Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: En otras circunstancias políticas, y solo con que el equipo de Gobierno a desplazar registrara un desempeño regular, la oferta de cambio de Luis Abinader y el PRM en el pasado proceso electoral habría sido solo una palabra manida, muy utilizada en el tiempo por partidos y candidatos que muchas veces terminaron siendo un gran fiasco.
Sin embargo, a Luis—el entonces aspirante y hoy con la realidad de unos 100 días de instalado como nuevo gobernante—le favoreció que una mayoría de la población dominicana rechazaba acremente a las autoridades del momento, por sus desmanes y abusos en distintos aspectos, y se encaramó en una ola de cambio que fue sumando gente de distintos estratos sociales y colores partidarios, con los resultados ya conocidos.
El disgusto acumulado del pueblo y el desgaste del Gobierno morado eran tan grandes, que como primera cosa urgente una mayoría electoral se planteó salir de lo que había, sin profundizar en propuestas o en el perfil de quien debía sustituir a lo que nos daba dolor de cabeza y nos dañaba. Al repudio al Gobierno de turno, se sumó la división del PLD, y a Luis, al PRM y a aliados se les abrieron las puertas del triunfo en las urnas.
El camino se despejo. Y ya en el poder, en pocos días—mucho antes de los cien de tregua acostumbrada—algunos temores respecto a que el nuevo incumbente de Palacio no tenía la experiencia de Estado que requería el momento, se fueron disipando con un accionar firme, dinámico y mesurado del gobernante en distintos frentes, para sorpresa de muchos.
Con gran entrega y sentido humano, Abinader ha manejado el tema de la pandemia, el primero de los seis ejes en los que ha puesto prioridad el gobierno, con responsabilidad y sin politizarlo. Partiendo de la crisis sanitaria y económica que heredó, que ha afectado a los más diversos sectores del pais, puede decirse que Luis pasó la prueba de los primeros cien días de ejercicio y que, hasta ahora, el éxito le ha acompañado.
Arrogancia de algunos de sus funcionarios aparte (¿), Luis—en lo que es ayudado por su esposa Raquel—le ha ido poniendo un sello personal de hombre cercano, sencillo y abierto a su Gobierno. Si influyentes y colaboradores con agendas sumergidas (¿), que hay varios, no le tuercen el curso a su gestión con actos, acciones o declaraciones contrarias a los intereses nacionales, el hombre pudiera hacer un buen gobierno, como espera la mayoría que votó por un cambio.
Debe aprovechar que goza de apoyo y consolidar el liderazgo personal y partidario al convertirse en presidente, para irle poniendo algunos controles a una que otra figura o miembro de su equipo de campaña, hoy funcionarios, a los que les pudiera estar haciendo daño el poder acumulado tras el cargo público que le tocara en el “reparto”.
Por cierto, dentro de las tareas pendientes en materia de fortalecimiento institucional está el que se legisle y haga obligatorio que a las funciones públicas de primer orden solo se pueda designar a las personas que tengan la especialidad, formación profesional y condiciones gerenciales que el caso amerite.
A partir de ahí, partidos y políticos que aspiren al poder deberán comenzar a preparar a sus miembros para ser servidores públicos, algo que no se hace, porque no es suficiente con el solo hecho de ser miembro o “compañero” de la organización que llega al poder. Para evitar fallos y fracasos, un ”cambio” también debe incluir ese detalle tan importante. ¡Ojalá eso esté en agenda!
encar-medios@hotmail.com
Somos un medio independiente que asume un compromiso con la libertad de expresión, la transparencia y el acceso a la información de los ciudadanos.