Pugnas de poder, bandas armadas y desacuerdos para gobernar agravan la crisis haitiana
Por Nelson Encarnación
Redacción/elCorreo.do
SANTO DOMINGO: La situación en Haití es compleja, y su deterioro en los últimos años ha sido marcado por una combinación de factores sociales, políticos y económicos que han desbordado la capacidad del Estado para garantizar la seguridad, el orden y el bienestar de su población.
Pero el mayor desafío que han tenido que enfrentar los haitianos ha sido el permanente desencuentro para armonizar los intereses que le permita al país más pobre del hemisferio salir de su permanente crisis.
Esta crisis sistémica se ha agravado en las últimas horas con la destitución del primer ministro Garry Conille por parte del Consejo Presidencial Transitorio, a lo que el jefe de gobierno alega es ilegal, ya que solo el Congreso le puede remover.
Sin embargo, el Parlamento haitiano dejó de existir de manera constitucional desde hace varios años al no poderse realizar nuevas elecciones cuando venció su periodo.
Desde la caída del dictador Jean-Claude Duvalier en 1986, Haití se ha debatido en una insuperada inestabilidad que se ha saldado con varios golpes de Estado, una casi permanente provisionalidad, el asesinato de su presidente y el predominio de decenas de bandas armadas que controlan casi todo el territorio nacional.
Es así como Haití ha enfrentado una grave inestabilidad política durante varias décadas, exacerbada por una historia de golpes de Estado, intervenciones extranjeras, corrupción y falta de confianza en las instituciones.
El asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021 dejó al país sin un liderazgo claro y efectivo, y desde entonces la falta de un gobierno legítimo y funcional ha aumentado la vulnerabilidad a la violencia y la anarquía.
Tras el asesinato de Moïse, el país quedó atrapado en una lucha por el poder entre facciones políticas y grupos de élite. Las elecciones no se han podido realizar y los intentos por restaurar el orden constitucional han fracasado repetidamente.
La arritmia institucional haitiana se ha acrecentado a partir de interinatos como el gobierno por Ariel Henry, designado por actores políticos y apoyado por factores internacionales, lo que ha acentuado la incapacidad de controlar la situación, debido ilegitimidad interna y la debilidad de las instituciones haitianas.
La corrupción y la debilidad institucional son otros de los factores principales. La corrupción es rampante y las instituciones del Estado son muy débiles, con un sistema judicial colapsado y sin capacidad de perseguir a los responsables de crímenes, lo que ha favorecido la impunidad.
Pandillas y violencia criminal
Uno de los principales elementos que han llevado a la actual crisis en Haití es el poder creciente de las pandillas, cuya capacidad para el crimen casi sin sanción ha sido de las principales preocupaciones de la comunidad internacional.
El colapso institucional dejó campo libre a las organizaciones criminales para ejercer un control cada vez mayor sobre amplias zonas del país, lo que dificulta la recuperación de la normalidad y el restablecimiento del orden, pese a la presencia de un contingente multinacional aprobado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Se asegura que, en muchas áreas urbanas, especialmente en Puerto Príncipe, las pandillas ejercen un control territorial casi absoluto, estimándose en más del 60% de la capital.
Economía ilícita
Las pandillas se financian mediante actividades ilegales como el secuestro, la extorsión, el narcotráfico y el control de rutas comerciales, entre ellas los peajes en carreteras que sirven de conexión comercial con ciudades de la República Dominicana. Estas actividades ilícitas se han convertido en una fuente de ingresos importante para las pandillas, lo que les permite seguir creciendo en poder y recursos, ante la mirada impotente de los cuerpos de seguridad que carecen de capacidad de accionar frente a los criminales.
La violencia de las pandillas ha tenido un impacto devastador en la vida cotidiana de los haitianos. Muchos se ven obligados a vivir bajo el miedo constante, y la incapacidad del Estado para protegerlos fomenta un clima de desesperación y desconfianza, según detallan informes de varias agencias internacionales que han analizado la tragedia haitiana.
Crisis económica y pobreza
Al deterioro de la situación política y la inseguridad se agrega la situación económica de Haití, donde la pobreza extrema afecta a más del 60% de la población.
Una consecuencia directa de la crisis se refleja en el desempleo y falta de oportunidades, ya que la economía de Haití depende en gran medida de la ayuda internacional y las remesas, de las cuales sobrevive una parte de la población.
*Otros factores de la situación haitiana serán abordados en otro enfoque.
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