
Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: ¿Qué llevó a Rafael Leónidas Trujillo Molina a traicionar al presidente Horacio Vásquez, un hombre que lo había convertido en su jefe del ejército?
Pudiera decirse, como premisa general, que la ambición de ser el mandamás de la nación lo llevó a esa deslealtad. Cierto, Trujillo era muy ambicioso, pero no se trató solo de ambiciones, que todos los humanos llevamos. Al margen de la ambición de Trujillo hubo cuestiones políticas y de sobrevivencia que empujaron a Trujillo por el camino de la traición.
Sabemos que entre Trujillo y el vicepresidente José Dolores Alfonseca había serios problemas. Las razones de esa gran rivalidad no han sido del todo aclaradas por los historiadores. Lo que sí se sabe es que Trujillo, pese a ser el jefe del Ejército, es decir, de la única institución con armas para derrocar el Gobierno, le preocupaba que Alfonseca, por una razón u otra, pudiera llegar a ser presidente de la República.
Trujillo entendía, con razón, que si el vicepresidente llegaba a la presidencia, sus días al frente del Ejército estaban contados. Alfonseca acaudillaba dentro del partido horacista un grupo de funcionarios que en su mayoría eran enemigos de Trujillo y se mantenían instigando con el presidente en su contra. Trujillo sabía que en varias ocasiones Alfonseca le había pedido al presidente destituirlo de la jefatura del Ejército.
El presidente Vásquez se había negado a sustituir a Trujillo. Lo apreciaba y lo trataba como a un hijo, igual que su esposa, la respetable dama doña Trina de Moya.
El problema de Trujillo no era con Horacio. El problema era con Alfonseca y con el grupo palaciego que quería verlo desconsiderado y fuera del poder que emanaba del Ejército.
Esa rivalidad se profundizó cuando el presidente se enfermó y tuvo que ir a Baltimore donde le extirparon un riñón. Al frente de la nación, como presidente provisional, quedó Alfonseca. Y eso sí que perturbaba a Trujillo.
Horacio salió bien de la operación, pero ya era muy viejo y disminuido físicamente. Además, tan pronto regresó de Estados Unidos, y pese a esas condiciones, anunció al país que buscaría su reelección. Ya en 1928 había extendido dos años a su mandato, y ahora pretendía reelegirse.
La reelección de Vásquez en sí no preocupaba a Trujillo. Su preocupación venía al caso cuando el presidente anuncia que su candidato vicepresidencial sería su enemigo José Dolores Alfonseca.
Trujillo entendía que Horacio tenía muchas probabilidades de morir y que si su lugar era ocupado, como establece la constitución, por Alfonseca, su suerte como jefe del Ejército estaba sellada. Sería destituido, incluso sería, o encarcelado y sometido a la justicia o en el mejor de los casos enviado al exilio, como se lo advirtió en una ocasión su amigo y consejero político Rafael “Fello” Vidal.
Frente a esa situación engorrosa el brigadier visualizó tres opciones:
1- apoyar la oposición, 2- convencer al presidente a que escogiera otro candidato a la vicepresidencia y 3- derrocar pura y simplemente al presidente y él tomar el Gobierno.
La primera opción tenía pocas probabilidades de triunfar. Era muy difícil ganarle al presidente. La segunda era juiciosa y llegó a serle planteada al presidente por varias personas, sobre todo, por el ministro Elías Brache. Pero el presidente no le vio méritos y mantuvo a Alfonseca en la boleta. La tercera opción, era la vía que le quedaba a Trujillo, y fue la que tomó, con firmeza y sin vacilación.
¿Qué hubiese pasado si el presidente Vásquez escucha la sugerencia de no llevar a Alfonseca como su vicepresidente?
La historia no se compone de adivinanzas. Pero la realidad es que Trujillo hubiese seguido su carrera en el Ejército y tal vez hubiese esperado llegar al poder en otra circunstancia y otro momento.
Sesenta y seis años después, el doctor José Francisco Peña Gómez era candidato a la presidencia de la República y su candidato a la vicepresidencia era Fernando Álvarez Bogaert. El moreno tenía amplias posibilidades de ganar las elecciones que eran disputadas con el doctor Leonel Fernández, candidato presidencial del PLD, en segunda vuelta.
El doctor Balaguer era el presidente de la República, líder del Partido Reformista y un hombre de una decisiva influencia.
Se sabía del disgusto que le causaba a Balaguer la candidatura de Fernando. Debido a algunos inconvenientes, no del todo aclarados, que habían tenido, a Balaguer le perturbaba la idea de que éste pudiera en un momento dado quedar como presidente de la República.
Aunque el país no sabía del cáncer que empezaba a padecer el doctor Peña Gómez, el presidente Balaguer sí lo sabía, y por lo tanto entendía que de ganar las elecciones Peña Gómez pudiera morir y su lugar sería ocupado por Fernando. Y eso no lo quería por nada del mundo.
Por diferentes vías le llegó a Peña la inquietud de Balaguer. También algunas personas, como su propio hijo, José Frank, le pidieron a Peña sacar, de buena manera, a Fernando de la boleta, para así eliminar la oposición de Balaguer y facilitar ganar las elecciones y su ascenso al poder.
Pero hay veces que los líderes no toman las decisiones más convenientes. Peña, pese a ser un buen táctico, ni siquiera contempló esa posibilidad. A lo mejor entendió que ganaba comoquiera.
Así como Horacio Vásquez en 1930 no escuchó la juiciosa sugerencia de cambiar a Alfonseca, Peña Gómez no escuchó la sugerencia de sus amigos. Atendiendo al concepto de vieja amistad que desde antaño había entre él y Fernando, lo mantuvo como su candidato vicepresidencial.
La negativa de Vásquez de sustituir a Alfonseca, le hizo entender a Trujillo, que tenía solo 37 años y un mundo por delante, que debía derrocar a su amigo, el presidente. La negativa de Peña Gómez de cambiar a su amigo Fernando Álvarez Bogaert convenció a Balaguer de que debía usar todo su poder y su influencia social y política para impedir que ese binomio llegara la presidencia.
Y así como Trujillo no titubeó, Balaguer tampoco titubeó. Trujillo entró en contacto con la oposición y con su poder militar facilitó el derrocamiento de Vásquez y su llegada al poder, con el cual inició un período, con más sombras que luces, que duraría 31 años. El doctor Balaguer, con su respaldo al doctor Leonel Fernández en la segunda vuelta mediante la conformación del Frente Patriótico, impidió el triunfo de Peña Gómez.
A veces los hombres más brillantes se ofuscan y se aferran a posiciones que les son perjudiciales, a ellos y a sus gentes. Ignoran que en política el camino tiene muchas curvas, que se avanza y retrocede, se aprieta y se floja, se coge y se deja.
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