Colaboración/elCorreo.do
PERSPECTIVA: De no haberse producido la alianza electoral recién ratificada entre FP, PLD y PRD, que por un rato se estuvo torpedeando y minimizando en más de una dirección, al PRM y al equipo que aspira a reelegir al presidente Luis Abinader se les habría tornado menos pedregoso el camino y la brisa se advirtiera con más facilidad soplando a favor.
Ese acuerdo—el posible y empujado por la realidad de que para garantizar la mayoría que da el triunfo en las urnas había que reagrupar fuerzas– sin dudas que le ha dado un inesperado giro al panorama político-electoral del 2024. A partir de ahí, lo primero–y lo menos—que podría salir es la conformación de un Senado más plural y equilibrado, con lo que el país y la institucionalidad saldrían ganando.
Los dos grandes bloques en que se divide el espectro electoral tienen ahora que apurar el paso, emplearse a fondo e hilar fino para lograr cautivar y atraerse a eventuales electores indecisos u observadores en extremo, que son los que al final inclinan la balanza y perfilan la mayoría que da el triunfo. Es realidad que ningún partido está en capacidad de ganar solo con los inscritos en su padrón.
Un termómetro para medir el impacto del agrupamiento de la oposición pudiera ser una reciente medición de atribuida a Acento.com.do, con la pregunta: ¿Cuál es la alianza más fuerte? FP-PLD-PRD: 58.3% y PRM y aliados: 39.5%, luego de unos 4 mil 738 votos. En lo particular, vemos más confiabilidad y seriedad en ese tipo de muestras, con un número alto, que algunas del mercado, evidentemente sesgadas, que con supuestas consultas a mil 200 personas—no para consumo interno, sino para vender percepciones—ofrecen porcentajes desproporcionados que mueven al descreimiento de la gente y al descrédito de las empresas patrocinadoras.
Para refrescar memorias, se ha visto en las redes un corto del expresidente Hipólito Mejía, en el que expresa que “todo el mundo sabe que los números que aparecen en las encuestas favorecen a quien las paga”. Por cierto, si en las mediciones de más credibilidad prevalecía que el presidente Abinader y el doctor Fernández estaban por largo tiempo en un virtual empate técnico en las preferencias, ¿cómo explicar que a un Leonel tirado a las calles y ganando espacio le ubiquen en un porcentaje reducido casi a la mitad del que le dan al contendor?
La alianza que nos ocupa, Danilo Medina la definió en un momento como “muy difícil”, y era verdad, al punto de que las organizaciones envueltas en las negociaciones no se lo tomaron en cuenta, por tener claro que algunos partidos y dirigentes en la actual coyuntura son aliados y competidores a la vez. En el caso particular de Medina y el PLD, el objetivo primario es la supervivencia, mientras lado del doctor Fernández, la Fuerza del Pueblo y aliados, entre los que figuran el PQDC, el PDI, el BIS y el Movimiento Rebelde, es la conquista del poder.
En la puja de unos por volver y otro por seguir, la oposición, sin perder la perspectiva, podría beneficiarse de errores atribuidos al gobierno y del descontento y críticas de la población por el manejo oficial de determinados temas, como el de Haití, el de los precios de los alimentos y de la energía eléctrica. Un Luis Abinader en busca de una reelección debe cuidarse en extremo de tomar decisiones que levanten “ruidos” y le traigan consecuencias, como lo de la sorpresiva renegociación del contrato a AERODOM (¿).
El momento es delicado y obliga a mucha prudencia; a posponer algunas cosas, para no dejar caer el discurso de la transparencia. Porque el pensamiento es libre y algunos pudieran preguntarse—ya lo han hecho—¿si no se estaría detrás de algunos dineros “para la campaña”? En fin, sostengo lo planteado en el SONDEO del 24 de febrero de este 2023, en el sentido de que Luis tendría de frente un gran dilema de intentar seguir: poder lograr una reelección sin dejos o asomos de corrupción (¿).
Somos un medio independiente que asume un compromiso con la libertad de expresión, la transparencia y el acceso a la información de los ciudadanos.