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Los ‘Archivos de Twitter’ revelan cómo los demócratas y la prensa fabricaron el ‘Rusiagate’

En un primer momento, la plataforma no prestaba atención a las afirmaciones de la supuesta injerencia rusa en las elecciones de 2016 en EE.UU., pero terminó cediendo ante las amenazas y las presiones del entorno de Hillary Clinton.

RT

WASHINGTON.- El periodista y escritor Matt Taibbi publicó este martes el undécimo lote de los ‘Archivos de Twitter’, en el que revela cómo senadores de alto rango del Partido Demócrata e importantes medios de comunicación como Politico y BuzzFeed se confabularon para fabricar la historia de la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de EE.UU. de 2016, al tiempo que pone al descubierto cómo las agencias estadounidenses de inteligencia ‘se apoderaron’ de Twitter.

Taibbi concluye que en seis semanas, desde agosto a octubre de 2017, la red de microblogueo pasó a formar parte clave del escándalo ‘Rusiagate’, aceptando órdenes de espías estadounidenses sobre a quién censurar.

«Primero llegaron las amenazas del Congreso, luego una avalancha de malos titulares (inspirados por filtraciones de los comités del Congreso) y, por último, una serie de exigencias de moderación procedentes del exterior», escribió el periodista, quien mostró en un hilo de 30 tuits los correos electrónicos y otros documentos internos de Twitter que obtuvo gracias al nuevo dueño de la red, Elon Musk.

Tras la victoria de Donald Trump en las presidenciales de 2016, los demócratas atacaron a la red social por su «inacción» en las investigaciones sobre la supuesta influencia rusa que —alegaban— perjudicó a Hillary Clinton. Los demócratas insinuaban que la publicación de los documentos internos del Comité Nacional Demócrata y los e-mails de la campaña electoral de Clinton por parte de la organización periodística WikiLeaks tenía algo que ver con Moscú. Mientras, los ‘bots’ rusos publicaban lo que los demócratas consideraban desinformación en las redes, lo que -según ellos- habría socavado de alguna manera las elecciones.

En agosto de 2017, Facebook* bloqueó cientos de cuentas con «sospecha de origen ruso», pero en Twitter «estaban tan seguros de que no había ningún problema con Rusia», que no prestaban atención a las acusaciones de los políticos.

En septiembre de ese año, los ejecutivos del servicio de microblogueo comunicaron al Senado acerca de la suspensión de 22 «supuestas cuentas rusas y otras 179 con posibles vínculos a esas cuentas». Las ‘irrelevantes’ cifras «enfurecieron» al senador Mark Warner, demócrata de alto rango en el Comité de Inteligencia del Senado, quien criticó el informe de Twitter, tachándolo de «inadecuado en todos los niveles».

«Incentivo político» demócrata

Posteriormente, la gerencia de la plataforma se reunió con Warner y otros legisladores demócratas, que dieron a conocer la existencia de un «incentivo político» para mantener el tema de la ‘injerencia rusa’ como una de las noticias principales, así como sus intenciones de continuar con la presión sobre las redes sociales para que sigan «produciendo material». Los congresistas seguían los pasos de Hillary Clinton, quien por entonces había acusado a Twitter de ser «una herramienta para la guerra cibernética» de Moscú contra EE.UU., señala Taibbi.

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Ante la creciente presión, la plataforma formó un ‘grupo de trabajo sobre Rusia’ para «autoinvestigarse de manera proactiva». Sin embargo, «la búsqueda de la trama rusa fue un fracaso», puesto que no se encontraron evidencias de la supuesta injerencia de Rusia. Las exhaustivas investigaciones y miles de revisiones manuales, arrojaron únicamente 32 «cuentas sospechosas», y solo 17 de ellas tenían alguna relación con Moscú, incluyendo dos perfiles de Russia Today (RT).

El «fracaso» del ‘grupo de trabajo sobre Rusia’ para producir material empeoró la crisis de relaciones públicas de Twitter, lo que desembocó en un torrente de historias que «se vertieron» en la prensa, provenientes del Comité de Inteligencia del Senado, en las que se acusaba a la red social de eliminar «datos potencialmente cruciales para las investigaciones» de la supuesta injerencia rusa en las presidenciales de 2016.

En particular, un correo electrónico fechado el 22 de noviembre acusaba al Comité de Inteligencia del Senado de filtrar el informe interno de Twitter a los medios. Así, un artículo de Politico que culpaba a Twitter de eliminar archivos, fue seguido con un material de BuzzFeed en el que se alegaba la existencia de una red de ‘bots’ en alemán «con indicios de estar conectada con Rusia».

«Se puede ver cómo la ciberamenaza rusa fue esencialmente conjurada, con la presión política y mediática a modo de motor, inflando algo que Twitter creía insignificante y descoordinado hasta dimensiones masivas…», destaca Taibbi.

Amenazas y presión

Un grupo de congresistas demócratas amenazó después con un proyecto de ley que afectaba a la política de publicidad de los gigantes tecnológicos. Ante esta situación, en medio de la creciente presión de la prensa y de los políticos, Twitter finalmente «se comprometió a trabajar con ellos».

Pero incluso cuando la plataforma se preparaba para realizar algunos cambios en sus reglas y bloquear las cuentas de RT y de la agencia rusa Sputnik en un intento por «aplacar a Washington», los demócratas y su prensa afín no cejaba en su presión.

Finalmente, Twitter decidió «su futura postura» modificando sus políticas. Según muestran los archivos, públicamente asegura que una cuenta será bloqueada o suspendida «a nuestro exclusivo criterio», si bien su guía interna dice que bloqueará a «cualquier usuario identificado por la comunidad de inteligencia de EE.UU. como una entidad patrocinada por el Estado que lleva a cabo operaciones cibernéticas» contra un objetivo estadounidense.

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