Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: La última semana de septiembre de este 2024, podría ser recordada como el termómetro para medir la actitud dominicana frente a fenómenos que amenazan a la nación, en lo que se evidenciaba una indiferencia que preocupaba por décadas a la colectividad pensante, también aletargada desde que entró el denominado “nuevo orden mundial”, tras el Fin de la Guerra Fría con el derrumbe de la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El lunes arrancó con una protesta de ciudadanos haitianos frente al Palacio Nacional, coreando consignas en las expresaban que, si ellos no son dominicanos, nuestro presidente, Luis Rodolfo Abinader Corona, tampoco lo era. La provocación se produjo en momentos que el jefe del Estado se encontraba en Nueva York, como invitado a la 79 Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU).
Lo altisonante del atrevimiento tuvo como reacción que cientos de dominicanos de todas las corrientes y denominaciones escogieran el mismo espacio donde los haitianos se movilizaron el lunes, para expresar en una concentración el viernes, su disposición a sacar del territorio nacional a todos los ilegales, en caso de que no lo disponga el propio presidente Abinader.
Ese pensamiento dominicano, que desde hace unos meses se ha estado expresando en libros, columnas de periódicos y otros medios, ya empieza a reflejarse en la población, lo que indica que hay esperanzas de que la República Dominicana sobreviva a la conspiración para destruirla, como se evidencia en la actitud de las grandes potencias ante el caos haitiano, con una agenda dirigida a que el mismo se resuelva con la fusión de ambos países.
En el mes que los dominicanos consagran a rendirle culto a la Biblia, el Poder Ejecutivo anunció un proyecto de reformas de instituciones públicas, que incluye fusiones de ministerios y otros organismos, lo que da otros motivos para recordar a este septiembre del 2024, el primero después de la juramentación del presidente Abinader para un segundo cuatrienio, como un verdadero termómetro nacional, para medir expectativas sobre nuestro futuro inmediato.
A propósito de la emprada, recientemente referíamos que en un mundo que el secretario general de la ONU), Antonio Guterres, describe con matices apocalípticos, las corrientes ideológicas que hoy se definen “progresistas” se expresan radicalmente contrarias a la Biblia, libro sagrado al que República Dominicana y muchos otros países dedican el mes de septiembre.
Con mucha propiedad, el escritor Ramón Marrero Aristy calificó en su Historia de la República Dominicana, al nuestro, como “El pueblo cristiano más antiguo de América”. El mismo nombre de la nación proviene de la Orden de Predicadores “Los Dominicos”, fundada por Santo Domingo de Guzmán. Desde nuestros orígenes somos “domini canes”, los perros del Señor. Por eso no debe sorprenderos que en el Escudo Nacional llevemos el lema Dios, Patria y Libertad, con la Biblia abierta en el Evangelio de Juan 8, 31, que reza: “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
El ateísmo que profesan las llamadas corrientes “progresistas”, promotoras de la disolución de la familia nuclear, el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y otras prácticas antinatura, es esencialmente antidominicano. Este septiembre no observamos en medios y redes el fervor bíblico de años anteriores. Pero si hay un tiempo que justifica el retorno a la Biblia es el que vive la humanidad, envuelta en guerras que lucen interminables, junto al innegable calentamiento global y la Inteligencia Artificial sin criterio ético.
La Ley 204-84 declara el 27 de septiembre Día Nacional de la Biblia, libro que puede leerse más allá de las creencias religiosas. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, el texto sagrado es una fuente de enseñanza que permite explicar lo humano y lo divino, desde la más remota antigüedad hasta la posmodernidad.
Estados Unidos, que mantuvo la lectura de la Biblia en las escuelas durante siglos, ve hoy su juventud perdida en las drogas. El documental “La atea más odiada de EE. UU”, narra el triste final de Madalyn Murray, la mujer que promovió su salida de las aulas, difundido en las redes sociales. Su muerte atroz junto a su familia, víctima de uno de sus seguidores, confirmó que “quien siembra vientos cosecha tempestades”.
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