
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: Siento que me veo en un espejo. “El Gabo” sigue siendo genial. Le tomé prestado un fragmento de su filosófica descripción geriátrica para compartirlo con mis colegas baby boomers.
“Nunca cambiaría a mis maravillosos amigos, mi maravillosa vida, mi querida familia, por menos canas o un estómago más plano.
A medida que he madurado, me he vuelto más amable y menos crítico conmigo mismo. Me hice amigo de mí mismo.
Tengo derecho a ser desordenado o extravagante.
¿Quién me culpa si leo o juego en el ordenador hasta las cuatro de la mañana y duermo hasta el mediodía?
¿A quién le importará si me quedo en la cama o frente al televisor todo el tiempo que quiera?
Sé que a veces tengo fallos de memoria, pero creo que es mejor olvidar algunas cosas de la vida. Recuerdo las cosas importantes.
Tengo la suerte de haber vivido lo suficiente como para tener lo que queda de mi cabello gris y mantener la risa juvenil impresa para siempre en los profundos surcos de mi rostro.
A medida que envejeces, es más fácil ser positivo e independiente. Importa menos lo que piensen los demás.
Ya no me cuestiono. Me he ganado el derecho a cometer errores.
Me gusta ser viejo. Me gusta ser la persona en la que me he convertido. No viviré para siempre, lo sé, pero mientras esté aquí, no perderé el tiempo lamentándome de lo que pudo haber sido y no fue, y mucho menos preocupándome por lo que será, porque tal vez ni siquiera lo vea…”.
Gabriel García Márquez
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