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Trump nunca se preparó para la derrota; de ahí su resabio al vencerlo “el durmiente Joe”

 Redacciónon/elCorreo.do

WASHINGTON: Contrario a lo ocurrido en este 2020, seis días después de celebrarse las elecciones de los Estados Unidos en 2015, la Casa Blanca fue escenario del inicio la tradicional jornada de transición de mando del presidente Barack Obama al recién electo sucesor Donald Trump.

Fue el jueves 10 de noviembre, cuatro años atrás cuando se presentó a la Casa Blanca el hombre de negocios y showman televisivo que ganó las elecciones “tras una campaña de insultos y mentiras, nacionalismo y xenofobia”.

Obama recibió a Trump para iniciar el traspaso de poderes entre ambas presidencias, en lugar donde se deciden las medidas esenciales de la potencia del note: el Despacho Oval, enviando así un mensaje de estabilidad política.

Desde ese momento, la transición fue fluida y respetuosa, evidenciando que el sistema funcionaba y Trump declaró su respeto por el presidente saliente y dijo que buscará su consejo en el futuro, lo que nunca, que se sepa, jamás hizo.

La llamada “liturgia democrática estadounidense”, puso de manifiesto que rebasaba las personas y las ideas, sin el más mínimo regateo, respetando las reglas de juego consistente en recibir 270 o más votos electores.

Ese primer encuentro de 90 minutos envió el mensaje de unidad y de que el voto popular no bastaba para tener derecho a la llave que permite el ingreso a la oficina presidencial estadounidense.

Dados los estragos sanitarios y económicos causados por la pandemia del coronavirus o covid-19, Trump debió dejar sus resabios y malquerencias políticas, facilitando la integración del equipo entrante al suyo en procura de superar la dramática situación que afecta a Estados Unidos y el mundo.

A pesar todo…

Aunque era más que evidente la diferencia entre ambos protagonistas, se esforzaron en superar esa realidad, dando un paso al costado permitiendo el alejamiento de la pésima opinión que tenían y tienen, para garantizar el proceso transicional.

En el espacio casi sagrado del Despacho Oval de la Casa Blanca, se reunieron como personas civilizadas, el hombre al que Trump acusó de haber fundado el Estado Islámico, cuya legitimidad cuestionó durante años lanzando falsas teorías conspirativas sobre su lugar de nacimiento.

De su lado, Obama dijo en el trayecto de la campaña electoral que Trump no estaba cualificado para ser presidente y alertó del peligro que sería “tenerle cerca del botón nuclear”.

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Afortunadamente, el ahora presidente saliente jugó a la persuasión y las amenazas, sin llegar a darle la razón a las presuntas amenazas de una nueva guerra con la participación de Estados Unidos.

Tras la tradicional reunión, todo continuó sobre riel hasta el 20 de enero de 2016 cuando Obama pasó el simbólico bastón de mando a Trump, luego de EE UU transcurrir los 70 días en que cada cuatro u ocho años se encuentra la poderosa nación.

Lo que debió hacer Trump

Lo ocurrido en 2016, debió servirle de modelo al ahora concluyente mandatario, teniendo en cuenta que tan pronto el candidato triunfante superara el límite mínimo de delegados electores, pasando a ser un mandante provisional, aunque con todas sus prerrogativas de poder.

Desde hace días, Trump debió decir como su antecesor, de que la principal prioridad de su mandato, en los próximos dos meses “será facilitar una transición que garantice que su sustituto tenga el mayor y mejor de éxito”.

Trump no cambió

Un aspecto se produjo en el encuentro de referencia fue que el tono entre ambos personajes si bien fue cordial, evidenció cierto cinismo y a temperatura también de un noviembre gélido.

No se llamaron por su nombre, sino distantes, con sus denominaciones del momento “señor presidente” y “señor presidente electo”, como en otras ocasiones una vez comenzado el traspaso de poderes, una foto de ambas familias.

Con su proceder, como lo ordena el protocolo, Obama reconocía sin reparos la victoria de Trump, aunque el total de votos recibidos por la derrotada candidata demócrata Hillary Clinton, esta hizo lo contrario de lo ahora hace Trump.

El mandatario saliente insistió desde el período de campaña que haría lo que hasta este sábado mantuvo, si era él el derrotado: que las elecciones estaban amañadas, y amagando con no reconocer la victoria de su oponente.

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