propagación de la COVID-19.
“El uso de túneles desinfectantes o sanitizantes para uso de la población no es recomendación de la OPS/OMS”, indicó la representante de la organización en Honduras, Piedad Huerta, en una carta enviada a la ministra hondureña de Salud, Alba Consuelo Flores.
Asegura además que “no existe evidencia sobre la eficacia de estos sistemas para realizar una desinfección efectiva del virus causante del COVID-19, generando una falsa sensación de seguridad en la población”.
Esa supuesta seguridad podría generar que la población descuide la aplicación de medidas básicas de prevención como “el lavado frecuente de manos, uso de mascarilla y el distanciamiento social”, añade el documento.
La OPS destaca que los productos desinfectantes para uso en superficies porosas y no porosas, con requerimientos variables de tiempos de contacto, al ser aplicados directamente a las personas, aún en bajas concentraciones y de forma muy breve, puede “producir efectos adversos con afectaciones a la piel, ojos y mucosas”.
“Además, la inhalación de estas sustancias puede causar irritación en la vías respiratoria altas y bajas provocando síntomas que pueden ser confundidos con COVID-19′, señala la representante de la OPS en el país centroamericano.
¿Sanitizantes ideales?
Lamentablemente, según lo expresan estudios científicos, “los sanitizantes o desinfectantes ideales no existen, porque la mayoría de los estos equipos son también, por su propia naturaleza, potencialmente perjudiciales (incluso tóxicos) para los seres humanos o los animales”.
Entre las precauciones a tomar para su uso adecuado se citan las de ser tratados con el cuidado apropiado, siguiendo las instrucciones de seguridad impresas en el envase, que debe leerse en su totalidad antes de usar el reactivo.
Advierte que una gran parte de los materiales con poder bactericida contienen Bitrex, “una sustancia amarga diseñada para desalentar la ingesta, como una medida de seguridad añadida”.
Los que se utilizan en interiores no deben mezclarse con otros productos de limpieza porque pueden ocurrir reacciones químicas secundarias. Son utilizados con frecuencia en hospitales, clínicas dentales, cocinas y cuartos de baño, en industrias del ramo alimentario y otras, para matar organismos infecciosos.
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